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Patrick Baumann: “El baloncesto necesitaba un ‘electroshock”

El Secretario General de la FIBA analiza en EL PAÍS el escenario del baloncesto internacional y el conflicto con la Euroliga por el nuevo calendario con las ventanas de partidos de selecciones

Faustino Sáez
Patrick Baumann, Secretario General de la FIBA
Patrick Baumann, Secretario General de la FIBAFIBA

Patrick Baumann (Basilea, Suiza, 49 años) se aficionó al baloncesto de niño cuando su madre le instó a buscarse un deporte a cubierto para dejar de resfriarse tras cada pachanga futbolística. Creció admirando al Milán de Dino Meneghin, Riccardo Pitis y Antonello Riva y llegó a ser árbitro de primera división en su país natal. Su formación en Derecho y en Gestión Deportiva le permitió incorporarse a la FIBA con apenas 27 años y en 2003 fue nombrado Secretario General en sustitución del histórico Borislav Stankovic. Desde ese puesto defiende ahora el nuevo calendario internacional con las ventanas de partidos de selecciones. “No es un proyecto contra nadie. Es una oportunidad para descubrir nuevos talentos”, señala. “No nos preocupa haber sido a veces el malo de la película porque la película es muy buena. Tenemos un producto extraordinario. El baloncesto está muy bien y puede ir aún mejor”, desarrolla dentro de una charla con espíritu pedagógico.

Pregunta. ¿Cuándo y con qué objetivo nace el nuevo calendario de la FIBA?

Respuesta. El modelo no es nuevo, es el que estuvo en vigor hasta 2003. En 2010, con el cambio en la presidencia de FIBA y la llegada de Mainini, se planteó la necesidad de revitalizar todo. El baloncesto necesitaba un electroshock. Desde 1992, con la llegada del Dream Team, hasta el 2002 se vivió una gran globalización de nuestro deporte, pero después se estancó todo. La única manera de fomentar el baloncesto a nivel mundial era potenciar la visibilidad de los equipos nacionales como bandera. Algunos países se acercaron al Dream Team, Argentina llegó a alcanzar el oro en los Juegos de 2004 y España ganó el Mundial de 2006, pero después la armada americana se puso a ganarlo todo otra vez. Queríamos más incertidumbre competitiva y había que hacer tabula rasa para impulsar las Federaciones. Las selecciones tenían que dejar de ser una cosa sólo del verano. Había que abrir ventanas al trabajo de los países en la formación de talentos. Hubo miles de reuniones y un estudio de viabilidad económica y el resultado fue positivo. Si todo funciona, en unos años creceremos en promoción y popularidad.

“La globalización se estancó y las ventanas buscan potenciar a las selecciones nacionales”

P. En ese camino han chocado con la NBA, que se negó a ceder a sus jugadores para las ventanas, y con la Euroliga, con la que tienen un conflicto abierto.

R. Nunca hubo choque con la NBA. Fue una discusión argumentada desde el primer día para construir una estrategia conjunta: globalizar todavía más el baloncesto y disminuir la utilización desproporcionada de sus estrellas, que hasta ahora jugaban 80 partidos por temporada y luego se quedaban bloqueados en verano por sus selecciones. Si el ritmo seguía así no íbamos muy lejos y la participación de los jugadores nba en los grandes torneos iba a ser cada vez menor. Había que dar respiro a los atletas y crear espacios para la aparición de otros nuevos. La proyección de un deporte pasa por la participación de sus estrellas en los momentos clave. Estábamos en un camino sin retorno. No podemos ser rehenes de unas pocas estrellas sino pensar en construir las nuevas.

Patrick Baumann
Patrick Baumannfiba

Con la Euroliga la discusión fue distinta. Ellos dijeron ‘nosotros vivimos muy bien aquí y no nos interesan las selecciones’. Les intentamos explicar que las ventanas no eran un estorbo en mitad de la temporada. Nos dieron algunas ideas pero todas en verano y ese no era el objetivo. Ahí sí hubo choque. No quisieron entender nuestra propuesta. Yo no critico lo que está haciendo la Euroliga, pido respeto por nuestras ideas porque tenemos buenas razones, les gusten más o menos a algunos clubes. Todos tienen que hacer esfuerzos. Nosotros los hicimos matando un ciclo de Europeos, haciéndolos cada cuatro años en lugar de cada dos, a cambio de dos ventanas dentro de la temporada y dos fuera de ella. Nos parece un compromiso razonable que no debería molestar a nadie. Las polémicas son cuestiones ajenas a calendarios porque con este sistema dejamos un verano libre en cada ciclo y reducimos un 26% la carga competitiva.

