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España, territorio de luchadoras

Nueve de las 17 medallas españolas en Río fueron conseguidas en categoría femenina

Carlos Arribas
Mireia Belmonte con su oro olímpico en 200m mariposa.
Mireia Belmonte con su oro olímpico en 200m mariposa. DAVID GRAY (REUTERS)

Más que otra cosa, el deporte español mostró en Río una capacidad competitiva tan superior a la exhibida en otros Juegos Olímpicos que durante las largas jornadas brasileñas lo sorprendente no era que los españoles en disputa ganaran las peleas, sino que las perdieran. Tan sorprendente, por lo menos, como que las ganaran hombres y no mujeres, la mayoría. El deporte español está hecho de individualidades. Es territorio de luchadoras que no se conforman ya con solo participar.

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Que las mujeres españolas lleven el peso del éxito en el deporte ya no es una sorpresa, evidentemente, sino un hábito que no debería casi ni reseñarse, por repetido. Que Carolina Marín, Maialen Chourraut, Ruth Beitia, Mireia Belmonte, el conjunto de rítmica, el equipo de baloncesto femenino, Eva Calvo y Lydia Valentín consiguieran entre ellas nueve de las 17 medallas conseguidas por España en quizás sus Juegos más brillantes desde Barcelona, era lo esperado, sin más. Que los hombres perdieran el partido era lo previsto. Así es la normalidad del deporte español en 2016. Las mujeres ya no son pioneras abriéndose camino con dificultad, son las líderes.

El gen ganador las acompaña, como acompaña a algunos hombres también, al Rafa Nadal increíble que lesionado disputó en pocos días más partidos que en todo el verano y ganó el oro en dobles con Marc López, o a los piragüistas de acero Marcus Cooper, Saúl Craviotto y Cristian Toro.

Le acompaña a Maialen Chourraut, que cuatro años después volvió a disputar una final olímpica y se dio el gustazo, demostrando su fuego competitivo, la furia, que se decía antes, de no repetir el error que le costó quedarse de bronce en Londres.

Las mujeres del baloncesto jugaron la final imposible contra Estados Unidos, allí donde los hombres se quedaron peleando por el bronce; Lydia Valentín consiguió una medalla en halterofilia cuyo valor definitivo solo se sabrá dentro de unos años, cuando se repitan los análisis antidopaje, algo a lo que la berciana está acostumbrada desde sus primeros Juegos, en Pekín 2008, y también en Londres 2012.

Mireia Belmonte, la primera nadadora campeona olímpica

Rio Olympics Swimming
Rio Olympics Swimming

Río, su piscina, corrigió alguna injusticia histórica, y Mireia Belmonte no será quien lo desmienta. La nadadora catalana, a quien las dos platas de Londres 2012 habían alimentado las ambiciones y la fe en sí misma, consiguió al fin el premio de subir a lo más alto después de un año en el que las durísimas sesiones de entrenamiento amenazaron sus hombros machacados. Lo hizo en los 200m mariposa.

Tal fue el esfuerzo que necesitó para convertirse en la primera española campeona olímpica en natación que pocos le concedían alguna esperanza en su otra gran prueba, los durísimos 400 metros estilos. Allí luchó hasta la última brazada para arrancar una medalla de bronce, el cuarto metal que guarda en sus vitrinas.

Belmonte tiene 26 años y solo piensa en Tokio. Su historia aún será larga.

Carolina Marín, ambición, coraje y la programación perfecta

Dubai World Superseries Finals badminton tournament
Dubai World Superseries Finals badminton tournament

Tan poco español es el bádminton, el deporte de raqueta que en el sureste asiático arrastra multitudes, como la capacidad de Carolina Marín, de 23 años, y su entrenador, Fernando Rivas, de programar a años vista, con indiferencia absoluta hacia lo que podía pensar el mundo de ellos, tanto sus entrenamientos como las competiciones para llegar al 100% el día D a la hora H, o sea, a la final olímpica, que ganó, por supuesto a la india Sindhu. Porque sabía lo que tenía que hacer, y cómo hacerlo, en cada punto. Ninguna jugadora europea había sido capaz nunca de llegar tan alto, de derribar la llamada muralla china del bádminton.

A su frialdad aparente, su capacidad para concentrarse y no descentrarse, la jugadora zurda, que también es doble campeona del mundo, une una ambición y un instinto killer que le hacen imbatible en los momentos más importantes.

Ruth Beitia llega a la cima del atletismo a los 37 años

Salto de altura
Salto de altura

Cuando Ruth Beitia levantó la bandera de España y empezó a celebrar su victoria dando la vuelta al estadio de atletismo de Río, la primera observación de los comentaristas fue destacar su edad, 37 años, y destacar que era la más veterana campeona olímpica de la especialidad. Era una forma de reconocer la extraordinaria persistencia de la atleta cántabra, que ha sido capaz de permanecer en la élite de su deporte más de una década.

Su carrera hasta el oro de Río también podría interpretarse como un símbolo de la evolución del atletismo en lo que va de siglo. Beitia nunca ha saltado ni mucho más ni mucho menos que los 1,97m que le dieron la victoria. Su récord de España es de 2,02m, una marca con la que otros campeonatos no habría conseguido medalla. Ella ha sido una línea casi recta, las que han fluctuado, se han lesionado, se han perdido, son las rivales.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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