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Hasta Marte por el Atlético Nacional

Centenares de hinchas colombianos viajan a Japón para ver en el Mundial de Clubes a su equipo, que cayó derrotado ante el Kashima

Sally Palomino
Seguidores del Atlético Nacional, el pasado 6 de diciembre, en la partida del club rumbo a Japón.
Seguidores del Atlético Nacional, el pasado 6 de diciembre, en la partida del club rumbo a Japón. RAUL ARBOLEDA (AFP)

Hace 27 años estaba soñando con que su equipo brillara en Japón. Tenía apenas ocho, pero ya tenía una colección de camisetas del Atlético Nacional y de goles grabados en su corta memoria. En 1989, el Nacional perdió la Copa Intercontinental con el Milan en el mismo país en donde ahora se alista para el Mundial de Clubes. “Tengo esa espinita, cuando queríamos ganar y no se pudo. Esta vez, hay esperanza. Es la mejor revancha”, dice Jonny Sampedro, horas antes de tomar un vuelo que lo llevaría a acompañar al equipo que sigue desde que tiene memoria. La esperanza se esfumó en el primer partido. Nacional cayó ante el Kashima, de Japón.

A los siete meses lo llevaron por primera vez al estadio. Fue en 1981, cuando el Nacional se coronó campeón del fútbol colombiano al derrotar al América de Cali. Fue su bautizo como hincha del verdolaga. Desde entonces, Sampedro había fantaseado con este momento. “¡Nacional se va a Japón!”, se escucha en las calles de Medellín desde hace varias semanas. Por primera vez en la historia del fútbol colombiano, un equipo representará al país en el Mundial de Clubes. Sampedro ha sido uno de los miles de seguidores del verdolaga que ha ahorrado y hecho rifas para recoger dinero y poder acompañar al equipo, actual campeón de la Libertadores.

“'Hay que esperar', me decían, pero desde mayo yo me monté en el bus de la victoria y empecé a creer que llegaríamos a donde estamos ahora”, cuenta Sampedro, que en medio de su plan para conseguir recursos escribió el libro Olé, olé, mi Nacional y sacó su colección camisetas para venderlas. “Uno siempre sueña con decir ‘Somos los campeones mundiales’, ¿cómo no iba a hacer un esfuerzo por estar allá?”.

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El Nacional está haciendo historia lejos de la sombra del narcotráfico y de la violencia que rodeó al fútbol colombiano, particularmente al equipo verde, en las décadas de los ochenta y noventa. Cuenta con 26 títulos, entre nacionales e internacionales. El año pasado fue redondo: ganó la liga colombiana, la Copa, la Libertadores y llegó a la final de la Sudamericana, donde se debía enfrentar al Chapecoense, el equipo brasileño cuyo avión se estrelló en Medellín hace unas semanas, en un accidente en el que murieron 71 personas. El homenaje, con todo el estadio lleno, bien le valía otro título al Nacional: el del honor. Ahora, bajo la dirección de Reinaldo Rueda, confíaba en enfrentarse al Real Madrid. No pudo ser. Cayó en el primer partido contra el Kashima, japonés.

Los seguidores del Nacional crearon una comunidad para que el mayor número de seguidores pudiese viajar a Japón. En Facebook abrieron un grupo para postear cotizaciones de hoteles, de vuelos, tips para reducir costos. Con las etiquetas #DelacunahastaJapón y #Quierosercampeónmundial en Twitter publicaron consejos. “Se prohíbe fumar dentro del estadio, saltar vallas, usar tambores, vuvuzelas, instrumentos musicales, luces, papel, confeti, harina, cintas”. Los hinchas esta vez tendrán que animar al verde de una forma diferente a la que están acostumbrados. “La cortesía es un valor fundamental de convivencia. El aseo y el orden son principios básicos. Observe el comportamiento de los japoneses y no tendrá inconvenientes”, les advertían desde la cuenta oficial del club.

“Esta es una muestra más de amor por el equipo. Si juega en ‘Marte’ hasta allá vamos”, dice Sampedro. Pero no todos pudieron llegar a Japón. El proceso de visas es muy riguroso y casi 5.000 personas se quedaron con las ganas. Tenían que tener al menos 3.000 dólares en la cuenta bancaria, contar con otro tanto para gastos básicos y presentar un cronograma concreto de qué harían cada hora mientras estuvieran allá. Algunos ya están en Japón y han requerido ayuda de compatriotas. Diana Isabel Carreazo, periodista y traductora colombiana, que no es seguidora de ningún equipo de fútbol, ha estado ayudando a estos hinchas. Ella les traduce notas de prensa, trinos y hasta chistes que circulan en Japón sobre el Nacional.

Mientras tanto, los lugares emblemáticos del Nacional en Medellín se preparan para la gran cita. El bar Atlenal, en Envigado, a una media hora, o a los cafés que rodean el obelisco, cerca al estadio Atanasio Girardot, serán el escenario en donde desde el otro lado del mundo le harán fuerza al Nacional. “Estamos maravillados con lo que está pasando, no sabemos cómo más expresar lo que se siente por esta camiseta”, dice Felipe Sierra, de 24 años. Él es uno de los que cada vez que el equipo tiene entrenamientos contrata un bus para viajar con otros hinchas hasta la sede del Nacional, a una media hora de Medellín. Ahí les cantan, los animan. Esta vez, los acompañaron hasta el aeropuerto en una caravana que parecía más el recibimiento después de lograr un título. Miles de personas le reiteraron al verde su fidelidad.

A finales de septiembre la FIFA puso a la venta las entradas. Para el primer encuentro, desde 67 hasta190 dólares; para el segundo de 95 a 380 dólares. “No todos teníamos cómo pagar eso. Desde acá los acompañaremos”, dice Carlos Arbeláez, de 25 años. Él, será uno de los que verán en la madrugada del 14 de diciembre el estreno de su equipo en Osaka. “Vamos a organizar reuniones, como siempre. No importa la hora”, cuenta.

En Medellín están ansiosos. “Ganarle al Real Madrid le daría mucho prestigio y estatus al club. Poder decir que Nacional es el campeón del mundo no tiene comparación. Hemos tenido momentos difíciles. A finales de los años cincuenta y en los sesenta no pasábamos de la mitad de la tabla. Del 54 al 73 no vimos un título. Ahora estamos ante lo más grande”, recordaba Sampedro antes de subirse al primer avión. Le quedaban tres escalas y más de dos días de viaje antes de llegar a Osaka.

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Sobre la firma

Sally Palomino
Redactora de EL PAÍS América desde Bogotá. Ha sido reportera de la revista 'Semana' en su formato digital y editora web del diario 'El Tiempo'. Su trabajo periodístico se ha concentrado en temas sobre violencia de género, conflicto armado y derechos humanos.

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