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De ‘football’ a fútbol

Los campos estadounidenses cambian el césped y los sistemas informáticos para el torneo

Los jugadores haitianos en el MetLife Stadium, antes del partido contra Ecuador.
Los jugadores haitianos en el MetLife Stadium, antes del partido contra Ecuador. EFE

La historia cuenta que los estadounidenses llaman soccer al fútbol por culpa de los británicos. Hay hasta estudios universitarios dedicados al asunto en los que se explica que el origen del choque verbal está en una abreviación de la palabra A(ssoc)iation, a la que se le sumó el sufijo -er para formar un nombre que sonara bien. Y también guías para reconocer las diferencias lingüísticas entre el fútbol que se juega con el balón esférico y el football de la pelota ovalada. Al campo se le llama pitch en inglés y field en americano. Lo mismo pasa con partido (match y game), botas (boots y cleats) o prórroga (extra time y overtime).

Lo cierto es que se trata de disciplinas deportivas muy diferentes aunque en realidad el nombre suene igual. Eso, en cierta medida, representa un reto logístico y operativo para los estadios que acogen la Copa América Centenario, como el imponente Metlife en East Rutherford (Nueva Jersey). Con capacidad para congregar a 82.500 seguidores, el estadio de fútbol americano está valorado en 1.600 millones de dólares, una suma que le convierte en uno de los complejos deportivos más caros del mundo, si no el que más.

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Es también uno de los más modernos. Se inauguró en abril de 2010 y en solo seis años se ha convertido en escenario de memorables eventos deportivos, como la Superbowl XLVIII o los cuatros de final de la Copa de Oro. El 26 de junio sumará la final de la Copa América. El Metlife, además, es el único de la liga de fútbol americano que comparten dos equipos: los New York Giants y los New York Jets. Y ha sido escenario de grandes eventos en el mundo del entretenimiento como conciertos musicales de Bruce Springsteen, Bon Jovi y Taylor Swift.

Eso le da ventaja al convertir el complejo para acoger los encuentros del torneo con más salero del continente sin renunciar a la manera en la que a los estadounidenses les gusta celebrar el football. El exterior del Metlife celebró así durante varias horas una gran fiesta el pasado domingo, cuando decenas de miles de seguidores de la selección de Ecuador tomaron con sus barbacoas el aparcamiento. El consumo del alcohol, por cierto, está prohibido en los lugares públicos.

Como explica Nicole Fountain, responsable de relaciones públicas del Metlife, “lo importante es que los seguidores muestren sus colores”. A partir de ahí el estadio tiene solo cinco estructuras fijas para facilitar que pueda mutar en cada evento: la que soporta el nombre de su principal patrocinador en el centro del complejo (Metlife) y la de los anunciantes en las cuatro esquinas que hacen de acceso. “En total hay 1.100 componentes móviles que se ajustan a las necesidades de cada momento”, precisa.

Partido del Real Madrid

El mayor de estos elementos afecta al terreno de juego. Los partidos de fútbol americano se disputan sobre una superficie sintética a la que se le llama turf. Tiene hasta modelo, el UBU Speed S5-M. El césped artificial del Metlife se levanta en la zona de anotación cada vez que los Giants o los Jets juegan en casa, es decir, una veintena de veces por temporada. “Hay semanas en las que tenemos que hacer el cambio con solo una noche de margen”, señala Fountain.

Para los encuentros de Copa América, el turf se sustituyó por completo por césped natural. Eso llevó dos días. El estadio cuenta con cerca de un centenar de empleados que trabajan de manera permanente en el complejo aunque dispone de un equipo especial a cargo de su transformación cada semana. La planificación de los tres encuentros de la Copa América comenzó en noviembre, cuando se conoció que fue uno de los 10 estadios elegidos para el torneo.

La conversión no afecta solo al terreno de juego. El sistema informático se adapta para ajustarlo a los dos tiempos de 45 minutos en los que se desarrolla un partido de fútbol internacional. Los partido de football americano acaban cuando se cumple el tiempo reglamentario. En el fútbol, sin embargo, es el árbitro el que decide si lo prolonga más allá del minuto 45 de la primera parte o el 90 en la segunda. Eso crea conflicto en los sistemas.

El antiguo estadio de los Giants ya acogió siete partidos del Mundial de 1994. También vivió la explosión del Cosmos entre los años setenta y ochenta. Aquel complejo se derribó al concluir la temporada de la NFL de 2009, tras tres décadas operativo. Como su predecesor, el Metlife hoy sigue respirando fútbol. El próximo agosto acogerá un encuentro de exhibición entre el Real Madrid y el Bayern de Múnich en el marco de la International Champions Cup.

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