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Falcao se siente vivo

El delantero colombiano recuerda su mejor versión con dos goles en Champions después de casi tres años de travesía por el desierto

Falcao celebra uno de los goles que marcó al CSKA Moscú.
Falcao celebra uno de los goles que marcó al CSKA Moscú.ANNE-CHRISTINE POUJOULAT (AFP)

Con los ojos vidriosos el entonces considerado mejor nueve del mundo tomó el micrófono y dio las gracias. Apenas podía articular palabra. En aquel momento había bastantes preguntas por plantearle y se quedaron sin respuesta porque a Radamel Falcao le pudo la emoción. “He vivido cosas que nunca voy a olvidar”, acertó a decir antes de hacer mutis. Había ganado una Europa League, una Copa del Rey y una Supercopa, el Atlético se apuntó recibía 60 millones de euros por su traspaso (luego una filtración de Football Leaks lo redujo a 43) y su delantero centro se fue al Mónaco. Un año después de aquel primero de junio de 2013 el club rojiblanco acababa ganar el título de liga y era subcampeón de Europa. Falcao estaba a punto de anunciar que no jugaría el Mundial de Brasil. Los mejores años de su anterior club iban a coincidir con los de su travesía por un desierto que encontró un oasis este miércoles, dos goles al CSKA en Liga de Campeones que anuncian que Falcao, con 30 años, no es un exfutbolista.

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“El objetivo es conseguir que vuelva al nivel que tenía”, explicó la víspera de ese partido el técnico Leandro Jardim, que llegó al club del Principado también de la mano del agente Jorge Mendes justo en esas horas en las que Falcao vivía el amargor de quedarse a las puertas del Mundial. La historia de su cuesta abajo tiene que ver con las lesiones, pero también con las malas decisiones a la hora de precipitar una reaparición, un contexto desfavorable o las malas elecciones sobre que camiseta vestir. “En muy pocas ocasiones un jugador puede tomar la decisión de ir a un club o a otro. Muchas veces no he sido capaz de vivir como yo quería”, apuntó Falcao en una entrevista difundida por la ESPN durante su suplencia en el Manchester United. Todavía le aguardaba otro calvario en el Chelsea.

Todo acabó de torcerse una noche de enero de 2014 en un partido de Copa contra el Chasselay, un equipo de la cuarta categoría gala. Se había apuntado que la estancia de Falcao en Mónaco era un puente para preparar una millonaria operación salida a un grande de Europa, quien sabe si al Real Madrid. Alejado de los focos, sin poder disputar competición europea porque su nuevo club acababa de ascender a Primera, su perspectiva pasaba por no bajar el pistón realizador en un campeonato accesible y prepararse para liderar a Colombia en la cita brasileña, que ayudaría a revalorizarle. Todo ese plan se lo llevó por delante un tosco zaguero llamado Soner Ertek, un amateur que ahora es profesor de geografía y que le quebró el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda en una acción más tosca que violenta, una grosera falta dentro del área que ni siquiera se sancionó como penalti y que le mandó al quirófano en Oporto. Y allí, donde debían acabar, resulta que empezaron las urgencias. “Creo que tiene un 50% de posibilidades de ir a Brasil”, afirmó José Carlos Noronha, el médico que le operó. Tres meses después, en plena rehabilitación, las elevó: “Estará seguro en el Mundial, pero no al cien por cien”.

Lesión de Falcao en la rodilla izquierda en enero de 2014.

El objetivo de los cuatro meses y medio para recuperar una lesión que en el pronóstico más optimista requiere medio año de tratamiento culminó en fiasco. Falcao estuvo entre los tres últimos descartes de José Pekerman previos al excelente Mundial que realizó el combinado colombiano. El delantero del Mónaco volvió a jugar ese verano, pero entonces se topó con que el dueño del equipo, el multimillonario ruso Dymitry Rybolovlev recibió una serie de reveses económicos, una sanción de 50 millones de euros de la Liga gala, pero sobre todo un oneroso divorcio que batía récords y reportaba en principio, luego el magnate ganó la apelación, la mitad de su fortuna a su exmujer. Además, el club monegasco estaba en el punto de mira de la UEFA, que estudiaba si incumplía el fair play financiero, así que el último día del mercado de verano de 2014, tras asegurar todas las partes que lo mejor para Falcao era retomar la competición en Francia, el delantero salió cedido al Manchester United con una opción de compra de 55 millones de euros.

“No me puedo arrepentir de jugar en la Premier. Guardo lo positivo de una experiencia en la que crecí como jugador y como persona”, explica Falcao. En Old Trafford acabó jugando con los sub-21, en el Chelsea le sacaron de la lista de inscritos en la Liga de Campeones en beneficio de Alexandre Pato. Dos lesiones musculares que supusieron cinco meses de baja jalonaron sus últimos meses en Inglaterra. Su ficha ya valía cinco millones menos, pero el Chelsea no apostó por él. Nadie dudó entonces de su regreso a Mónaco, donde le quedan casi dos años de un contrato que le reporta casi diez millones anuales. Jardim, que ya lo había dirigido aquel verano de 2014, le esperaba: “Necesita jugar y es mi primera opción”.

Otra lesión muscular en la penúltima previa de la Liga de Campeones frente al Fenerbahçe y una conmoción cerebral tras chocar contra el portero del Niza fueron los dos últimos obstáculos antes de que gritase al mundo que sigue en el área al marcar en la máxima competición continental. Llevaba seis años sin hacerlo, desde su estancia en el Oporto. “Siempre luché y conseguí sobreponerme a los problemas durante mi carrera deportiva. Tenemos un equipo más fuerte que el de la temporada pasada, soy feliz en Mónaco y mi familia también”, explicó tras el partido. Inevitable recordar unas palabras de Diego Simeone sobre él: “Radamel tiene que estar en un sitio donde se sienta vivo”.

Falcao celebra el triunfo en Liga de Campeones con su entrenador Leandro Jardim.
Falcao celebra el triunfo en Liga de Campeones con su entrenador Leandro Jardim.Claude Paris (AP)

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