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Cibulkova, la ‘pulga’ contra el sistema

La eslovaca, citada en la final con Kerber, desafía al canon del circuito por su complexión. Con 1,61 de estatura, es la jugadora más baja del 'top-10', pero compensa el déficit físico con movilidad y nervio

Alejandro Ciriza
Cibulkova celebra el triunfo contra Kuznetsova.
Cibulkova celebra el triunfo contra Kuznetsova.WALLACE WOON (EFE)

El Masters de Singapur medirá este domingo (13.30, Teledeporte) a sus dos elegidas de esta edición. Una de ellas es Angelique Kerber, la número uno, lo cual no deja de estar dentro de los parámetros lógicos. La alemana se deshizo de la defensora del título maestro, Agnieszka Radwanska (6-2 y 6-1, en 1h 15m), y tendrá mañana enfrente a una jugadora a la que paradójicamente rescató en el round robin y que ha roto todos los pronósticos en Singapur. Es Dominika Cibulkova, eslovaca, la culpable de que la bonita odisea de Svetlana Kuznetsova durante las dos últimas semanas no haya tenido un broche más brillante. La rusa, que llegó al torneo con el tiempo justo para cambiarse y coger la raqueta, cedió (1-6, 7-6 y 6-4, tras 2h 27m) y se agarró tal mosqueo que ni siquiera estrechó la mano de su rival al finalizar el pulso.

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“¿Consideras que ella ha hecho algo antideportivo?”, la preguntaron en la sala de prensa. “¿Qué?”, replicó la de San Petersburgo, con cara siempre de muy pocos amigos. “Si te ha podido ofender por algo…”, continuó la escena. “No, ella estuvo bien”, resolvió con cierta soberbia Sveta, de 31 años. La ella a la que se refería está ahora a un solo paso del trofeo. “Es normal, a veces pasa. A veces te enfadas después de los partidos, pero nos llevamos bien”, indicó Cibulkova. Muy pocos contaban con esta jugadora, pero de repente se ha visto en el mejor escenario. Después de una década como profesional y sin títulos de alcurnia –tiene siete, pero ninguno de renombre–, puede obtener a sus 27 años la primera distinción significativa. Pero, sobre todo, lo más destacable es que puede hacerlo a contracorriente, en contra del canon fisonómico del tenis femenino actual, de este deporte en general.

Cibulkova no tiene piernas ni brazos largos, sino más bien cortos. Por tanto, no puede valerse de la zancada ni de las palancas para contrarrestar los golpes de las otras jugadoras, cortadas casi todas por el mismo patrón. Hoy día el prototipo las define como altas y esbeltas, con envergadura; generalmente del este de Europa y muy atléticas. La eslovaca, sin embargo, es una pulga compacta, la tenista más baja del top-10. Mide 1,61 y pesa 55 kilos. Si se repasa el listado mundial de forma descendente, solo la española Carla Suárez (1,62) y la italiana Roberta Vinci (1,64) tienen una complexión y estatura similares. Y, si se desea encontrar a una jugadora más baja, hay que bajar hasta el 39º escalón, en el que se encuentra la japonesa Misaki Doi (1,59).

Kuznetsova volea de revés en el pulso contra Cibulkova.
Kuznetsova volea de revés en el pulso contra Cibulkova.Julian Finney (Getty)

“Yo soy una luchadora”, se autodescribe Cibulkova, nacida en Bratislava y en cuyo currículo figuran las semifinales de Roland Garros 2009 y la final del Open de Australia 2014 como méritos más importantes. Sin embargo, este curso su rendimiento en los Grand Slams ha sido muy discreto –los cuartos de Wimbledon como tope–, pero en plazas menores ha sido regular (51 triunfos y 19 derrotas) y por eso logró la clasificación para competir en el Masters de Singapur, con las ocho mejores del año, y ahora está a punto de ingresar en el top-5. “No pienso en el ranking. Mi entrenador [su compatriota Matej Liptak] es el que me ha hecho mejorar. Él me ha hecho creer, tener fe en mí misma. Sabe cómo motivarme, cómo hablarme”, apunta Pocket Rocket (Cohete de Bolsillo), como es conocida en el circuito.

No deja respirar, ahoga. Es rápida y a pesar de no ser grande tiene ganadores en la derecha. Desconcierta a las otras.

Su forma de sacar es llamativa. Al ser pequeña intenta obtener potencia alzando la bola alta e intentando golpearla en el punto de altura máximo, lo que le obliga a adquirir una postura tan forzada que al final hace que la otra pierna, no la de apoyo, suelte una coz que casi le da en su propia cabeza. En la pista no para. Da micropasos muy rápidos. Imprime muchísimo ritmo al partido y se menea sin parar, como en un estado de estrés permanente. Es puro nervio. No deja respirar, ahoga. Es rápida y a pesar de no ser grande tiene ganadores en la derecha. Desconcierta a las otras.

Este sábado a la veterana Kuznetsova, exnúmero dos (2007) y con un US Open (2004) y un Roland Garros (2009) en su expediente. La de San Petersburgo, desbordada y muy contrariada, recurrió incluso a la argucia de marcharse 11 minutos al vestuario para ver si así abortaba la fulgurante reacción de la pequeña Cibulkova. Pero nada de nada, no hubo punto de giro. Al final se marchó de Singapur rabiosa.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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