_
_
_
_
_

Tablas y susto entre Deportivo y Atlético de Madrid

El equipo colchonero se estrella ante un rival vigoroso y acabó con diez hombres después de que Fernando Torres tuviese que ser evacuado en ambulancia tras un golpe en la cabeza

Torres es atendido por sus compañeros tras el golpe y la caída
Torres es atendido por sus compañeros tras el golpe y la caídaMIGUEL VIDAL (REUTERS)

El Atlético de Madrid confirmó en A Coruña que en la competición doméstica no está para empresas mayores que guardar una plaza en la próxima Liga de Campeones. Empató sin mayor merecimiento ante un Deportivo vigoroso al que el punto le supo bien a pesar de que tuvo la victoria en la mano durante bastantes minutos e incluso se acercó a ella tras la igualada del Atlético. Todo en un partido que acabó sin brillo en los minutos finales tras un episodio que heló la sangre de Riazor, un choque en el que Álex Bergantiños golpeó en la disputa de la pelota la cabeza de Fernando Torres, que perdió el conocimiento durante unos eternos segundos y tuvo que ser evacuado del campo en ambulancia hacia un centro hospitalario.

Los renglones del fútbol no están escritos. Nada de lo que ocurrió en Riazor se ajustó a cualquier canónico guión. Quienes aguardaban que el efecto del nuevo entrenador se plasmase en el Deportivo con una salida feroz se encontraron a un equipo tembloroso y dubitativo, superado por un rival que al olor de la sangre no es precisamente de los que tuercen el morro. Se vió en problemas el Deportivo, vulnerable por dentro y con una autopista en su flanco izquierdo donde entre Kakuta y Luisinho no lograban ajustarse sobre Vrsaljko. El monólogo era rojiblanco, pero calló de manera inopinada cuando Oblak ejecutó un saque de puerta como un alevín, golpeó mal a la pelota y en lugar de alejarla hasta el centro del campo la colocó en los pies del último zaguero, Giménez, que se hizo un nudo. Andone, que anda a todas, se llevó el obsequio, encaró al meta y puso Riazor patas arriba.

El gol mostró hasta que punto el fútbol depende del ánimo. El Deportivo trémulo y convaleciente creció hasta lograr alcanzar esa solidez que tanto ha echado de menos en lo que va de temporada. Sufrió, corrió y bregó tras el balón porque el Atlético obliga, pero durante bastantes minutos apenas concedió. Se hizo incómodo el Deportivo y eso es una novedad, indescifrable para el equipo de Simeone, cómodo en los espacios, pero atorado para trabajar el ataque posicional. Apenas tuvo que estirarse Lux en una oportunidad en la primera parte y fue en una respuesta del rival, no en una propuesta, en un pase profundo de Thomas para facilitar el remate de Correa.

Más información
Imágenes del brutal golpe de Fernando Torres en Riazor
Fernando Torres, consciente y estable tras sufrir un golpe en la cabeza ante el Deportivo

Mientras tanto el Deportivo profundizó en su afianzamiento. Mel corrigió los problemas en los flancos al cambiar a Kakuta y Fayçal de posición. El marroquí, más esforzado para correr hacia atrás que el exjugador de Rayo y Sevilla, se acopló con Luisinho para tapar a Vrsaljko. Al inicio de la segunda parte reemplazó a Kakuta por Navarro. En todo caso, Mel mostró que prefiere que los extremos circulen hacia posiciones interiores para buscar superioridades por ahí, con Emre Çolak más que como mediapunta como arquitecto, con libertad para partir desde unos metros más atrás. El dibujo del Deportivo casi replicaba el del Atlético, también la intensidad. Por eso el partido derivó hacia un duradero ejercicio de presión, de pérdidas, recuperaciones y apuestas en las transiciones.

Al descanso la sensación era de que el Deportivo había acabado más cerca del segundo gol que el Atlético del primero. Necesitaba variar de plan Simeone, así que de inicio rescató a Griezman del destierro junto a la cal para llevarlo más cerca de Gameiro. Su siguiente maniobra fue reemplazar a los jugadores que operaban más abiertos en el centro del campo, Koke y Correa, para llamar a dos extremos, Gaitán y Carrasco. Con poco menos de media hora recurrió a Torres en sustitución de Gameiro y dejó la recámara sin balas. Para entonces el Deportivo ya tenía claro que su partido pasaba por el repliegue y la resistencia, por forzar al rival a hincarle el diente en espacios reducidos.

Pero al Atlético le gusta recurrir a la tremenda. Ante un rival tapado eludió la guerrilla y lanzó un bombardeo. Primero Filipe disparó desde su casa al poste y en la continuación de la jugada, Griezmann, que estaba en casa de Filipe, destapó un zurdazo que trazó una diabólica parábola hasta la red.

El Deportivo respondió y dejó pasar dos goles, primero un mal remate de cabeza de Andone con toda la ventaja, luego una llegada en la que no pudo rematar entre un bosque de piernas. El delantero rumano es un titán, pelea todas y extrae un rendimiento superlativo de la producción que le llega. Pero le falta finura en la definición. Resulta obvio que si la tuviera no estaría en un equipo del fondo de la tabla. La rebelión del equipo de Mel tras el empate alerta sobre su pelaje por más que el técnico quisiese compensar ese carácter intrépido matizando la defensa en cada sustitución. Se jugaba con ardor, pero todo se paró de pronto cuando a seis minutos del final ocurrió el susto de Torres. Con mal cuerpo se reanudó el partido, con uno menos el Atlético. Ya nadie jugó.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_