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Valverde, Yates, Sagan, el español, el blanco y el verde

Tres corredores que se ganaron aplausos y admiración

C.A.
Valverde al empezar la última etapa del Tour.
Valverde al empezar la última etapa del Tour. KENZO TRIBOUILLARD (AFP)

Ganó Greipel, un alemán, el sprint final en unos Campos Elíseos blindados, con policías armados de fusiles de asalto entre los aficionados y los grandes camiones que transportan la estructura móvil del Tour por toda Francia cerrando las calles que desembocan en la gran avenida de París. Tras el God Save the Queen, escuchado en el podio flanqueado por el nuevo francés Bardet y el habitual Nairo, por tercera vez a su lado, ahora tercero, Froome agarró el micrófoco y, en francés, se acordó de las víctimas de Niza, a cuyo lado el Tour es secundario, y terminó, con gran sentido del valor del momento, con un emocionado Vive la France.

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No hubo más españoles en el podio que los del Movistar, ganador por equipos.

Froome echó de menos a Contador, el tercer favorito, herido el primer día y retirado cinco más tarde, y también el aficionado español, que debió conformarse con hacer cábalas sobre su papel inevitablemente heroico frente a la máquina Sky y sobre lo que habría sido de Valverde si no fuera porque mandaba Nairo en su equipo. Ajenos a los debates estériles, un eslovaco de verde y un inglés de blanco se ganaron el aplauso y la admiración. El inglés, Adam Yates, de 23 años, por su tenacidad para agarrarse a un puesto en el podio, primero, y a la cuarta plaza después, en su segundo Tour, una carrera que ya es la suya. El eslovaco, San Pedro Sagan, por ser el único con personalidad suficiente para romper un Tour estereotipado, signo, síntoma y señal del ciclismo del siglo XXI, en el que el pelotón ya no se pinta con pinceladas cuidadosas sino con brochazos bastos, manchas de color que son los equipos, siempre más importantes que los corredores.

También a Purito Rodríguez, entre los españoles, le gusta ser más individuo que miembro de un equipo, como demostró en un Tour en el que anunció su retirada. Tiene 37 años Purito y la familia le quiere en casa, y a ellos les dedicó un último Tour en el que quedó séptimo sin hacer ruido gracias a su sabiduría, su experiencia y el carácter que mostró en su última ascensión en Francia, la Joux Plane bajo el diluvio que le permitió extraerse del pelotón y mostrarse espléndido en su individualidad. Es su forma de prepararse para los Juegos Olímpicos, quizás su última carrera.

Sin presión alguna

Valverde hizo más ruido para terminar sexto magnífico después de su tercer puesto en el Giro hace dos meses. Lo hizo porque corría sin presión alguna: si no conseguía un buen puesto nadie le iba a pedir cuentas. Esto era así porque tenía a su cargo a Nairo, su líder en el Movistar, para cuyos ataques debía preparar el terreno acelerando, para cuya defensa debía marcar. Solo hubo un ataque, el malhadado de Finhaut-Emosson que reveló en su plenitud que el colombiano no estaba tan fuerte como creía él y temían los rivales. Eusebio Unzue piensa aún que si no se mueve ese día para lanzar a Nairo, Valverde habría quedado tercero en el podio. Es una cábala más. El murciano marcha ahora como líder del equipo español a los Juegos de Río, a los que, para confort de Unzue, ha renunciado Nairo, que cree estar enfermo. “Sin los Juegos llegará mejor a la Vuelta”, dice el patrón del Movistar.

De Adam Yates, de Manchester, dicen en su equipo, el Orica, que parece que de pequeño se cayó en la marmita junto a su hermano gemelo, Simon, ausente, tal es su calidad. En el Tour se hizo famoso la primera semana porque le cayó encima el arco del último kilómetro bajando el Aspin, donde había atacado, y en la última por su capacidad de recuperación y de aprendizaje. Como a los demás, pedirle que atacara al final sería excesivo.

A Sagan le dicen como elogio que es el nieto de Eddy Merckx y él tuerce el morro. “Soy nieto de mis abuelos”, dice, igual de serio que cuando le preguntan si no se va a cortar la melena. “Esa pregunta no tiene sentido”, responde y se lanza al ataque en cualquier terreno sin pensar en el ahorro. Ha ganado su quinto maillot verde consecutivo y tres etapas y el dorsal de supercombativo que se le queda pequeño: para el campeón del mundo, el único ciclista diferente, y bueno, del Tour, habría que crear un premio especial.

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Sobre la firma

C.A.
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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