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Filipe marca el territorio y el Atlético de Madrid gana a la Real Sociedad

El lateral brasileño firma un partidazo y marca el gol de la victoria

Ladislao J. Moñino
Filipe Luis y Carrasco celebran el gol del brasileño.
Filipe Luis y Carrasco celebran el gol del brasileño.Denis Doyle (Getty)

Con Simeone de director de coreografía en los minutos finales y sus jugadores escondiendo la pelota en los saques de esquinar para preservar el 1-0, el Atlético de Madrid se aferró al tercer puesto y puso al Sevilla ante la obligación de al menos puntuar en el Camp Nou. La trascendencia de la victoria y el colchón que le puede dar para afrontar el derbi del sábado la reflejaron los saltos y los puños cerrados de Simeone cuando Undiano señaló el final. Aunque tardó en arrancar, para el Atlético fue un partido gestionado con mucho oficio y con picos electrizantes de juego, capitalizados por Griezmann, Koke, Carrasco y Filipe, acaparador de mucho foco durante gran parte del encuentro y autor de un gol que puede valer ese tercer puesto tan tranquilizador para las arcas del club.

Tardó 20 minutos el Atlético en generar algo potable, una jugada que ratificara que sus jugadores estaban jugando un partido de fútbol y no otra cosa. Fue una combinación entre Griezmann, Koke y Juanfran cerrada por el francés con un remate que se le escapó por no más de una cuarta. A partir de esa acción se envalentonó el equipo de Simeone. Se evaporó esa a caraja inicial que había provocado que el personal emitiera cánticos relativos a la necesidad de emplear más testosterona. Para la grada no pasó desapercibida esa salida templada de los suyos. Pero no fue solo con sudor con lo que el Atlético empezó a desarmar a la Real Sociedad, hasta entonces dominadora por esa potencia de Odriozola para perforar la banda derecha, por la imponente fuerza de Zubeldia en el medio y el agudo repertorio de veterano mandón que eleva la figura de Xavi Prieto.

Ya más fino el Atlético con la pelota, un despeje orientado de Juanfran le cayó a Griezmann en su pierna derecha y remató con inocencia a las manos de Rulli. El tanto que abrió el marcador a la media hora mezcló pelota y esfuerzo por igual. Filipe Luis acudió al rescate de un mal control de Griezmann en el área, tocó para Torres y este le obsequió con una pared que le citó cara a cara con Rulli. Si el sábado en La Rosaleda a Filipe no se le encogió la pierna izquierda para superar a Kameni esta tampoco sucedió para batir a Rulli con un toque sutil a media altura. Por primera vez engancha dos partidos seguidos marcando gol. El día que se conoció la posible marcha al Real Madrid de Theo, su relevó natural, Filipe emergió como el protagonista omnipresente del partido. Tuvo al menos otras tres ocasiones de marcar y terminó por rendir a la hinchada en un cruce providencial para tapar un ataque de la Real por la banda defendida por Juanfran.

En plena crecida por el gol, el Atlético generó fútbol del bueno que le reportó ocasiones para cerrar el partido. Griezmann prolongó de espuela una pelota para Carrasco y el centro raso de este lo estrelló Torres contra el palo con Rulli vencido y descolocado. Con el rechace que le cayó, ya esquinado, ejecutó un golpeo horroroso contra el lateral de la red. El error puso de manifiesto por enésima vez la idolatría que el Calderón le profesa a Torres. El símbolo emerge en el sentimiento de los hinchas, pero también el jugador, que en Málaga estuvo en las dos jugadas de los goles y a noche también en el de Filipe Luis. Cuando Simeone le retiró, de nuevo, fue despedido a lo grande.

La cascada de juego local posterior al gol continuó con un desmarque de Griezmann que descifró Koke, el centro atrás del francés fue apuntado por Carrasco de la peor forma posible, al centro.

La Real se fue al descanso noqueada, pero emergió en la reanudación más decidida. Eusebio le dio mordacidad arriba a su equipo con la entrada de Oyarzabal. Merodeó con más frecuencia el área de Oblak, pero no encontró un camino claro para inquietar al meta esloveno más allá de algún centro pasado. Firmes los rojiblancos, volvieron a agitarse con la entrada de Correa. El argentino y Carrasco pudieron poner más tierra de por medio en el marcador, pero definieron mal. Uno por exceso de colocación y el otro por intentar driblar a Rulli en vez de ejecutarlo a la carrera. Con esas dos balas desperdiciadas, comenzaron los aspavientos de Simeone para agitar a la hinchada y esa treta tan futbolera de esconder la bola junto al banderín de córner. La pelota, también para el Atlético, puede servir para defender.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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