_
_
_
_
_

El Celta funde al Madrid

El equipo vigués elimina al de Zidane tras un duelo muy copero, intenso, vibrante y emotivo, pero con más arrebatos que buen juego

José Sámano
Los jugadores del Celta celebran el gol de Wass al Real Madrid.
Los jugadores del Celta celebran el gol de Wass al Real Madrid.MIGUEL RIOPA (AFP)

Un duelo tremendo, por vibrante y emotivo hasta el final, entronizó a un encomiable Celta y dejó fundido al Madrid. Lo suyo no son las remontadas en campo ajeno, lo que solo ha conseguido en tres de las 15 veces en las que se ha sentido obligado en toda su vida. En Vigo no fue menos y llegó el primer batacazo en un año con Zidane, al que no cabe responsabilizar de la última Liga, a la que se enganchó ya en marcha. En Balaídos no dio para más. Hizo tiritar a su rival, pero le faltó juego y no le alcanzó con sus arrebatos.

Fue un duelo tan eléctrico como impreciso, necesitado de alguna camisa de fuerza. Un partido desatado. No se demoró el Madrid, a toda mecha desde el primer silbato, sin concederse un solo vaivén ordinario de la pelota. Como si cada segundo menguara su destino, el equipo madrileño no quiso conceder tregua a su rival. Mejor amedrentarle con el escudo desde el amanecer del choque. No hubo forma de que el Celta anestesiara a su adversario, atenazado por la grandeza de su posible obra. Ante el Madrid, ni en el calentamiento se sintió seguro el cuadro vigués, en vilo desde su do de pecho en Chamartín.

Se atrevió Zidane con Casemiro de central junto a Ramos y Nacho, porque Danilo no tuvo riendas, para lo bueno y para lo malo. Decidido a sacudir el área celtiña, el partido, tan frenético, apenas tuvo hilo para jugadores como Isco y Asensio. El Madrid empujaba más que jugaba, suficiente para mantener destemplados a los de Berizzo, mejor dispuestos para bloquear, para la intendencia, que para mimar al balón, suerte que suele manejar con soltura.

Más información
El Celta y su derecho a soñar

Fue el Madrid el primero que casi saca provecho del toma y daca. Pero no son los días de Cristiano, ya de por vida en la cofradía de los goleadores más fiables en la hidalga historia del Real. Poco antes de la media hora, un cabezazo suyo fue desviado por Sergio al larguero. El rechace le cayó al luso, pero su remate con la zurda se fue al poste izquierdo de la meta local. Doble infortunio. Más allá de su enfriamiento de estos tiempos, los duendes le han perdido de vista. Se redimió a balón parado, con el empate de falta directa. Una acción tan mal defendida por la barricada celeste como por el portero Sergio, que vio llegar la pelota a la red por la zona que debía blindar. El gol retrató a un Madrid cuya mayor producción ofensiva llegó en jugadas con la pelota detenida, como también en la igualada de Lucas.

Tardó en despegar el Celta, más proclive que nunca al fútbol directo, sin tránsito. Más atento a la corneta de Guidetti que al violín de Iago Aspas, no echó un ojo a Casilla hasta que Casemiro, en su puesto postizo, pifió un despeje. Aspas se cegó en su intento por asistir a Guidetti en vez de finalizar la jugada. El sueco, una tuneladora, también la tuvo en una internada bien resuelta por Casilla. Preludio del tanto local cuando el Madrid ya estaba más desordenado. Wass ganó un asalto a Nacho, con Ramos fuera de lugar. El pase del danés lo remachó Guidetti contra el cuerpo del meta madridista, pero hubo carambola con Danilo. Definitivamente, el brasileño está gafado. Le ocurrió en Sevilla y en Vigo: con el Madrid, nadie se había marcado en Copa dos goles en casa propia.

El Madrid llegó al empate con más remangue que fútbol, sin permitirse una pausa si quiera cuando tras la diana de CR le quedaba aún media hora para al menos forzar la prórroga. Los de Zidane no encontraron un guía. En realidad, no lo buscaron. Como síntoma, se fueron Isco y Asensio en favor de Lucas y Morata. La posible remontada a pies de la caballería. Y con el Celta, sufriente, supeditado a alguna contra que le desahogara. Las tuvo, pero sin la finura suficiente para cerrar la eliminatoria hasta que irrumpió Wass en el ataque más coral y paciente del cuadro vigués en toda la noche. Empató Lucas y hubo intriga hasta el último aire. Al final, tracas en Balaídos para festejar una jornada gloriosa para el club gallego. Y carbón para el Madrid. La furia no siempre basta. Con lesiones, sí, pero el fútbol se ha convertido en el problema de este Madrid encapotado en la cuesta de enero, como en aquel inicio de 2015 que llevó como una losa Ancelotti.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_