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“¡Por supuesto que Ray ganará una medalla!”

En Río de Janeiro, Gervasio Deferr será espectador de la actuación de su heredero, y no duda ni un segundo de su éxito

Carlos Arribas
Ray Zapata, durante un entrenamiento en el CAR.
Ray Zapata, durante un entrenamiento en el CAR.LUIS SEVILLANO

“¿Que si Ray va a ganar una medalla? ¡Por supuesto!”.

Gervasio Deferr salta y no para de acá para allá en el hotel de Copacabana en el que el Comité Olímpico Español (COE) aloja a sus colaboradores. Deferr, doble campeón olímpico de salto y plata en suelo, es una bomba con una camiseta sin mangas, una gorra echada para atrás, chancletas muy brasileñas y playeras y unas bermudas recortadas rozando sus durísimos cuádriceps de campeón. Y su energía, que se cruza en el vestíbulo del hotel oscuro con los ciclistas.

“Sobre todo, ruego que Ray no quede cuarto como quedé yo en el suelo de Atenas. Fue como si me clavaran un cuchillo en el corazón. Es un dolor”, dice el gimnasta catalán, tan expresivo en sus gestos como un mimo atómico, como lo es cuando a los chavales del gimnasio del barrio de La Mina a los que enseña lo básico les dice que tienen que clavarlo. Y cuando ellos le dicen, ¿qué es clavarlo?, da unos giros en la barra y cae clavado al suelo. “Eso es clavarlo”. Y, como le dijo a Zapata la primera vez que lo vio, a los 16 años del chaval que llegado de la República Dominicana descubrió que lo suyo era botar. “Tienes que clavarlo, Ray. Tienes que ser un Pirelli, Ray, la potencia sin control no sirve de nada”.

“Ray ha hecho muy bien centrándose solo en suelo, como hice yo en Pekín. Él tiene un muy buen primer salto y tenía casi a punto un segundo, pero aún le faltaba algo”, dice Deferr, que trabajó unos años con Zapata en el CAR de Barcelona hasta que este se fue a Madrid con Fernando Siscar. “Me ha dicho Ray que para clasificarse hará un primer buen ejercicio, pero sin mucho riesgo, aunque puntúe menos, y se guardará lo más fuerte para la final. Es la estrategia de su entrenador. Yo no era estratega, yo iba siempre a tope, desde el primer ejercicio. Si me salía bien, eso me permitía llegar a la final ya con buena puntuación y más tranquilidad. Ray calcula más, pero tiene que tener en cuenta que un error pequeño si el ejercicio no es de gran dificultad le puede dejar fuera… Pero, nada, nada. Seguro que lo hará muy bien, lleva meses preparándolo así y no va a cambiar a última hora, ¿no?”.

Hiperactivo e hiperenergético, en el CAR de Sant Cugat, Deferr enseña acrobacias a los jóvenes del snowboard y en Río, junto a la playa, se entusiasma pensando que el surf será olímpico y que él podría hacer algo enseñando a los españoles. “Una vez vi a un surfista que ganó una Copa del Mundo haciendo un salto mortal sobre la tabla. Iba en una ola muy pequeña y se le ocurrió eso para llamar la atención...”, dice, y casi hay que frenarlo para que no demuestre en la práctica cómo fue aquello que vio.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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