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Vallecas, el barrio en el que no cabe Roman Zozulya

Las principales agrupaciones de aficionados del Rayo coinciden en repudiar al jugador ucranio por su exhibicionismo nacionalista

Diego Torres
Pintadas contra Zozulya en Vallecas.
Pintadas contra Zozulya en Vallecas.
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Zozulya deja el Rayo Vallecano obligado por el rechazo de la afición
In English: How a Ukrainian soccer player became a political football in Spain

No hay guardias en la puerta de la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano. El tránsito de vecinos, curiosos, aficionados, jugadores y empleados del club es fluido desde primera hora de la mañana. El menú del día del restaurante, a ocho euros y medio, promete paella, alcachofas con jamón, boquerones y postre. Desde las mesas con mantel de papel, a través del ventanal, se puede ver a Pipo Baraja dirigiendo la práctica en el campo principal ante un puñado de aficionados que se encogen bajo la lluvia para ver de cerca a los jugadores. El miércoles, en esas mismas gradas, un grupo de hinchas se manifestó contra el fichaje del ucraniano Roman Zozulya, delantero de 28 años, por su presunta filiación neonazi. Ayer, en un corrillo de las oficinas, los empleados coincidían en que cometieron un error contratando a un futbolista cuyo militarismo nacionalista manifiesto —en el mejor de los casos— contradice los valores de la comunidad que representa el Rayo. “Este es un barrio obrero, como nuestra afición”, repetían. En toda España no hay un club con más conciencia de clase.

La propiedad del Rayo es privada. El 98,6% de las acciones corresponden a Raúl Martín Presa, empresario próximo a la familia Ruiz-Mateos. Pero la idea de cosa pública impregna el ambiente en los campos de Vallecas, cedidos por la Comunidad en 2006. Algunos padres esperan a que sus hijos acaben de entrenar en la cantera. El Mono Navarro Montoya, exportero de Boca Juniors, es uno de esos padres. “Hoy los clubes de fútbol no comunican, incomunican”, dice. “Hoy los clubes dirigen la comunicación a la distancia, piensan en China. Pero los jugadores necesitan otra cosa. Necesitan lo que hace el Rayo: el contacto con la realidad, la proximidad con la gente. No deben olvidar que la vida del futbolista empieza y acaba con la gente de la calle”.

Javier Ferrero, presidente de la peña BUS1 y vicepresidente de la plataforma Asosiación Deportiva Rayo Vallecano (ADRV), que incluye a la práctica totalidad de agrupaciones de hinchas, dice lo que dicen tantos otros: “Soy socio del Rayo desde que nací; pero prefiero bajar a Segunda B antes que ver a Zozulaya poniéndose nuestra camiseta”.

Ángel Domíngez, Gelo, para sus correligionarios, preside la ADRV y la peña Planeta Rayista. “Estamos en la era de la información”, advierte. “En Internet hay una radiografía completa de las personas. Al conocer el nombre del fichaje que querían hacer pusimos al club sobre aviso porque no encajaba con los valores que siempre hemos defendido, que son la solidaridad y la ayuda a los colectivos más desfavorecidos. Traer a un futbolista que alardea de pertenecer a un segmento nazi de Ucrania choca de lleno contra los principios que fomentamos”.

"Él mismo se ha manifestado”, explica el presidente de las peñas, “colgando fotos de Stepán Bandera, el más representativo de los colaboracionistas nazis ucranios de la Segunda Guerra"

“Él mismo se ha manifestado en Twitter”, explica Domínguez, “colgando fotos de Stepán Bandera, el más representativo de los colaboracionistas nazis ucranios de la Segunda Guerra; haciéndose fotos con el Batallón Azov; fotos con símbolos de Pravy Sektor, el grupo neonazi ucraniano... Él ha financiado estos colectivos. Debe ser consecuente con la información que traslada a través de las redes”.

