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Funes Mori, el americano

El defensa argentino, consolidado como titular tras solo 10 partidos, vivió ocho años en EE UU

Ramiro Funes Mori ensaya una salida contra Bolivia ante la atenta mirada de Martino.
Ramiro Funes Mori ensaya una salida contra Bolivia ante la atenta mirada de Martino.REUTERS

Uno de los aspectos más destacados de la selección argentina en esta Copa América es la línea defensiva. Para el Tata Martino no es nuevo, él fue quien eligió a los intérpretes que comenzaron a funcionarle en las eliminatorias. Y entre los hallazgos hay uno que sobresale por su altura (1,86m) y su desempeño: Ramiro Funes Mori, el central del Everton.

Los Funes Mori llegaron a Estados Unidos desde la provincia de Mendoza. Allí vivieron durante ochos años en los que los mellizos, Ramiro y Rogelio, crecieron hasta casi cumplir la mayoría de edad. A los 17 años viajaron a Buenos Aires. A diferencia de lo que pasa con la mayoría de los jugadores argentinos, ellos no jugaron en divisiones juveniles en River Plate, club en el que debutaron profesionalmente. Por aquellos tiempos, en 2008, Ramiro jugaba de volante central y asistía a su hermano Rogelio para que este anotara goles. Pero en Nuñez lo pusieron de defensa, en la quinta división (para los jugadores de 17 y 18 años de edad).

“Tengo sangre argentina, pero acá hice parte de mi vida. Vivir en Estados Unidos fue difícil al principio, porque no sabía el idioma, pero después del primer año fue más fácil para mí y para mi hermano”, confesó Ramiro a la prensa. Durante los años de permanencia en el país del norte, los mellizos jugaron y se formaron en el campus del Arlinghton High School, la cuna futbolística en Dallas, y fueron primero y segundo en un reality show organizado por la Major League Soccer. Hasta que un día la familia decidió volver.

Entonces, fue un salto lo que volvió a cambiar la vida de Ramiro Funes Mori. Lo dio en la mítica Bombonera, la tarde noche del 30 de marzo de 2014, y dejó sin voz a 50.000 almas. Hacía 10 años que River no ganaba en la casa de su viejo rival, el partido estaba 1-1 y cuando el reloj marcaba 40m 45s del segundo tiempo, el dorsal 6 millonario se elevó por encima de todos, como en un line de rugby, y conectó de cabeza un saque de esquina para sellar la victoria rojiblanca. Esa tarde nació el ramirazo, un recuerdo imborrable para los hinchas de River. Y eso que FM6 (su código futbolero) siguió llenando de alegrías a los millonarios.

Ningún jugador que haya pasado por River reconocerá jamás como un título el torneo de ascenso de 2011. Sin embargo, Ramiro lo jugó y lo ganó junto a su hermano mellizo Rogelio, un resistido de los hinchas millonarios. Fue Matías Almeyda el entrenador que lo hizo debutar en ese torneo, en la goleada por 4-1 ante Gimnasia de Jujuy. Después del ascenso, se ganó la confianza de un peso pesado de River: el ahora exentrenador de Paraguay, Ramón Díaz. Bajo su dirección ganó la liga argentina de 2014, la del ramirazo.

Peinado gardeliano y porte recio, a la medida del defensa argentino.
Peinado gardeliano y porte recio, a la medida del defensa argentino.AP

Al Everton

Pero lo mejor estaría por venir: Ramiro Funes Mori integró el súper equipo conducido por Marcelo Gallardo, en el que River se consagró campeón de la Copa Sudamericana, la Libertadores y la Recopa Sudamericana, entre otros títulos. Europa no se hizo esperar. El Everton de Inglaterra lo compró el año pasado por ocho millones de dólares, una cifra récord para un defensor en la historia de River. Hace 10 partidos que fue convocado por Gerardo Martino para la selección albiceleste y FM6 los ha jugado completos; además, siempre que jugó, la selección no perdió. El Mellizo, de 25 años, lleva ocho triunfos y dos empates y parece haberse ganado el puesto desde el primer segundo en que se calzó la camiseta. Hoy forma con Otamendi, otro futbolista que hace carrera en Inglaterra (Manchester City), la pareja titular de centrales, en un entramado defensivo que tiene a Mascherano y a Agusto como primera barrera en el centro del campo, con Banega como enlace con los delanteros.

El entrenador confía tanto en él que ante Bolivia lo puso a marcar la banda izquierda, como en aquella tarde noche del ramirazo. Él nunca se queja y hace lo que le piden. El único del plantel que puede considerarse un local, sabe bien que a su vida de película le hace falta una escena final en Nueva York.

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