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El éxito de Shakespeare es el fracaso de Ranieri

El entrenador interino del Leicester se gana a la plantilla con su carácter campechano de subordinado. Los jugadores recelaban de la celebridad que cultivaba el italiano

Diego Torres
Shakespeare dirige el entrenamiento del Leicester en el Calderón.
Shakespeare dirige el entrenamiento del Leicester en el Calderón.Gonzalo Arroyo Moreno (Getty Images)

“Yo nunca discutí con Claudio”, dijo; “nunca hubo malos rollos entre nosotros; cuando se marchó nos abrazamos, me dio las gracias, me dijo que estas cosas pasan en el fútbol”.

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El pobre Shakespeare no deja de sentirse como un Falstaff.

Craig Shakespeare, el entrenador del Leicester, se confesó apesadumbrado el día que asumió como interino en sustitución del malogrado Claudio Ranieri: “Ahora que ocupo esta silla me siento como el villano de una pantomima”.

Desde entonces, por un motivo u otro, sigue huyendo de los personajes que el destino le procura. Sentado en la sala de conferencias del Calderón este martes, antes de dirigir el último entrenamiento para enfrentar al Atlético, el técnico inglés tuvo que responder a una lluvia de preguntas sobre su predecesor. Una más. Porque la víspera Ranieri había ofrecido la primera entrevista desde su despido. Apareció en el plató de una televisión inglesa e insinuó que alguien pudo conspirar para echarlo. “No puedo creer que mis jugadores me traicionasen”, dijo, “pero tal vez hubo personas del club que empujaron para que me quitaran”.

"¡Tal vez!", recordó ayer Shakespeare a la audiencia de risueños reporteros británicos. "¡Claudio dijo '¡tal vez!".

Desde el vestuario del Leicester se ha extendido la versión de algunos de los jugadores más importantes de la plantilla, que han manifestado a sus agentes que se encontraban hartos de Ranieri. Se quejan del cambio de humor del técnico, jovial ante los medios y amargo de puertas para adentro. Cada día más insondable, más preocupado por alimentar su mito, envanecido por el éxito de 2016. Convencido, a ojos de los jugadores, de que el título del Leicester había sido casi una obra personal. Los futbolistas, celosos de su cuota de gloria, acabaron por estragarse.

Shakespeare inspira simpatía porque parece un hombre simple. Por poco se confunde con los utilleros. Criado en la campiña de Birmingham, sencillo y humilde, jugó en equipos de la parte baja de la tabla en los 70, fue entrenador en Ligas menores en los 90, lo emplearon para labores de intendencia en el Leicester City desde 2008 y, desde el 24 de febrero, sustituye al héroe máximo de la ciudad. Suplanta a Ranieri, el entrenador que condujo a los Foxes al título de la última Premier, la más inesperada de la historia. Consciente del peso moral que conlleva el relevo, Shakespeare hace lo que puede por no parecerse al histrión italiano que, tras ser despedido, proclamó: “Han matado mi sueño”.

El sustituto tomó al equipo en plena pesadilla. En puestos de descenso. Después de cinco derrotas consecutivas. Su ascenso coincidió con un cambio radical. En un mes el Leicester ha logrado seis victorias y una derrota. Este miércoles jugará en el Calderón en la ida de los cuartos de final de la Champions. Aparte de la baja de Morgan, lesionado, no habrá sorpresas en la alineación ni en la disposición de los jugadores. El viejo 4-4-2. La vieja guardia con Ndidi en reemplazo de Kanté. Nada de iniciativas tácticas extravagantes. Nada de creatividad. Nada de lucimiento personal.

El secreto de Shakespeare consiste en actuar como si quisiera ser un don nadie. El anti personaje. Exactamente lo que quieren los jugadores, que acabaron hartos del afán de protagonismo de Ranieri.

“Sentimos cierto cosquilleo”, dijo, cuando le preguntaron cuáles eran sus sensaciones al pisar el Calderón, el templo de Luis, de Futre, de Torres y el Cholo. “Tomamos como un cumplido que los jugadores del Atlético digan que nos parecemos a ellos. Tenemos que disfrutar el momento. Pero para disfrutarlo más hay que conseguir un buen resultado”.

Es poco probable que Ranieri, que fue entrenador del Atlético, sintiera “un cosquilleo” al regresar al campo del club que le despidió en la fatídica temporada 1999-2000. El año del descenso.

Lo normal es que Shakespeare prefiera no interpretar ningún papel relevante. Nadie le califica como a un entrenador sobresaliente. Su gran logro ha sido el fracaso de Ranieri. Nada menos que devolver el protagonismo a los jugadores.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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