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Nadal derriba a Raonic y disputará las semifinales del Abierto de Australia contra Dimitrov

El numero nueve se impone al canadiense con otra actuación categórica (6-4, 7-6 y 6-4, en 2h 44m) y se jugará una plaza en la final con el talentoso búlgaro, al que domina por 7-1 en los duelos previos

Alejandro Ciriza
Nadal celebra su pase a las semifinales del Open de Australia.
Nadal celebra su pase a las semifinales del Open de Australia.FILIP SINGER (EFE)

Rafael Nadal, de nuevo en una versión convincente, se hizo con una plaza en las semifinales del Open de Australia al derribar a Milos Raonic por 6-4, 7-6 y 6-4 (después de 2h 44m). El español tenía ante sí el reto de neutralizar a uno de los sacadores más dañinos del circuito y así lo hizo, con paso firme y un ejercicio soberbio al resto. Aplacó al canadiense con templanza, levantando seis bolas de set en contra en el segundo set, y ahora afronta a un adversario radicalmente opuesto, Grigor Dimitrov (6-3, 6-2 y 6-4 al belga David Goffin). No es el búlgaro un mazo, sino un tenista pulcro y técnico, de lo más estético, revés a una mano; una reproducción (salvando las distancias, por supuesto) de Roger Federer. O sea, un reto muy distinto. El de este miércoles consistía sobre todo en resistir a un bombardeo y Nadal cumplió con su misión.

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El guion del partido estaba muy definido, así que nada de sorpresas. Anticipaba Nadal que debía servir bien y meter muchos primeros para evitar los abordajes del gigante, que tenía que ser agresivo y poner lo mejor posible la raqueta para restar, o sea, sacar el escudo, porque la derecha de Raonic escupe unos pelotazos tremendos, a 225 km/h. Así que el balear se aplicó desde el primer parcial, impecable por su parte. Sirvió de fábula (73% de efectividad, un 83% de puntos con primeros); restó mejor (dejó al canediense en 14 aces, cuando este hace dos días convirtió 33 ante Roberto Bautista); e interpretó de maravilla cada punto. Falló poco (24 errores no forzados). Su derecha envolvió la bola en los tiros cruzados y su revés cortó cargado de revoluciones, de arriba abajo.

Todo un mensaje para Raonic, al que los tiros combados de Nadal le atropellaron todo el rato, cada vez que se asomaba a la red. Ha reforzado el canadiense su juego. Ya no es monoregistro, pero su fisionomía le condiciona tanto (1.96 y casi 100 kilos) que en términos de movilidad aún le queda mucho trabajo por hacer. Nadal lo sabía bien y lo aprovechó muy bien el mallorquín, abriéndole ángulos y haciéndole corretear de un lado a otro, sin aflojar. Raonic llegaba siempre forzado e incómodo, luego sus devoluciones eran muy imprecisas o bien dejaba descubierta toda la pista para disfrute de Nadal, que rubricó incluso más ganadores (40-39).

Al canadiense, que perderá el tercer puesto del ranking en favor de Stan Wawrinka, le falta además un punto de malicia en el juego. Tiene un punto de ingenuidad porque telegrafía en exceso y abre pasillos con facilidad. La bola le rebasaba por un costado u otro, y si la alcanzaba voleaba mansamente a la red (52% de acierto, por un 88% al otro lado). Le achuchó Nadal, incrementó el voltaje y le rompió el servicio en el sexto juego, para 4-3 a su favor. Con esa rotura tenía ya mucho terreno recorrido en esa primera manga. Después, turbo y solvencia. Y Raonic, con su trote elefantuno, persiguiendo la pelota como si esta fuese una liebre huyendo de él, y en la mayoría de los casos el animalillo ganaba en la carrera.

La clave, las seis bolas salvadas en el segundo set

Nadal devuelve la pelota durante el partido ante Raonic.
Nadal devuelve la pelota durante el partido ante Raonic.DEAN LEWINS (EFE)

El gigante, aquejado de un proceso febril, todo sea dicho, empezó a mosquearse consigo mismo. Maldecía en el banquillo, en serbio, y también en la pista, en dirección a su técnico Riccardo Piatti. Y es que Nadal le sometió a un continuo estrés. Los intercambios, nunca más allá de cuatro o cinco golpes, caían siempre del lado del español. Este, por cierto, fue apercibido una vez más con un warning por la juez de silla, debido a su tardanza a la hora de sacar. Tenía todo el tiempo del mundo Nadal. No le importaba que se alargase la historia, mientras que a Raonic, mucho más justo de fuerzas –“¡No me puedo impulsar más!”, gritó hacia su box–, le interesaba en todo caso abreviar.

El balear guía hacia la frustración. Enseña el caramelo y lo quita. No baja el pistón ni permite un solo punto de cortesía

Pero no lo consiguió en la segunda manga, en la que apretó al resto y exigió un poquito más, decantada en el tie-break. Previamente Nadal había salvado tres bolas de set, en su línea, mellando la moral del canadiense, y en la muerte súbita sorteó otras tres más. Seis en total, una barbaridad. Demasiado para Raonic, demasiado para cualquiera. Nadal atinó a la primera que tuvo (8-7) y a partir de ahí navegó a placer. Tiene la virtud el balear de guiar los partidos hacia el territorio emocional que a él tanto le gusta, de sacar de sus casillas al que se pone enfrente. Los reduce con su velocidad de crucero y conduciéndolos hacia la frustración. Sienten todos ellos el aliento en la nuca. Les enseña el caramelo y se lo quita. No baja el pistón ni permite descanso, ni siquiera un punto de cortesía. Nada. Nadal.

Puso rumbo el mallorquín a las semifinales, las primeras en tres años, las quintas en Australia; 24 en su historial, por delante ya en este sentido de Pete Sampras (23). Cerró el tercer set con una rotura en el juego final y ahora, el viernes, Grigor Dimitrov, un príncipe desvalido. Revés a una mano y un catálogo exquisito de golpes; rehabilitado el búlgaro por el preparador venezolano Daniel Vallverdú. 7-1 en el global. El último choque entre ambos fue en Pekín, el pasado mes de octubre. Ese día Nadal se perdió solo y cedió contra el 15 del mundo, que hasta entonces no le había vencido nunca. Eran otros tiempos, otro Nadal. Han cambiado mucho las cosas y ahora el de Manacor vuela alto en Melbourne. Está Nadal on fire. A solo dos victorias de elevar otro Grand Slam.

RESULTADOS DE LA 10ª JORNADA. MIÉRCOLES 25

Cuadro masculino: Rafael Nadal, 6-4, 7-6 y 6-4 a Milos Raonic; Grigor Dimitrov, 6-3, 6-2 y 6-4 a David Goffin.

Cuadro femenino: Serena Williams, 6-2 y 6-3 a Johanna Konta; Mirjana Lucic-Baroni, 6-4, 3-6 y 6-4 a Karolina Pliskova.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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