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El Barça acaba con la idea del Sevilla

El equipo de Sampaoli, débil en ambas áreas, cae ante la pegada del cuadro catalán, superior en una buena segunda mitad ante el desplome físico y táctico de los andaluces

Rafael Pineda
Suárez celebra un gol junto a Messi y Arda.
Suárez celebra un gol junto a Messi y Arda. Aitor Alcalde (Getty Images)

A Sampaoli le falta un mundo para que su Sevilla salga de la probeta y se convierta en un equipo fiable. El Barcelona, algo gris en el primer tiempo, contundente en el segundo, pegó primero en la final de la Supercopa, dejando empequeñecido el proyecto del entrenador argentino. Mientras tuvo fuerzas, el Sevilla apretó bien al Barcelona, que no obstante siempre gozó de las mejores ocasiones a pesar de un primer tiempo con algunas dudas y un ritmo bajo.

Sampaoli, que presume de tenerlo todo controlado, no se dejó ningún defensa en el banquillo para suplir al lesionado Escudero. Además, tardó un mundo en ordenar el cambio del lateral por Sarabia. En ese instante clave en superioridad numérica, el Barcelona golpeó con crudeza y precisión, gracias a Luis Suárez después de una monumental dejada de Arda a pase de Denis Suárez. Gobernando mejor el partido ante el desplome del Sevilla, Rico salvó a su equipo con un par de excelentes intervenciones hasta que Munir hizo el segundo. Fueron dos golpes que noquearon a un rival confuso, perdido en su propio laberinto. Sin capacidad para crear peligro y con una defensa débil y fácilmente superable, el Barcelona pasó por encima del Sevilla en la segunda mitad para llevarse media Supercopa. Le queda un mundo a Sampaoli y su idea. Habrá que tener paciencia porque los experimentos ante equipos como el Barcelona suelen acabar en derrota. Sobre todo si no se tira a la puerta rival.

Todo sabe a nuevo en el Sevilla. Un equipo difícilmente identificable, moldeado a su gusto por Sampaoli, profeta de un ideario desconocido en un Sevilla labrado desde la fortaleza defensiva y el contragolpe. Se atisba una temporada interesante en Nervión.

En el Barcelona, pocos cambios. Luis Enrique optó por su formato más reconocible, sin un solo fichaje en el once, con Mathieu en el lateral izquierdo ante la ausencia de Alba. Con Neymar en busca del dorado oro olímpico, Arda buscó la parte izquierda del tridente, al lado de los temibles Luis Suárez y Messi.

El riesgo que asumió Sampaoli fue tremendo. Sus hombres presionaron la salida del balón del Barcelona. Embelesado por su entrenador, el Sevilla apretó, jugando al filo de la navaja. En la primera ocasión que el Barcelona rompió la línea de presión del conjunto andaluz, Luis Suárez se quedó solo ante Rico. El portero salvó el gol, y, de paso, la idea indeleble de Sampaoli.

Lo pasó mal el Sevilla porque Arda no ejecutó bien una chilena en otra clara ocasión del Barcelona. Fueron 11 minutos de pánico del Sevilla, que, sin embargo, se rehízo. Su fórmula fue una rabiosa intensidad, sin claridad a la hora de sacar el balón, pero con mucha fe en el robo de balón. Con un punto más en lo físico, aupado por un Nervión hasta la bandera, el Sevilla dejó momentos emotivos, aunque sin tirar a puerta. El Barcelona dio un paso atrás, sometido ante la pasión local. El Sevilla lo mismo presionaba con seis futbolistas que se dejaba pillar al contragolpe en inferioridad.

El Barcelona fue sufriendo el desgaste, sin noticias de Messi. Demasiado lento para combinar con precisión, sin aire para buscar el espacio y los desmarques. Vicios típicos de estas alturas de preparación, a lo que se añadía los efectos de la calurosa noche de agosto sevillana.

Cayó Mathieu a los 27 minutos e Iniesta a los 35. Entraron Digne y Denis Suárez. Con el Sevilla empujando, pero sin crear peligro, el partido fue entrando en una zona muerta. Solo Vitolo, muy rápido y potente a estas alturas de temporada, era capaz de superar las líneas del Barcelona.

Los de Luis Enrique no perdonaron en la segunda parte. El Sevilla se desplomó en lo físico y el cuadro catalán apretó y supo marcar con claridad las diferencias. Primero con una soberbia combinación que culminó Luis Suárez, insaciable. Luego, con una magnífica definición de Munir. La idea de Sampaoli era ya historia. El Barcelona, que apenas necesitó a Messi, acabó con el partido haciendo gala de la gran diferencia que existe entre un grande y un proyecto de equipo: la fortaleza en ambas área. Sin ella, conceptos como la posesión pierden importancia.

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