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Griezmann deja helado al Real Madrid

Los cambios de Simeone empinan al final a un Atlético que hasta entonces había sido superado por su rival

José Sámano
Correa, Griezmann y Filipe celebran el gol del empate
Correa, Griezmann y Filipe celebran el gol del empateGonzalo Arroyo Moreno (Getty Images)

Un cruce de caminos entre Madrid y Atlético aumentó el suspense de la Liga. Los blancos no rentabilizaron su paulatina mejoría durante una hora, con un Atlético decepcionante hasta que Simeone reclutó a gente del banquillo como Correa y Thomas. Ahí se frenaron los de Zidane y resurgieron los rojiblancos, que a la clausura del duelo estaban más enteros que el mismo adversario que les había superado durante un largo periodo. El encuentro tuvo más trama que brindis por el juego, sobre todo con su decepcionante inicio. Al final, el empate de Griezmann que contrarrestó el anterior gol de Pepe supo a gloria al Atlético y dejó helado al Madrid.

Resultó un choque poco lozano. De entrada, sobre el césped de Chamartín, una catarata de pifias, muchas imprecisiones y más de un esguince a la pelota. Pese a las luces de neón del cartel, en su arranque fue un partido de poco volumen, de ritmo bajo, con una sobredosis de ansiedad en ambos conjuntos. El Atlético, en su papel de bloqueador, con toda la gente por detrás del balón. En ocasiones, hasta con Fernando Torres como primer zaguero incluso cerca del balcón del área de Oblak. Con tanta marcha atrás, a los de Simeone les quedaban varios océanos para dar con la madriguera de Keylor Navas. Un cabezazo de coronilla de Saúl tras una falta lanzada por Koke y una aventura de Griezmann, cuyo disparo desvió el meta local, fue toda su producción ofensiva en el primer acto. Hilar dos pases era un viaje lunar para los rojiblancos.

Hasta su toque de corneta tras el descanso, tampoco el Madrid tuvo mucha fluidez, aunque sí menos fogueo. Con la percha de Casemiro, sobresaliente como alguacil, de inicio al cuadro blanco le faltó otra escala de Kroos y Modric, con más tajo que ingenio. Sin sus ingenieros, el Madrid percutía con Carvajal y Marcelo de remeros, pero sin profundidad. Mucho bombeo de pelota desde las orillas y por el embudo unos cuantos disparos a varias cuadras de Oblak. Tampoco contribuyó la movilidad reducida de Cristiano, Benzema y Bale, demasiadas veces de espaldas a la portería, engullidos por el tinglado colchonero en la retaguardia.

Con todo, en la selvática zaga visitante nadie encontró mejores rendijas que Cristiano. Oblak y, sobremanera Savic, que hizo la ‘parada’ de la tarde al desviar bajo el larguero un gol o gol, frustraron al portugués. También intervino el luso en una estupenda trenza con Benzema con remate final del galo y otra buena respuesta de Oblak.

Por más que el Madrid no tuviera una sobremesa pinturera sus oportunidades retrataron para mal al Atlético. Tanta siderurgia defensiva para que al final sea tu portero quien te sostenga. Y eso, ante un Madrid que tiene armas nucleares en ataque… Mientras Simeone no movió ficha con los suplentes, no hubo forma de que el Atlético diera con otro sostén que Oblak. Poco o nada de Koke, de Gabi, de Saúl. Sin su tutelaje, Griezmann quedó aislado, con la losa que ello supone para los de Simeone.

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El descanso mejoró al Madrid y empeoró aún más al Atlético durante un buen trecho. La puesta en escena de los locales fue más vitalista, con otro pistón. Otra frescura. Su trío ofensivo ya tuvo más foco, más activos los tres, ya no como estalactitas cerca de Oblak. El portero esloveno impidió otro gol cantado, de nuevo de Benzema, bien asistido otra vez por Cristiano. El gol ya se presumía como hijo del juego, no solo por alguna acción episódica. Y así fue: Pepe hizo de Sergio Ramos y cazó el vuelo una falta ejecutada por Kroos a lo Kroos. Una diana aérea muy de este Madrid que golea como nadie por el aire.

El Atlético parecía definitivamente vencido, de bruces en la lona. No había dado pistas de dar con la tecla, tan encogido y espeso. Hasta que los cambios dieron un vuelco final a la trama. A la hora, Torres se estrelló con Keylor en un mano a mano y, de inmediato, entró Correa por Saúl. Un relevo que hizo de sirena para el Atlético. Ubicado como enlace de Griezmann, el argentino espabiló a sus camaradas, que advirtieron cuál era la hoja de ruta. También Thomas le dio otro subidón a los rojiblancos al permitir que los suyos elevaran la presión. El Madrid, al que esta vez el banquillo no le surtió efecto, no supo cerrar el marcador y reculó más de la cuenta. Y eso que el Atlético estaba a punto de recurrir a Cerci, que ni ha debutado en esta Liga. Una medida a la desesperada. Pero con el italiano en la sala de espera emergió Correa, que filtró un servicio extraordinario a Griezmann, un francotirador de élite. Y Cerci se quedó a la sombra. El empate, gestado sustitución a sustitución, originó que el Atlético culminara el partido más entero y enérgico que el Madrid. Para los de Simeone, una hora de nada y media para dar con el respiro. Para los de Zidane, un partido creciente hasta que el Cholo agitó el banquillo.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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