P. ¿Si la Euroliga se negara a dejar participar a sus jugadores en las ventanas qué haría FIBA?

R. En España por ejemplo, la Federación tendría que tomar sus medidas porque es algo que va contra la Ley del Deporte. En ese caso los clubes españoles tendrían que sentarse y decidir si quieren un equipo nacional fuerte que prolongue los éxitos de estos últimos 15 o no. Afortunadamente hay 215 países y todos quieren ir a los Juegos y al Mundial. España tiene una liga formidable, una generación de oro envidiable y ha sido el ejemplo a seguir estos años, sería una pena que esto se interrumpiera bruscamente por una cuestión de un par de fines de semana.

“En nuestro proyecto hay 140 países. La Euroliga es solo un producto continental”

La Euroliga quiere ser una NBA en Europa, pero aquí vivimos en un mundo muy pequeñito y hay 50 países a menos de una hora de vuelo. Cuando uno tiene una responsabilidad supranacional también tiene que tener en cuenta los reglamentos internacionales y respetar unos intereses que van más allá de los que tenga un grupo de unos pocos clubes, por fuertes que sean. Hay que encontrar el equilibrio sin infravalorar las ligas nacionales. Estos clubes están sentados en dos mesas a la vez con dos tipos de reglamento, cuando les gusta siguen uno y cuando no les gusta dejan de seguirlo. Ese es el problema. Si esos grandes clubes no estuvieran en dos sitios a la vez a lo mejor la situación sería mucho más clara y más fácil.

P. En estos días en España se está negociando el formato de la Liga y el número de equipos, ¿le preocupa que haya una reducción de equipos y calendario para que luego gane espacio la Euroliga?

R. Son dos cosas distintas. El número de equipos depende de la estrategia de cada país. Si en Francia reduces equipos en baloncesto estás favoreciendo al balonmano o al rugby que están muy bien distribuidos geográficamente. Depende además de la situación económica de la Liga y de los clubes. Hay que buscar la viabilidad y el desarrollo del deporte. Después el calendario tiene sus límites. La Euroliga hace 10 años tenía 25 partidos hasta el título, hace cinco eran 31 y ahora son 37 jornadas. Nosotros reducimos y otros aumentan. El baloncesto es un deporte de equipo y en un equipo todos tienen que hacer un esfuerzo para que la ecuación salga. El caso particular de España lo tendrá que arreglar la Federación y la ACB, y si hay alguna dificultad, el CSD tendrá que tomar la decisión. Las decisiones españolas las tendrán que tomar sus organismos no la Euroliga.

Patrick Baumann
Patrick Baumannfiba

P. El presidente de la Euroliga, Jordi Bertomeu, repite que con las ventanas están creando una competición en la que “se sabe que no van a jugar los mejores jugadores”.

R. Hay que mirar primero en tu casa antes de hablar de lo que pasa en el jardín del vecino. Cada uno tiene que focalizarse en su negocio sabiendo que no vivimos solos. Pero si uno no quiere dialogar es complicado. El producto fundamental de las ventanas no se basa en el jugador X o Ysino en la camiseta, en la Ñ de la selección española por ejemplo. Eso vale mucho más que un jugador, aunque sea el mejor del mundo. Yo no comento si los equipos de la Euroliga dan o no el nivel. Con el baloncesto femenino las ventanas están funcionando muy bien y no hay ninguna superestrella de la WNBA jugando esos partidos. Hay muchos jugadores en el mundo y las ventanas son una oportunidad para descubrir nuevos talentos. Nuestro producto es la Copa del Mundo y los Juegos, y la manera de llegar a ellos. El compromiso es ofrecer a todos los países la esperanza de llegar a esas competiciones. En el proyecto que planteamos hay 140 países implicados. La Euroliga es solo un producto continental.

