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El Tour pierde a Valverde a los siete kilómetros de carrera

Tremenda caída del murciano, que se rompe la rótula al chocar contra una valla y deja a Nairo sin su mejor apoyo. Ventaja de Froome sobre sus rivales. Victoria de Thomas

Los servicios médicos atienden a Valverde tras la caída.Foto: atlas | Vídeo: Peter Dejong (AP) / ATLAS
Carlos Arribas

Con una bandera triangular amarilla de precaución, un policía advierte a todos los ciclistas que a toda velocidad se acercan salpicando sobre los charcos a una curva a izquierdas muy amplia nada más cruzar el segundo puente sobre el Rin; Alejandro Valverde, manejando la bici por el centro de la calle, lo sobrepasa teniendo cuidado de no rodar sobre la pintura blanca del asfalto y se lanza hacia la curva a 70 por hora. No es un viraje aparentemente peligroso, lo puede tomar a tope, sin tocar los frenos. Lleva recorrida la cuarta parte cuando la rueda delantera le hace un extraño. El ciclista duda y pierde el control. Trata de recuperar el equilibrio sacando el pie del pedal. Imposible. Lanzado sin remisión por la fuerza centrífuga hacia el exterior, Valverde, deslizándose por el suelo, choca contra la valla metálica en la que el león rojo de dos colas de una bandera de Limburgo, la región de Holanda que tiene colinas y acoge la Amstel Gold Race, parece esperarle burlón. Después del choque, el ciclista murciano no se levanta. Poco después una ambulancia lo recoge. Desde el hospital Universitario de Düsseldorf, el parte médico duele: "Fractura de la rótula izquierda. Herida en la tibia izquierda. A la espera de más exámenes radiológicos para ver si hay más lesiones". A última hora de este sábado, se informó de que Valverde iba a ser operado por la noche en Düsseldorf. Además, al parte de lesiones se añadió que también se rompió el astrágalo, un hueso del pie que enlaza con la tibia y el peroné.

El décimo Tour de Valverde ha acabado. Ha durado siete kilómetros apenas. Su equipo, el Movistar, se queda en ocho, y Nairo Quintana, su líder, sin el mejor équipier que podía tener.

Cinco minutos después, en la misma curva, en el mismo lugar, se cae Ion Izagirre, el guipuzcoano que lidera el Bahréin y que se hizo grande el año pasado ganando la etapa del Joux Plane. También debe abandonar el el Tour de Francia 2017. Sus lesiones no parecían tan graves como las de Valverde. El guipuzcoano sufre contusiones en la zona lumbar y en la cadera izquierda.

La primera etapa del Tour fue una fiesta para el Sky tan blanco y poderoso de Chris Froome y un tormento para los rivales. Ganó la etapa y cambió el blanco por el amarillo el galés Geraint Thomas, el gregario de Froome que, después de una caída, se retiró del Giro que quería ganar. Thomas rodó sobre los charcos y bajo la lluvia oscura del primer día de julio en Alemania a casi 52 por hora de media. No lo hizo mucho más lento su jefe, Froome, que le cedió 12s en los 14 kilómetros, el precio de su prudencia en las curvas, mucho menor que el que pagaron Richie Porte (35s más que Froome), Nairo (36s), Brdet (39s), Aru (40s) y Contador (46s) y Bardet, todos unidos por el miedo a perder el Tour el primer día. Sobre todos ellos, Froome ya ha marcado unas diferencias que le permitirán manejar el Tour con la ventaja del tiempo y la ventaja psicológica: el inglés, han comprobado los rivales, es el de todos los 1 de julio, el ciclista superior. Fue más decidido Froome que Miguel Indurain en el tormentoso prólogo de Saint Brieuc en el Tour de 1995. El gran favorito, Chris Boardam, arriesgó para ganarlo y bajo el aguacero e iluminado por relámpagos sufrió una terrible caída. Indurain aparcó la cabra, la bici de contrarreloj menos manejable, y corrió con una bici de carretera. Perdió tiempo con todos sus rivales pero tres semanas después ganó su quinto Tour. "En un prólogo no se puede ganar el Tour", dijo entonces. "Pero sí perderlo".

Bardet y Porte partieron antes que Valverde y su prudencia la pudo exacerbar la machacona repetición de Despacito, des-pa-cito, por la megafonía del Tour, que amenaza con proseguir todos los días. Obedecieron al cantante el francés y el australiano. Contador obedeció a la noticia de la caída de Valverde. “Cuando me lo dijeron, decidí arriesgar mucho menos en las curvas”, dijo el ciclista del Trek. “Pero, aun así, perder 46s en 14 kilómetros es mucho… No es una buena manera de empezar”.

Es el tercer abandono de Valverde en un Tour, después del de 2005 (tras ganar en Courchevel una etapa por delante de Armstrong) y el de 2006, cuando se rompió la clavícula en la etapa del Cauberg, en el corazón de Limburgo.

El brusco choque contra la valla del león rojo supuso para Valverde el brusco despertar del nirvana que había alcanzado esta temporada, en la que parecía que todo lo que podía salirle bien le salía mejor. Había ganado con gran impresión de facilidad las Vueltas a Andalucía y Catalunya, y también la Flecha Valona y la 103ª edición de la Lieja-Bastogne-Lieja. Corría sin presión, sin más objetivo que el de divertirse y alegrar a la afición. No sufría de envidia ni de malas ideas ni de codicia ni de miedo. “¿Cómo voy a pensar en ganar etapas este Tour, si vengo a trabajar para Nairo?”, decía en una entrevista el viernes por la tarde. “Venimos a ganar el Tour, no etapas, y quien puede hacerlo por nuestro equipo es Nairo. Es totalmente un candidato para la victoria. Le veo mucho más fino, menos tosco que en el Giro”.

La retirada de Valverde, un ciclista que sacrificó su podio en el Tour del 16 por Nairo, deja casi huérfano al colombiano, que sin su compañía en la montaña, sin el valor estratégico del murciano, temido por todos, tendrá bastante más complicado derrotar por fin a Froome.

Peligra la Vuelta para Valverde

La temporada de Valverde tenía tres ejes: las clásicas de primavera, en las que brilló; la ayuda a Nairo Quintana en el Tour, que se ha quedado en nada, y el liderato del equipo en la Vuelta, que parece complicado. Faltan solo 48 días para que comience la ronda española, el 19 de agosto, y la lesión de rótula que padece le tendrá al menos 40 días parado. Según los especialistas, no cambiarán mucho los plazos si se queda en luxación de rodilla o se confirma la fractura. Lo que no está en peligro, aparentemente, es la continuidad de la carrera deportiva de Valverde, de 37 años.

La brillante longevidad del murciano es un acontecimiento que extraña, sorprende y maravilla. Inició su carrera profesional antes de cumplir los 22 años, ya como figura, y 15 años después (una continuidad rota entre 2010 y 2012 por la sanción que sufrió por la Operación Puerto) no solo se mantiene al máximo nivel, sino que mejora sin parar. “Sí”, decía en una entrevista el viernes, “2017 es hasta ahora la mejor temporada de mi vida. He ganado algo en todas las carreras que he disputado salvo en la Dauphiné, donde corrí un poco para ver cómo estaba, sin aspiraciones en la general. Y espero seguir así unos años más. Este no será mi último Tour, espero; creo que me quedan un par de ellos más, hasta los 39 años. Y cuando cumpla 40 ya veré si es el momento de retirarme”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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