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El Real Madrid rinde al Baskonia y alcanza la final de la Copa del Rey

Los de Laso disputan la quinta final copera en los últimos seis años tras imponerse al conjunto vitoriano en la prórroga y buscarán su cuarto título consecutivo. El Valencia, rival en la pelea por el título

Faustino Sáez
Llull celebra una acción junto a Ayón.
Llull celebra una acción junto a Ayón.L. Rico

El Real Madrid disputará en Vitoria su 45ª final en 81 ediciones de la Copa del Rey, la quinta en los últimos seis años, la 17ª de las 23 posibles en la memorable trayectoria de Pablo Laso en el banquillo. Los blancos buscarán su cuarto título seguido, un reto inalcanzable hasta ahora en la era ACB. Nadie ha logrado encadenar cuatro coronas desde que el Barça enlazara seis entre 1978 y 1983. Tras rendir a un bravo Baskonia, también en la prórroga como sucediera en cuartos ante el Andorra, el campeón defenderá el trofeo ante el Valencia, que superó al Barcelona en la otra semifinal.

BASKONIA, 99; REAL MADRID, 103

Baskonia: Larkin (17), Beaubois (27), Hanga (19), Voigtmann (10) y Diop (2) —cinco inicial—, Bargnani (8), Budinguer (8), Laprovittola (-), Luz (-) y Tillie (8).
Real Madrid: Llull (23), Carroll (3), Maciulis (2), Reyes (6) y Ayón (13) —cinco inicial—, Randolph (20), Fernández (3), Nocioni (3), Doncic (23), Hunter (4) y Taylor (3).

Parciales: 20-15; 15-29; 29-24; 25-21; 10-14

Árbitros: José Antonio Martín Bertrán, Miguel Angel Pérez Pérez y Benjamín Jiménez. Eliminaron por faltas a Diop (m. 43).

Pabellón Buesa Arena de Vitoria, 15.500 espectadores.

Hasta la llegada de Pablo Laso, en el verano de 2011, el Madrid pasó 19 años sin ganar la Copa del Rey. En cinco años y medio en el banquillo, el técnico vitoriano ha convertido en un idilio la relación de su equipo con el torneo. Los blancos persiguen el que sería su 27 título copero. Llull, Doncic, Randolph y un inmenso Ayón en la prórroga rindieron al Baskonia en el Buesa tras un partido mayúsculo. Una oda al baloncesto.

Los minutos iniciales marcaron la pauta de un duelo claustrofóbico y de colmillo retorcido. De inicio, la marcialidad se impuso al recreo y las pizarras se convirtieron en una cartografía de la batalla. Los rebotes de Voigtmann, siete en sus siete primeros minutos, y los puntos de Bargnani, dos de dos en triples nada más incorporarse al juego, fueron el principal sustento del Baskonia en el primer cuarto. Felipe y Ayón se llevaron el epicentro de las operaciones madridistas a la pintura, pero como ocurriera ante el Andorra, el ataque blanco se desequilibró frente a la intensidad defensiva. Transitaba el pulso entre el intercambio de golpes y los movimientos ajedrecísticos hasta que Doncic y Randolph se elevaron sobre las astillas del parqué.

La descomunal aparición de los dos jugadores madridistas en el segundo cuarto sacudió el partido hasta dejar grogui al Baskonia. El base esloveno y el pívot estadounidense se aliaron para construir primero un parcial de 2-10 en los primeros tres minutos de ese acto (22-25, m. 13), y para destartalar después el tablero vitoriano a golpe de grácil contundencia. En la hoja de servicios de Doncic: 13 puntos, tres rebotes y dos asistencias en ese tramo; en la de Randolph: 12 puntos, dos rebotes y una asistencia. Las consecuencias de su alianza fueron devastadoras para el conjunto de Sito Alonso, desmontado bajo los aros.

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El parcial reboteador del segundo cuarto (5-14), permitió al Madrid conquistar el ritmo del encuentro, dinamizar su ataque, eludir el choque y alcanzar el equilibrio. Se desataron los de Laso, aparecieron los contragolpes, inéditos en el primer cuarto, y se descosió el marcador (33-44, m. 19). Desde la línea de tiros libres, Maciulis primero y Llull después estiraron la ventaja madridista (37-50, m. 22). Pero los blancos no supieron consolidar su obra y, cuando parecían despegar, se abocaron a un atolladero.

El impulso del Buesa Arena alentó el toque de corneta baskonista cuando los azulgrana se vieron caminando en la cornisa de la semifinal. Las piernas de Larkin, la muñeca de Beaubois y el corazón de Hanga sirvieron al conjunto de Sito Alonso para devolver el golpe con un 11-0 que mandó la escapada madridista a la casilla de salida (48-50, m. 25).

Volvió a la carga Llull y el encuentro se convirtió en una sístole y diástole sin dueño con la alternancia de gobierno marcada por la respiración de cada equipo. El Baskonia llegaba con la adrenalina del cazador, el Madrid con las tribulaciones del cazado. Martilleaba el conjunto vitoriano por fuera, con el triple motor de Larkin, Beaubois y Hanga, y por dentro, con la fiabilidad de Voigtmann. Se atascaba el Madrid convirtiendo su plan ofensivo en un embudo que siempre acababa en manos de Llull y un triple de Hanga desde ocho metros colocó al campeón contra las cuerdas (87-79, a 3:11 del final).

Entonces recurrió Laso al factor Nocioni. La mística competitiva del Chapu volvió a hormigonar la resistencia blanca con un parcial de 2-10. Las dos estrellas, Larkin y Llull, fallaron entonces sus respectivos tiros de gracia y el partido se fue a la prórroga. Sostenido por un titánico Ayón con dos acciones de 2+1 claves en el tiempo añadido, el campeón alcanzó la final en Vitoria. El Madrid lo volvió a hacer.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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