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España pone su anhelo en Ortega

El vallista, cubano hasta hace un año, debuta con la camiseta roja y es uno de los favoritos en los 110 metros vallas

Carlos Arribas
Orlando Ortega, en un competición en febrero.
Orlando Ortega, en un competición en febrero. G. Michalowski (EFE)

“A mí, la Supercopa del Madrid me dio más alegría que la medalla que pueda ganar en Río”. Lo dice una vez y lo repite, por si alguien no se había enterado. A Orlando Ortega, el mejor vallista del mundo los últimos años y madridista desde niño, le gusta más el Madrid que él mismo. Y le gusta por lo que fastidia a la gente que gane. “A todos los que conozco les sienta fatal que gane el Madrid”, dice. “Sobre todo a mi padre, que es del Barça”.

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Alguien que habla así es imposible que pierda.

Ortega, cubano hasta hace un año, es uno de los favoritos para la victoria en los 110 metros vallas, la madrugada del miércoles. En su primera actuación como español se le ha cargado con el estandarte de las esperanzas del segundo reemplazo del equipo atlético, después de que el primero, el encabezado por el marchador Miguel Ángel López, tuviera una actuación tan invisible como la de la selección rusa, que no está.

“Nada está escrito. Yo no soy aún medallista y no hay medalla asegurada”, advierte Ortega, quinto en su debut olímpico en Londres, con solo 20 años, en la final en la que Aries Merrit, ausente de Río tras sufrir un trasplante de riñón, ganó con 12,92s un mes antes de dejar el récord del mundo en 12,80s. La mejor marca mundial desde entonces son los 12,94s de Ortega hace un año. “No estoy presionado ni preocupado por las medallas. Iré paso a paso y si, gracias a Dios, llego a la final y gano una medalla, felicidades”.

Ortega, tan prudente cuando habla, tiene un plan que parte de su gran maestría técnica. Es de los pocos atletas que sin arriesgar es capaz de correr en menos de 13,10s. Con esos tiempos, podrá llegar a la final, donde ya sí atacará agresivo, arriesgando, en busca de la victoria. La técnica, lo que le distingue junto a su calidad muscular, su elasticidad y su velocidad, se la debe a su padre, que fue su entrenador cuando empezaba, de niño, antes de que lo reclamaran desde el centro nacional de La Habana, y volvió a serlo cuando abandonó Cuba, en agosto de 2013. El resto, sus calidades físicas, se las debe a los genes heredados de su abuela, velocista, y de su abuelo, futbolista.

Sebas Martos regresa a la Villa Olímpica

Cuatro años le han pasado volando a Sebas Martos, que regresa a una Villa Olímpica, pero esta vez para quedarse. “Y no vengo solo a participar, sino a darlo todo”, dice. El obstaculista de Jaén, víctima de una situación surrealista, durmió una noche en la de Londres, antes de ser desalojado para hacer hueco a Ángel Mullera.

Unas semanas antes, el CSD pidió que Mullera no fuera a Londres por sospechas de dopaje. En su lugar, llamaron a última hora a Martos, quien cuando se preparaba para debutar olímpicamente, recibió una nueva llamada: el TAS había decidido que no se podía prohibir la participación de Mullera. Martos hizo la maleta y se fue.

“Ojalá nadie tenga que pasar nunca por lo que pasé yo”, dice Martos. “Pero cuando salí de Londres decidí no volver a pensar en aquel mal trago. El tiempo ha pasado muy rápido y aquí estoy. Me he ganado estos Juegos”. Mullera está en estos momentos suspendido por dopaje.

En Río no estarán ni Merrit ni el campeón del mundo de Pekín, Serguei Shubenkov, castigado por ruso, ni otros grandes nombres que han llenado la década, como Hansle Parchment, David Oliver, Dayron Robles o Jason Richardson. Ausencias que deberían propiciar una revolución generacional en las vallas y aumentar el favoritismo de Ortega. “Pero eso no es así. Faltan grandes nombres, sí, pero eso no quiere decir que vaya a ser más fácil ni le quita nivel a la competencia. El 110m vallas es una carrera de mucha calidad y aquí hay muchos grandes, empezando por mí”, dice Ortega. “Serán tres carreras fuertes, muy duras, en dos días. Habrá que competir y esperar hasta la última valla [la 30ª que deberá franquear] para ver quién se lleva las medallas”.

La reflexión de López

El jamaicano Omar McLeod (12,97s su mejor marca) ha sido el dominador de la temporada con un estilo tosco pero muy fuerte. Después de unos trials revolucionarios, de Estados Unidos llegan tres novatos, Devon Allen (13,03s), más jugador de fútbol americano en la universidad que atleta, Jeff Porter (13,08s) y Ronnie Ash (12,99s), y de Francia, el país de la tradición de Guy Drut y del academicismo en el paso de vallas, estarán Dimitri Bascou (13,12s), Belocian (13,28s) y Martinot-Lagarde (12,95s). Entre ellos estarán las medallas. Tres españoles, Carlos Sala, Javier Moracho y Jackson Quiñónez, ya han disputado una final olímpica.

Mientras, el marchador Miguel Ángel López sigue meditando sobre lo que le pudo haber ocurrido el viernes para acabar tan mal, y reflexionando sobre los consejos de su entrenador José Antonio Carrillo, que a veces cree que su atleta se tomó muy en serio los Juegos, cuando él le repetía una y otra vez que eran una carrera más. El sábado se entrenó para romper la tensión de la competición y el domingo se lo tomó libre antes de empezar a preparar los 50 kilómetros del viernes. Los demás participantes, ninguno de los cuales logró pasar ayer de serie o de semifinal, entonaron su mea culpa y desaparecieron de escena, dejando pasar a la remesa de Ortega, el triplista Pablo Torrijos y los obstaculistas. También llegaron Concha Montaner, que vuelve a la mejor competición después de unos años complicados, y las debutantes Sabina Asenjo (disco) y Mar Jover (longitud). Todos prometieron dar lo máximo, llegaran donde llegaran.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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