P. En breve se anunciará el calendario de la Euroliga y la Eurocup para la próxima temporada ¿Espera que haya hueco para las ventanas de la FIBA?

R. Tengo esperanza en el baloncesto no en las decisiones de una organización. Nos gustaría que la Euroliga se sumara al movimiento general y respetara a las ligas. Éticamente es muy cuestionable dejar en manos del jugador la elección de disputar un partido con su selección o uno de la Euroliga. No tenemos derecho de poner a los jugadores en la tesitura de tener que decidir.

“El deseo de la Federación Española es que Tenerife sea la sede del Mundial femenino y a mí me parece un gran sitio”

P. ¿Cuál sería el escenario ideal de la FIBA para los próximos años?

R. Hay que encontrar un sitio en la mesa para todos. No queremos a nadie fuera. Quizá nos equivocamos al plantear inicialmente el escenario. La intención no era organizar una revolución sino integrar a la Euroliga dentro del paraguas de FIBA. Son un jugador más del equipo y tienen que tener su rol. Igual que hemos integrado a las ligas en la Basketball Champions League. El camino es la integración. Va a ser complicado y harán falta muchos años eso sí. La NBA no se construyó de un día para otro a pesar de ser un solo país y una sola ley. Aquí somos 50 países, 50 leyes y 50 idiomas. Pero las puertas están abiertas para globalizar el baloncesto. Nuestra manera de colaborar es este nuevo sistema de competición.

P. ¿Hasta dónde llega su propósito de consenso?

R. Nosotros plantamos batalla cuando hay que hacerlo, pero no tenemos espíritu guerrillero. Queremos el bien del baloncesto. Eso sí, si lo que se quiere es infravalorar a las ligas y a las selecciones nacionales nos opondremos siempre.

P. ¿Tenerife será la sede del Mundial femenino de 2018?

R. Ya ha habido una visita técnica y se están discutiendo pequeños detalles en la comisión de la FIBA. El deseo de la Federación Española es que sea en Tenerife y a mí me parece un gran sitio.

P. Para acabar, y hablando del baloncesto a pie de pista, elija su quinteto histórico.

R. Petrovic, Jordan y Ginobili por fuera y bajo canasta Bill Russell y Pau Gasol. Mis hijos son forofos de Pau, es extraordinario lo que ha hecho en los últimos 20 años, en su carrera en la NBA y con España.

Un verano libre en cada ciclo de cuatro años

La próxima temporada, las ventanas de partidos de selecciones de la FIBA aparecerán en el calendario internacional interrumpiendo las ligas del 20 al 28 de noviembre y del 19 al 27 de febrero y estirando la competición del 26 de junio al 3 de julio y del 17 al 25 de septiembre. Los Europeos pasan de disputarse cada dos años a hacerlo cada cuatro a cambio de dar cabida a estos espacios de clasificación para el Mundial de 2019 y los Juegos de 2020. Los jugadores tendrán un verano libre en cada ciclo de cuatro años y, al acortarse los periodos de concentración en una semana, la FIBA estima una reducción de carga competitiva del 26%.

Las franquicias de la NBA se negaron a ceder a sus jugadores a las selecciones para estos periodos clasificatorios a cambio de 'garantizar' la presencia de las estrellas en Mundiales y Juegos. La Euroliga se pronunció también contra las ventanas. "Nuestros clubes decidieron que no participarían en este proyecto que plantea un calendario absurdo", dijo en el programa Play Basket de la SER Jordi Bertomeu, que apuntó una ampliación de su competición a 18 o 20 equipos.

Entre los clubes que disputarán la Euroliga (Real Madrid, Baskonia, Barça, Unicaja y Valencia), los de la Eurocup (Herbalife Gran Canaria, Morabanc Andorra y Retabet Bilbao) y los que estarán en la Basketball Champions League de la FIBA (Iberostar Tenerife, Movistar Estudiantes, Divina Seguros Joventut y UCAM Murcia), la ACB tendrá 12 representantes en Europa el próximo curso.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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