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La amargura de Messi

El argentino no celebró su gol de penalti ante el Leganés, que selló el triunfo del Barcelona a dos minutos del final

Juan I. Irigoyen
Messi, este domingo en el Camp Nou en el Barça-Leganés.
Messi, este domingo en el Camp Nou en el Barça-Leganés. Quique García (EFE)

“Solo me preocupa que Messi esté feliz”, solía asegurar Pep Guardiola, cuando mandaba en el Barcelona. El técnico catalán entendía perfectamente la psicología del argentino, al que llevó a la cúspide del fútbol: con Guardiola en el banquillo, el 10 se levantó sus tres primeros Balones de Oro (2009, 2010 y 2011), ahora suma cinco (2012 y 2015). Messi no celebró el gol del triunfo de su Barcelona, este domingo ante el Leganés. Y eso que lo había marcado él, cuando el duelo estaba a punto de expirar y la afición azulgrana agonizaba, a punto de estallar de rabia. El estado de ánimo del rosarino es simbiótico al estado de ánimo del Camp Nou. Y si el argentino está infeliz, la hinchada tiembla.

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Cuando Mantovani tiró a Neymar en el área en el minuto 88, Messi ni dudó en coger el balón. El 10 sabía que la suerte del Barcelona, para bien o para mal, dependía una vez más de él. Y no era el momento para ser generoso y repartir goles entre sus amigos del tridente. Concentrado, sobre todo serio, el rosarino mandó el balón con furia a la red. Después, solo se dejó abrazar por sus compañeros. “No he visto si Leo ha celebrado o no el gol”, dijo Luis Enrique. Iniesta, en cambio, fue un poco más allá. Eso sí, el manchego pidió calma. “No tenemos que sacar más cosas de dónde no las hay. Venimos de un resultado nefasto y en los partidos siguientes es muy raro que se puedan transmitir sensaciones completamente contrarias. Somos seres humanos y las cosas también nos afectan”, explicó el capitán del Barcelona.

No hay patadas que lo hagan retorcerse a Messi. Al 10, lo que más le duele, es perder. Y el cachetazo en París no fue una derrota cualquiera para el Barcelona, inmerso en una crisis de identidad futbolística, que dejó a Luis Enrique en el foco de atención. No es la primera vez que el capitán de la selección argentina entra en cólera tras una caída azulgrana. Todavía un pipiolo, con 22 años, el Barça cayó ante el Sevilla en los octavos de final de la Copa del Rey y no pudo contener las lágrimas en el vestuario. Era el primer título que se les escapaba en la era Guardiola.

Renovación en el aire

El 10 tampoco pudo gambetear su ira en las semifinales de la Liga de Campeones en 2012 ante el Chelsea. En uno de los remates más importantes de su carrera, Messi estrelló el balón en el larguero y el Barça se quedó afuera de la final. Aquel día, otra vez, Messi regresó llorando al vestuario. Unos días antes del choque ante el equipo de Londres, el rosarino ya se había cruzado con Guardiola tras la derrota frente al Madrid en el Camp Nou, que significó que el Barça se olvidará de la Liga en aquella temporada. El actual técnico del City dejó el Camp Nou al finalizar la campaña. Se había vaciado.

Hoy el futuro de Luis Enrique está en el aire. Tampoco se sabe qué pasará con Messi. “¿Le renovación de Messi?”, cuestionó el presidente Josep Maria Bartomeu en la previa ante el Leganés; “Las cosas van bien. El socio debe estar tranquilo. Él quiere quedarse y el Barça también quiere que se quede”. Lo cierto es que el presidente del Barça todavía no se reunió con Jorge Messi, que hace días que está en Barcelona. El contrato del 10 se vence en junio de 2018. A punto de quedar afuera en la Champions y con la Liga cuesta arriba, el rosarino ve en febrero como se puede quedar demasiado de la lucha por el Balón de Oro. Su Barcelona anda perdido. Y él, amargado.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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