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El Real Madrid marca territorio ante Olympiacos en el estreno de la nueva Euroliga

Llull y Doncic marcan territorio y permiten a los blancos presentar sus credenciales en la máxima competición continental

Faustino Sáez
Llull intenta anotar ante Birch.
Llull intenta anotar ante Birch.Kiko Huesca (EFE)

El Real Madrid presumió de solvencia y repertorio imponiéndose a Olympiacos (83-65) en el primer partido de la Euroliga del todos contra todos. Con Llull arrollando en la presentación y desatando la fiesta en el desenlace y con Doncic ilusionando durante el nudo de la novela, los de Laso escribieron una victoria de las que marcan territorio y acreditan potencial. Ni la mística de Spanoulis, ni la constancia de Printezis, ni el arrebato tardío de Lojeski pudieron sujetar a un equipo que gana al trote y al galope. No decae la ambición blanca.

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La nueva era de la competición europea comenzó con desajustes en los marcadores electrónicos del pabellón, incapaces de actualizar el tanteo en tiempo real y también de corregirlo en diferido durante toda la primera mitad para irritación de la concurrencia, y con apagón digital de la web oficial del torneo. También se atascó la impresora encargada de dar suministro estadístico a la tribuna de prensa. Sí respondieron en cambio desde el salto inicial los dos iconos del partido. Llull y Spanoulis acapararon el protagonismo y la producción de sus equipos en un pulso que prescindió del protocolario tanteo para desatar las hostilidades sin apenas romper a sudar. Cuerpo y alma del conjunto de Laso, el menorquín anotó 15 puntos, con un tres de tres en triples, en sus primeros nueve minutos sobre la cancha y se encargó de encarrilar la noche para los blancos (24-17, m. 10).

Lastrado por sus pobres porcentajes de tiro en el inicio de partido, Olympiacos logró afianzarse a duras penas gracias a su dominio del rebote ofensivo (1-8 al descanso). Sfairopoulos no eludió la batalla a campo abierto y, ante la insuficiencia de sus grilletes defensivos, buscó la agitación mezclando en la pista a Hackett, Green y Spanoulis. Carroll asumió el relevo anotador durante el viaje de Llull al banquillo, pero la fórmula rojiblanca funcionó y los griegos se apuntaron el segundo parcial (18-23). El impulso de Doncic no terminó de equilibrar el aterrizaje en el partido de Printezis, Agravanis y el propio Hackett (42-40, m. 20).

Epicentro de los focos, una antideportiva de Spanoulis sobre Llull fue el primer episodio destacable a la vuelta de la caseta. El baile entre Ayón y Birch subió los decibelios en la pintura, pero el centro de operaciones se siguió dirimiendo entre los dos artificieros de cada bando, gobernadores de la pizarra y dueños de los biorritmos de sus tropas. La renovada exigencia a la hora de penalizar la interrupción de los contragolpes, llevó a Spanoulis a la línea de tiros libres por otra antideportiva, ahora de Taylor. Los tiros libres del base griego y un triple de Mantzaris devolvieron la ventaja a Olympiacos (49-51, m. 26). Pero el optimismo griego se diluyó en un santiamén.

Con Randolph, Hunter y Draper destemplados, fueron Rudy y Doncic (siete y cinco rebotes respectivamente) los que se encargaron de construir la reacción definitiva del Madrid. El canterano madridista sacó una técnica aprovechando un improcedente manotazo de Agravanis y los locales voltearon de nuevo el marcador para entrar en la recta de meta en una posición muy ventajosa tras un contundente parcial de 15-2 (64-53, m. 31).

Despertó a lo grande Lojeski con nueve puntos consecutivos al comienzo del tercer cuarto que permitieron a su equipo agarrarse a la cornisa, pero se agrandó Doncic haciendo la cobertura a Llull y Carroll dio un pequeño estirón a su hoja de servicios. Con Maciulis y Suárez fuera de la convocatoria y sin carrete para Nocioni por la presencia de Thompkins, Laso movió su fondo de armario con una cadencia inabarcable para Olympiacos. Los griegos llegaron desfondados al repecho final y el Madrid aprovechó para lanzar el demarraje que elevó su renta hasta la frontera de los 20 puntos (83-65). Doncic se encargó de poner en marcha el tocadiscos. La joya eslovena volvió a dar otro bocado a su proceso de consagración antes de lanzarse a comerse el mundo. Un triple y una asistencia para el alley-oop de Hunter remataron a los del Pireo y otro triple de Llull certificó el solvente estreno de los blancos en la nueva Euroliga.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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