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El Real Madrid remonta en el último suspiro al Sporting

El equipo de Zidane, con goles de Cristiano y Morata, vence a un rival superior durante una hora

Morata celebra el segundo del Madrid.
Morata celebra el segundo del Madrid.ÁLVARO GARCÍA
José Sámano

Cuando están por el medio el Madrid y la Copa de Europa no hay más ilógica que la lógica madridista. Es historia pura lo de ese Madrid funambulista que resuelve por la heroica final. Una película recurrente que se repitió en el Bernabéu, donde durante una hora el equipo tuvo el azote de un buen Sporting de Lisboa. Pero en Chamartín, como consta en las enciclopedias, no mengua el tiempo. Con el arreón final marca de la casa, el Madrid evitó un chasco con goles de Cristiano y Morata en el penúltimo y último suspiro. Hasta entonces, el equipo se vio ante un inopinado precipicio.

No le conviene al Madrid que Casemiro sea el protagonista principal. Estupendo como actor de reparto, que el foco del partido sea el brasileño supone que en el devenir del mismo ha primado la intendencia. Así fue durante todo el primer acto, con los madridistas sometidos por un Sporting muy bien articulado, con descaro y personalidad. Colgado de Casemiro, que iba de asalto en asalto con el pelotón de adversarios, el Madrid no fue capaz de dar con la tecla. Demasiado tieso para enfilar a un contrario que comprimió las líneas, selladas con pegamento lejos de su portería.

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El campo de minas de los lisboetas requería jugar a un toque, ensanchar el campo y que corriera la pelota no el jugador. Nadie descifró el intríngulis, ni siquiera académicos de primera categoría como Kroos y Modric, muy parejos con Casemiro, sin soltura para infiltrarse entre las filas del conjunto luso. Parasitado el Madrid, el Sporting desfiló con una sorprendente fluidez. El club lisboeta siempre fue la gran factoría del fútbol portugués y, pese a su escaso vuelo en Europa, ahora tampoco le faltan buenos peloteros, caso de Adrien Silva, William Carvalho y esa veta juvenil que es Gelson Martins. El caboverdiano mantiene la fabulosa tradición de los extremos acunados en el vivero sportinguista: Futre, Figo, Cristiano... Hoy despunta Gelson, un tiro cuando pilla pista, una pesadilla constante para Marcelo y sus colegas. Por suerte para el Madrid y desgracia del Sporting, el equipo portugués, tan pulcro para el juego, tiene un cuerpo extraño, Bas Dost, un ariete pértiga, un gigantón holandés que no cuadra con el molde del equipo. Tan marciano parece Dost que sus compañeros reniegan de buscarle por los aires, lo que le deja en la nadería.

Tan chato estuvo el Madrid que apenas generó descargas cerca de Rui Patricio, que, durante una hora, pasó la noche más plácida que jamás, ni por lo más remoto, hubiera soñado. Hasta el empujón final, apenas un disparo de su compatriota Cristiano desde muy lejos. El grupo de Zidane solo amagaba por la ruta de Carvajal y Bale, los únicos en comprender la necesidad de buscar el espacio, no el juego al pie. El Sporting respondió con más armonía que remate, consecuencia de las bajas al cierre del mercado de Joao Mario y el argelino Slimani, autor de 27 goles en la última liga lusa. Al margen del chocante Bas Dost, le queda el brasileño Bruno César, un zurdo de buen golpeo. Lo demostró al minuto, con un disparo combado con el que casi bate a Kiko Casilla. Y así se estrenó tras el intermedio. Un remate calcado, pero esta vez con mayor puntería. Todo un suceso en Chamartín, donde en la edición anterior de la Champions nadie anotó.

Gareth Bale del Real Madrid (d) intenta para el balón con la presencia de Sebastian Coates del Sporting.
Gareth Bale del Real Madrid (d) intenta para el balón con la presencia de Sebastian Coates del Sporting.Denis Doyle (Getty Images)

El acierto de Bruno César cambió el guion. El mundo al revés, el gol hizo daño al Sporting y puso en danza al Madrid. Se agitaron los banquillos y cada relevo mejoró al Madrid y empeoró al equipo visitante, desarticulado sin Silva y Gerson. Todos se enchironaron cerca de su meta. De una tacada, Zidane prescindió de Benzema, que no dejó migas, y Bale, aquejado por un choque con Coates al término del primer tiempo. Con Lucas, Morata y James el Madrid subió el volumen, tuvo otro brío y acorraló a su rival, ya sin salida.

Cada jugador llegado del banquillo le dio otro impulso al Madrid, con el incordio de Morata, el rema que rema de Lucas y el buen toque de James. En 20 minutos el Madrid multiplicó su producción ofensiva. Nadie tuvo más cerca el gol que CR. Ver para creer, su remate, dentro del área pequeña, a un palmo de la red, se estrelló con el poste. Lo remedió con un golazo de falta al que ni tres porteros encadenados hubieran evitado. Una diana reseñable, la primera que no festeja el luso. Asuntos de la morriña. En plena efervescencia blanca, surgió el Madrid más Madrid, ese que tantas veces se libra en el alambre. En la prolongación, Morata cazó un cabezazo a pase de James. Las remontadas madridistas son infinitas. Y sus brindis justo en los últimos tragos, no digamos.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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