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Irrumpe Clattenburg en Sevilla, respira la Juventus

“Si eso fue penalti, hay diez penaltis por partido”, lamentó Iborra sobre la decisión del juez inglés que paró la ola sevillista

Diego Torres
Los jugadores de la Juve celebran la victoria.
Los jugadores de la Juve celebran la victoria.Miguel Morenatti (AP)

Leonardo Bonucci salió del volcán hecho un pincel. “No marcaba en Champions desde octubre de 2012”, dijo, sonriendo con la mirada, apenas asomado por encima del cuello de un tremendo jersey de lana azul marino, parte del uniforme reglamentario del Juventus.

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La última vez fue contra el Shakhtar y enganchó un derechazo a la salida de un córner. Este martes por la noche volvió a ejecutar el mismo gesto brutal y preciso. Esta vez, con la zurda. A la salida de un córner, retrasándose unos metros para alejarse de los marcadores en el momento justo. El 1-2 puso fin en el minuto 84 a la agonía del Sevilla. Un sufrimiento que parecía inconcebible una hora antes. Porque el Sevilla abrumó al Juventus desde el arranque del partido en una exhibición que iba por el 1-0 cuando la cortó en seco el árbitro inglés Mark Clattenburg —un histrión— con tres decisiones como tres sablazos. Fueron dos tarjetas amarillas a Vázquez entre el minuto 31 y el 37, y un penalti por una acción borrosa de Mercado contra Bonucci, presente en todos los momentos decisivos del partido. Jorge Sampaoli protestó tanto desde la banda que también fue expulsado.

“Si lo que Mercado le hizo a Bonucci es penalti, entonces en cada partido deberían pitar diez penaltis por lo menos”, dijo el capitán Iborra, exhausto, en referencia al agarrón que interpretó Clattenburg como un hecho imperdonable en una acción que registró agarrones de todo tipo, en el último minuto de la primera mitad. Marchisio metió el 1-1 y lo celebró con la tifoseria en el único ángulo feliz del Sánchez Pizjuán. El público local había declarado la revuelta popular.

"El árbitro cometió dos errores que nos perjudicaron", dijo Pareja, con cara de náufrago. No comprendía nada. Porque el partido del Juventus fue indescifrable. O, mejor, dicho, difícil de interpretar para alguien que no maneja el lenguaje de símbolos explícitos e implícitos del viejo calcio. Después de casi una década en el Barcelona, Dani Alves estaba asombrado. “No debimos jugar tan en largo contra diez”, criticó el brasileño, muy serio. "Si huiésemos movido más el balón, haciéndolo girar, ellos no habrían aguantado como lo hicieron porque los habríamos cansado".

Alves no entendió que sus compañeros se encuentren mejor representando el papel de perseguidos que el de perseguidores. Que la posesión se repartiera al 50% cuando el Juventus dispuso de un hombre más durante más de una hora, dice mucho de la filosofía del equipo italiano, serenamente refugiado en su campo, incluso cuando dispuso de un hombre más. Robaban y se lanzaban todos como aviones en busca del rechace. Khedira, Cuadrado, Sandro y Mandzukic no pararon de esprintar en toda la noche. Fue un ejercicio magnífico. Un escandaloso derroche de energía mientras Marchisio, Pjanic, o Bonucci, metían el pase largo y frontal. Así, el Sevilla aguantó agazapado, pudo recuperar la posesión rápido y evitó los periodos largos sin el alivio de la pelota.

"La victoria se explica por una cuestión caracterial", dijo el técnico, Massimiliano Allegri, como si su equipo, y no el rival, hubiese sido el que se batió contra lo inexorable. Incluso en el éxito, el mensaje italiano contiene una partícula de victimismo, fingido o sentido. "Hace falta carácter para luchar y para defender; porque si no tienes la pelota tampoco es cuestión de abandonar el campo".  

Concluida la refriega, el protocolo del Juventus fue exquisito. Allegri hizo como si no hubiera pasado nada más que lo que ocurrió en los últimos cinco minutos. “Nunca comento las decisiones arbitrales”, dijo, tieso como un palo. “Esta ha sido una victoria preciosa porque nos asegura la clasificación para octavos”.

El Juventus acabó indemne gracias a las decisiones del vigilante Clattenburg. Pero apenas había llegado al área sevillista cuando Leandro Bonucci apareció en las inmediaciones de Rico y remató a los resistentes. Faltaban seis minutos para el final. Nadie supo bien cómo. Pero el Sevilla, que marchaba hacia el partidazo, acabó sometido.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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