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El Herbalife desconcierta al Laboral Kutxa

El equipo de Aito iguala la serie que resolverá en Vitoria en el tercer partido

Pablo Aguilar trata de anotar ante Hanga.
Pablo Aguilar trata de anotar ante Hanga. Elvira Urquijo A. (EFE)

Un equipo no es lo mismo que una suma de jugadores. Un equipo suma tácticas, estrategias, variedad y solidaridad; una suma de jugadores solo suma egos, voluntad de héroes, de salvadores individuales de las guerras colectivas. El Gran Canaria fue un equipo en todo momento, cuando jugaba bien y cuando jugaba mal, alternando sus opciones, agotando su banquillo, jugando por dentro y por fuera, especialmente por fuera. El Baskonia era otra cosa, una asamblea de jugadores que en la primera mitad jugó a la desbandada. Cuando se dio cuenta, en el último cuarto. Ya era tarde para aprobar un examen muy deficiente. Habrá tercer partido el martes en Vitoria.

El partido fue un huracán, muy al estilo de Aito García Reneses, al que le gusta que sus equipos corran. Por eso rota. Y el huracán comenzó con tres triples consecutivos de Báez, Newley y Salin que condicionaron el alma del partido. Fue como si a Adams le hubieran dado un golpe de Estado en su autoridad como triplista y se dedicó a jugar su partido, es decir, el de las soluciones individuales, el de su pugna deportiva y dialéctica con Pangos, el de sus pérdidas constantes del balón para desesperación de Perasovic y de sus propios compañeros. James, su sustituto a veces, su aliado en otra, fue aun peor. Adams aliviaba con puntos (no con porcentajes) su mala actuación. James ni eso y además su dirección fue más que deficiente. Así son ambos, protagonistas en lo bueno y en lo malo, férreos en su autoestima, eso sí.

Y en ese mar, el Herbalife fue creciendo, con un acierto encomiable en los tiros libres, pero sobre todo invirtiendo los factores del primer partido: esta vez el rebote fue suyo, el acierto fue suyo y el trabajo fue suyo. Oliver y Pankos dirigían y anotaban, Salin, que regresaba tras un dolor de espalda, anotaba siempre que hacía falta un triple y Omic se sostenía a duras penas con Bourousis, bien ayudado por Aguilar, en ocasiones, por Savané en otros casos.

Que no hay dos partidos iguales es una perogrullada; que dos equipos pueden hacer dos partidos absolutamente opuestos es más habitual. Al Baskonia solo le sostenía el húngaro Hanga, que a pesar de sus migrañas hacía el trabajo de todos sus compañeros: anotaba, contraatacaba, taponaba y asistía. Lo suyo fue un espectáculo, por lo que tenía de jugador solo ante el peligro.

Al descanso se llegó con 12 puntos arriba para el conjunto canario. Había pasado casi una hora y el Baskonia por fin puso su reloj en marcha. Conceder dos cuartos es demasiada concesión ante un equipo poderoso como el Herbalife. Un parcial de 0-7 a favor de los de Aito parecía romper definitivamente el partido, pero el Baskonia, más ajustado en defensa, respondió con un parcial de 11-0. El tercer cambio fue un intercambio de rachas y canastas y el momento decisivo llegó en el último cuarto con seis puntos de ventaja canaria. Seguía el duelo de triples, pero seguían los errores de Adams, nervioso porque su heroísmo decrecía. Hasta a cuatro puntos llego a situarse el Baskonia. Un espejismo. El Gran Canaria alcanzó la victoria final (93-87) y se va para Vitoria a jugarse el todo por el todo.

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