La ADRV incluye a Bukaneros, el más célebre de los grupos de fanáticos del Rayo. Pero buscar representantes que hablen en nombre de Bukaneros es complicado: solo se manifiestan en público si así lo resuelve su asamblea. El carácter colectivista forma parte de la cultura de la hinchada, que actúa al unísono a través de un complejo y continuado activismo. Sus miembros insisten en que son ellos quienes impulsan cada una de las iniciativas sociales que luego abandera la directiva, nunca al revés. La jornada contra el racismo, el día del niño rayista, las jornadas de recogidas de alimentos, la camiseta arcoíris contra la homofobia, o la campaña para ubicar a vecinos desahuciados, son algunos de los puntos de un programa interminable de reivindicaciones en el que comprometen a la plantilla de futbolistas.

“Esto no es una iniciativa de los ultras”, advierte Domínguez. “Lo hemos comunicado a través de diferentes peñas. Pero la respuesta del presidente está en la línea de todas las decisiones. Parece que si la afición dice blanco él debe decir negro. Presa nada a contracorriente. El 31 se le manifestó que el jugador no tenía gancho. Nos consta que diferentes directivos dijeron que lo examinarían pero Presa decidió ficharlo de manera unilateral. Ahora se ve metido en una vorágine de muy difícil salida.

"Soy socio del Rayo desde que nací; pero prefiero bajar a Segunda B antes que ver a Zozulaya poniéndose nuestra camiseta", dice otro coordinador de peñas

“Yo de política no hablo porque no sé”, declara Presa, partidario de reexaminar la admisión del ucranio. “Pero los principales valores del Rayo son la tolerancia y el respeto. Si en algo se ha caracterizado el Rayo es porque aquí todo el mundo es bien recibido. Aquí jugamos al fútbol, independientemente de la ideología, la orientación religiosa, la orientación sexual o el color de piel. El Rayo es un club que está implicado en todas las causas sociales. Este es un club de buena gente que se vuelca socialmente en ayudar a la gente que lo necesita. Lo que ocurrió el miércoles fue culpa de unas pocas personas que no representan los valores del Rayo. Eso no es el Rayo”.

“Nosotros”, prosigue el dueño, “firmamos futbolistas. Zozulya es un jugador que propone la dirección deportiva del club, que lo que hace es ver fútbol. No son historiadores, ni filósofos, ni sociólogos. Antes de firmarlo consideramos que podía pertenecer a grupos que confrontan con estos valores de respeto del Rayo, pero tras hacer estas comprobaciones, en un análisis muy rápido de cuatro horas, y por lo que nos transmite el propio futbolista, es que es un hombre que no pertenece a nada que esté contra nuestros valores. Por tanto se procede a su fichaje. A nosotros nos gusta el fútbol, no la política. El fútbol no es un elemento de confrontación sino de unión. El fútbol debe unir, no dividir. Ni yo ni mi consejo nos hemos dejado amedrentar por nadie”.

El miércoles, unos aficionados desplegaron una pancarta durante el que sería el primer entrenamiento de Zozulya con el Rayo: “Vallecas no es lugar para Nazis / Presa para ti tampoco / Vete ya”. Demasiado tarde. Inscrito en la nómina del Rayo hasta junio, la vinculación del ucranio al club madrileño no tiene marcha atrás, a pesar de que huyera despavorido a refugiarse en su club de origen, el Betis.

“Este desagradable incidente no puede manchar la imagen de tantos aficionados que nos siguen”, lamenta Presa. “La convivencia se basa en el respeto y en la tolerancia. Estamos analizando a ver si se puede reconducir la situación. No quiero manifestarme ni en un sentido ni en otro”.

Presa no se resigna a prescindir del jugador controvertido. Los socios, en su mayoría, se le opondrán. Uno de ellos ha remitido un vídeo al club en el que se ve a un tipo rotulado como Zozulya que, vestido de paisano, salta a un campo de juego en Ucrania para agredir al árbitro.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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