_
_
_
_
_
Siempre robando
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una generación vengada

Marcelo y Sergio Ramos tras el partido. Vídeo: Ramos habla sobre la victoria en Liga.Foto: atlas | Vídeo: JUAN MEDINA REUTERS / ATLAS
Manuel Jabois

La generación madridista del 78 hizo tres viajes de fin de curso a Tenerife, dos de ellos sin su consentimiento. Fue una generación arruinada en la adolescencia por dos Ligas perdidas, la primera increíble y la segunda cantada. Desde entonces esa generación no tolera los porteros con gorra, los defensas con bigote, los delanteros calvos y, por encima de todas las cosas, los madridistas. 

Los madridistas son un pueblo sin rumbo que no cabe en su país, como los holandeses, y a veces terminan asentándose lejos de casa. La paradoja es que el madridista sólo puede volver a su país de una manera: arrebatándole al Madrid un título. Valdano fue la excepción, pues la Liga que le quitó el Tenerife al Madrid fue tan cruel que le hizo falta ganar otra en las mismas circunstancias. Y así fue como a la edad en la que nuestra generación empezaba a perder cursos, virginidad y vergüenza, los madridistas ya estábamos perdiendo ligas, como nuestros padres. 

Más información
'La Liga al revés de Zidane', por David Álvarez
El Real Madrid más coral reconquista la Liga
Celebraciones del Real Madrid, el Campeón de Liga 2017 en imágenes

Uno de aquellos jugadores que se fue llorando de Tenerife estaba en el banquillo del Málaga, tan cansado de sonar que avisó de que él era “más madridista que Valdano”, un mensaje que significa que nadie tiene más ganas de volver al Bernabéu que él, o sea de quitarle un título al Real. Con el 0-2 de La Rosaleda y el 0-2 del Camp Nou Míchel lo tenía medio hecho; el Madrid necesita estar contra las cuerdas para ganar y tenerlo todo hecho para perder. 

Se impuso, sin embargo, el Madrid irreconocible: el Madrid que sigue un guión de certezas y no de santos milagreros. Fue el mismo Madrid que esta temporada se levantó después de dos palos que en otras épocas, presa de sus desequilibrios internos y su extraña poética del derrumbe, le dejarían sonado como en la Primavera de Queiroz. Al 2-3 del Barça en el último minuto del Bernabéu, con la Liga a la deriva, Zidane respondió sacando a los suplentes en el resto de partidos. Al 2-0 que el Atleti logró en diez minutos el Madrid respondió quedándose el balón e improvisando el control de un partido herido de muerte. Un directivo afirmaba antes de Málaga: “Es probable que sea el grupo humano de más calidad que hemos tenido en los últimos veinte años”.

A la adolescencia de la generación madridista del 78, educada en colegios de curas de Eindhoven y Milan, Tenerife le abrió los ojos y el propio Madrid, cuando crecimos, se los volvió a cerrar intercalando Ligas sueltas entre Champions Leagues.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_