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Francia se mete en la final de su Mundial de balonmano

La anfitriona aplasta a Eslovenia (31-25) gracias a la soberbia actuación de su habitual segundo portero Vincent Gerard

Los jugadores franceses celebran la victoria.
Los jugadores franceses celebran la victoria.Michel Euler (AP)

La lógica venció a la desazón. Francia se clasificó este jueves para la final del Mundial que organiza tras arrollar por 31-25 a la joven y prometedora Eslovenia en la primera semifinal del torneo planetario. El cuadro de Didier Dinart buscará una sexta corona el domingo ante el vencedor del partido entre Croacia y Noruega. Vincent Gerard, el habitual segundo portero galo, fue el gran protagonista del duelo con un 41% de paradas (16 de 39 lanzamientos).

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En un escenario transformado en un búnker fuera, por las fuertes medidas policiales, y dentro en un hervidero , la selección gala decidió rendir homenaje a sus colores y a su afición arrancando fuerte. El pivote catalán Ludovic Fabregas, el nuevo prodigio del combinado francés, protagonizó el primer parcial del encuentro. En cinco minutos, el coloso catalán (1,98 metros, 102 kilos) impuso su ley en el área eslovena con dos goles y una fuerte presión sobre la defensa contraria. Tanta presión, tanta energía desbordante que fue el primero en cosechar dos minutos de expulsión por un gesto mal controlado. Pero Francia ya tenía el partido encarrilado con tres tantos de ventaja (4-1).

Mientras Fabregas se lamentaba de su error en el banquillo, seguido segundos después por Dipanda, otro expulsado, Vincent Gerard saltaba al rescate del cuadro francés y se afirmaba como la gran estrella del encuentro. El portero, la única sorpresa en la alineación gala, atajó casi todos los asaltos eslovenos pese a la inferioridad numérica (6-2). Un alivio así como una confirmación para Dinart, que apostó por él en detrimento del totémico Thierry Omeyer, que arrastra malas sensaciones tras su mal partido en cuartos de final contra Suecia. Nikola Karabatic entraba en escena al medio del campo y empezaba a administrar el encuentro, filtrando pases de lujo para N'Guessan y Narcisse en jugadas de estrategia, o para Porte y Abalo, los extremos, en situaciones de contragolpe. El enfrentamiento llegaba a su ecuador y Francia se mantenía por delante, la cabeza bien alta (15-12).

Al salir de los vestuarios, Eslovenia seguía confiando en sus opciones para derrocar al equipo rey de la última década pero chocó contra la defensa gala. Kavticnik, Dolenec y Bezjak vieron sus tentativas aniquiladas por Gerard, enchufado como nunca. El zurdo Nedim Remili dinamitaba el partido con misiles lanzados desde fuera del área y el cuadro visitante solo podía constatar su impotencia (25-19). Mahé mantenía su racha en los penaltis y Fabregas, incansable, cerraba el triunfo tras una nueva asistencia de Karabatic. El público de Bercy se levantaba y entonaba a capella la Marsellesa, el himno nacional. El recital de Francia fue total, sin nota menor ni percance.

El partido suponía también el inédito enfrentamiento en un mundial entre dos grandes jugadores de la última década que pasaron recientemente de la pista al banquillo, el francés Didier Dinart y el monténégrino Veselin Vujovic. Ambos compartían el premio de haber conquistado un mundial como jugador (en 1986 para Vujovic, en 2001 para Dinart en la mismísima pista de Bercy) pero nunca como entrenador. Ahora, solo le queda al exjugador de Ciudad Real el reto de convertirse en un vencedor absoluto.

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