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Carlsen pide perdón por forzar el desempate

La 12ª partida termina en tablas sin lucha en 35 minutos, y deja el marcador 6-6

Leontxo García

El pragmatismo pudo con la gloria. Magnus Carlsen podía haber renovado su título ante Serguéi Kariakin a lo grande, ganando la última partida con blancas, como hacía Gari Kaspárov. Pero prefirió confiar en su papel de favorito para ganar el miércoles el desempate rápido (también es el número uno en esa modalidad) a pesar de que el riesgo de errores es mucho mayor a ese ritmo. El noruego pidió perdón a los espectadores e internautas por haberles decepcionado.

Magnus Carlsen, al comienzo de la 12ª partida
Magnus Carlsen, al comienzo de la 12ª partidaMax Avdéiev

Una legión de aficionados se conectó a Internet en todo el mundo dispuesta -así lo expresaron muchos en las redes sociales- a vivir una jornada de máxima emoción, como la del 18 de diciembre de 1987 en el teatro Lope de Vega de Sevilla, cuando Kaspárov ganó la 24ª y última partida, igualó el marcador (12-12) y retuvo el título porque entonces el reglamento daba ese privilegio al campeón en caso de empate final. La retransmisión en directo de TVE llegó a tener 13 millones de espectadores, según las mediciones de Ecotel. O como la del 9 de noviembre de 1985 en la sala Chaikovsky de Moscú: a Kaspárov le bastaba hacer tablas, pero ganó con gran brillantez y se convirtió en el campeón más joven de la historia, a los 22 años, la misma edad de Carlsen cuando logró el título en 2013.

En los foros de ajedrez no pocos reivindican que aquel reglamento era mejor que el actual (la mitad de partidas y sin privilegio para el campeón) porque la necesidad de ganar el duelo obligaba al aspirante a arriesgar, lo que reducía el riesgo de empates rápidos y aburridos, como el firmado hoy en el Fulton Market Builing de Nueva York ante los pitos de algunos aficionados y la decepción general. Además, el ajedrez es el único deporte en el que un encuentro puede no jugarse de verdad, porque ambos contendientes están de acuerdo en empatar tras muy pocos minutos. Y nadie en los últimos 500 años, desde que el ajedrez moderno (con las reglas actuales) se inventó en España, se ha atrevido aún a tomar medidas drásticas contra esa posibilidad, al menos en torneos oficiales; en algunos se aplica la Regla Sofía (prohibido acordar tablas sin permiso del árbitro), que en este caso hubiera sido inútil porque la posición era de clarísimo empate después de 30 movimientos insulsos, que obligaron a los organizadores a extender al desempate del miércoles la validez de las entradas de hoy, que costaban entre 200 y 500 dólares (188 y 471 euros).

Serguéi Kariakin, al comienzo de la 12ª partida
Serguéi Kariakin, al comienzo de la 12ª partidaMax Avdéiev

“Yo jugaba con negras; no era precisamente el día de tirar la casa por la ventana”, explicó Kariakin, mientras Carlsen tenía la inteligencia emocional suficiente para disculparse: “Sólo puedo decir que me interesaba forzar el desempate. Ya explicaré por qué cuando todo haya terminado. Teniendo en cuenta que hace unos días corría un grave riesgo de perder el título, la situación no es mala para mí. Pido perdón a los aficionados que han seguido con enorme interés todo el duelo durante dos semanas y media. A veces, las cosas no son como nos gustaría”

Lo que ocurrirá el miércoles (14.00, hora de Nueva York) exige tener las coronarias y las neuronas en estado óptimo: se jugarán cuatro partidas con 25 minutos para cada jugador más un incremento automático de 10 segundos por jugada. Si persistiera el empate, dos partidas con cinco minutos más tres segundos de incremento; y si aún hubiera igualdad, cuatro series más de dos partidas con el mismo control de tiempo. Si a pesar de todo no hubiera un ganador, la muerte súbita: una sola partida, 5 minutos para las blancas, 4 para las negras (si la partida no ha terminado tras 60 movimientos, habrá un incremento de dos segundos por jugada), y las blancas estarían obligadas a ganar.

Carlsen y Kariakin, nada más empatar la 12ª partida
Carlsen y Kariakin, nada más empatar la 12ª partidaMax Avdéiev

Carlsen, muy futbolero, se extendió un poco más cuando le hicieron la comparación: “Me parece excesivo equiparar la situación con un desempate por penaltis en el fútbol. Sería correcto si llegamos a la muerte súbita, pero la primera serie de cuatro partidas es más bien equiparable a la prórroga de un partido de fútbol”. ¿Y se encuentra a gusto en esta situación, jugándose el título a partidas rápidas? “Bueno, comprendo que muchos aficionados estén en contra de este sistema, pero seguro que va a ser muy emocionante. Estaré nervioso, claro, cómo no; pero también espero divertirme”. Kariakin adoptó el mismo perfil modoso que mantiene desde el primer día: “Sí, Magnus es el favorito. También lo era en las partidas lentas, y hemos llegado hasta aquí. Por supuesto que estoy cansado; quién no lo está tras doce partidas contra un rival fortísimo. Pero el miércoles puedo ser campeón del mundo”.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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