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Las promesas de la víspera incumplidas

Alcalá (1.500m) y Peleteiro (triple) rozan el podio, mientras los cuatro del 800m, Ureña en heptalón y los del 3.000m anuncian emociones fuertes el domingo

Carlos Arribas
Ana Peleteiro, en el triple salto.
Ana Peleteiro, en el triple salto.SRDJAN SUKI (EFE)

Entrenar es una ciencia y correr es un arte, dicen los sabios del atletismo de fuera, y los españoles les corrigen: correr es un arte y entrenar, a veces, casi siempre, también. Traducido al clima de Belgrado, donde el nuevo atletismo español intenta lucirse, significa que de lo mucho que se siembra a veces se recoge menos de lo esperado, como las buenas viñas. Es un atletismo para degustadores finos, para amantes de los detalles, no para el consumo masivo.

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Tiene el director técnico, Ramón Cid, una hoja cuadriculada con el programa del Europeo en la que pinta de verde las pruebas en las que sus atletas alcanzan la final. La hoja parece un prado irlandés, puro esmeralda, puro optimismo. La realización práctica, el resultado de las finales, no se refleja, lo que quita sombras al dibujo. “Solo espero que nos vayamos con alguna medalla de los nuevos, que no tengamos que tirar solo de Ruth Beitia”, dice Cid, que confiesa un sentimiento agridulce.

Las grandes expectativas levantadas desde los campeonatos de España por el trío del 400m se resumieron finalmente en la eliminación en semifinales de Óscar Husillos, el velocista de moda tras sus 45,92s, récord de España, por sobredosis de emociones y de carreras para él, un hombre del 200m que pasó al 400m para mejorar su prueba, y en el quinto y sexto puesto de Samuel García y Lucas Búa en la final en la que arrasó el favorito, el checo Pavel Maslak (45,78s). A los dos españoles les penalizó sus semifinales raspadas, que les condenaron a las peores calles. Por la uno, el gigante García debió medir sus pasos en la primera vuelta y llegó descolgado a la calle libre; Búa, un hombre del final, intentó el imposible en el principio, y acabó tirado en la pista, casi muerto, el ácido láctico escapando a chorro de sus orejas. El resucitado tras los dos disparos de los jueces el viernes, Marc Alcalá, que desea asumir el papel de renovador del 1.500m, terminó cuarto (ganó el polaco Marcin Lewandowski), y la triplista perdida y hallada en Guadalajara por Iván Pedroso, Ana Peleteiro, volvió a saltar más de 14m (14,13m) y terminó quinta, a 24cm de la ganadora, la alemana Kristin Gierich, y a 11cm del bronce.

El domingo será el día de la esperada medalla de plata de Jorge Ureña, quien, lesionado en un muslo, infiltrado y vendado, saltó 2,10m en altura, su mejor marca, y lleva camino de repetir los 6.245 puntos del récord de España que batió hace un mes. A falta de vallas, pértiga y 1.000m, está a 125 puntos del inalcanzable francés Kevin Mayer, el heredero del recién retirado Aston Eaton y subcampeón olímpico en Río. La buena siembra de viernes y sábado también hace esperar medalla del 3.000m masculino

(Mechaal y Mayo) y, sobre todo, de los 800m. En hombres, con tres de los seis finalistas (Kevin López, Daniel Andújar y Álvaro de Arriba); en mujeres, Esther Guerrero, de Manresa, contra todas.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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