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El Barcelona se impone al Atlético de Madrid con barullos

Messi resuelve en la recta final un pulso trabado que comprime la Liga y descabalga más a los de Simeone de la lucha por el título

Messi bate a Oblak para firmar el triunfo del Barcelona en el Calderón. / VÍDEO: Rueda de prensa de Luis Enrique y Simeone.Foto: atlas | Vídeo: SUSANA VERA (REUTERS)
Ladislao J. Moñino

Hay veces que los goles describen a un equipo y hasta cómo juega un partido. El Barcelona ganó en el Calderón resolviendo dos barullos en el área del Atlético. Uno remachado por Rafinha y otro por Messi al filo del final del partido. Los rebotes le dieron para seguir agarrado a la Liga, pero este Barça sigue peleado con el juego.

La resolución de un partido agrio y aturullado fue tan sintomática para uno como para otro. Para el equipo de Luis Enrique, los tantos plasmaron un equipo menos fluido y menos afilado con la pelota. Para el Atlético ambas jugadas certifican esa pérdida de contundencia defensiva. Donde antes había un área escoltada por pretorianos que rebañaban con ímpetu todo lo que merodeaba el área pequeña emergieron pies blandos y tobillos de goma para despejar dos pelotas que le castigaron en exceso. Dos balones en los que también jugó en contra la canchera decisión de su entrenador de jugar sobre un tapete seco.

No fue peor el Atlético que el Barça. Incluso cuando dominó transmitió más creencia en lo que hacía. Le faltó temple y precisión cuando acorraló al Barça en su área en el primer tiempo. Esos errores en el corazón del área generan que para el equipo de Simeone todo se aleje: la Liga y ese tercer puesto tan necesario para las arcas del club.

Abanderado por Gabi, a veces demasiado consentido por Mateu en la reiteración de faltas, el Atlético redujo a la nada al Barça en un primer tiempo jugado a toda presión. En realidad, ese dominio desde la presión alta anunciada destapó más las vergüenzas del Barça que ocasiones le generó. La más clara un zapatazo de Griezmann al que voló Ter Stegen.

El inmovilismo es el acompañante fiel de toda decadencia. Fue irreconocible el equipo de Luis Enrique en ese primer tramo, por su estatismo y su previsibilidad. No hubo apenas rastros de lo que fue y debe ser ni colectiva ni individualmente. Dio talla de equipo pequeño, menguado y fiado a la inspiración de lo de siempre, de sus tres delanteros. Tan preocupante o más que Messi apenas aparezca es que ni Busquets ni Iniesta den señales de vida. Sin Xavi, son los guardianes de un estilo que engatusaba con la pelota, las vías por las que debe transitar el juego que inicia Piqué. En el central, que sigue contando como iniciador, se reflejó la falta de respuestas del Barça.

Godín marca el único gol de su equipo.
Godín marca el único gol de su equipo.Álavaro García

Durante muchos de esos minutos del primer tiempo una secuencia mecánica e ineficaz. Ter Stegen le entregaba la pelota a Umtiti, este a Piqué, que progresaba hasta que se encontraba con Saúl y lanzaba generalmente un cambio de orientación hacia Neymar. Ahí moría toda la inventiva del Barça. Debe ser duro para un equipo que encontraba circulaciones de balón como si no costara verse reducido al contragolpe, a los saques de esquina o la delicadeza del tobillo de Neymar o Messi en los libres directos. A uno de La Pulga respondió Oblak con una mano volada espectacular. Cosida a esa parada, realizó otra en un cabezazo de Piqué tras un saque de esquina. En esa ligera crecida del Barça desde el balón parado se finiquitó el primer acto.

El segundo se abrió con el Barça más entregado al tridente, que tardó menos en entrar en acción. Una combinación dejó a Luis Suárez ante Oblak, pero el uruguayo hizo un agujero la hierba al tratar de tirar de empeine exterior para la definición. Con menos fuelle, el Atlético rebajó la intensidad de su presión. Se desperezó con una segunda jugada ganada por Saúl, que habilitó a Griezmann, al que dejó escorado mano a mano con Ter Stegen. El meta alemán tapó bien su palo.

Con algo más de dominio, el Barça se encontró con el gol de Rafinha, respondido por el Atlético una vieja arma. Una falta lateral bien enguantada por Koke al primer palo que peinó Godín. Restaban 20 minutos por jugarse, pero no hubo mucha pese a los cambios de uno y otro técnico. Dio para otro barullo final machacado por Messi, desaparecido en muchas fases, pero con su olfato callejero vivo para el gol. Y paramantener a su equipo vivo.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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