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Nadal embiste a Khachanov y ya da miedo en Wimbledon

El número dos despacha al ruso (6-1, 6-4 y 7-6, en 2h 15m) e ingresa en la segunda semana sin ceder un solo set, la segunda vez en Londres. Se enfrentará al luxemburgués Müller, su verdugo hace 12 años

Alejandro Ciriza
Nadal, durante el partido contra Khachanov.
Nadal, durante el partido contra Khachanov.Michael Steele (Getty)

La esperanza le duró a Karen Khachanov, prometedor jugador ruso, exactamente 22 minutos. Es decir, el tiempo que empleó Rafael Nadal en cerrar el primer set y negar cualquier otra opción porque, ya se sabe, Nadal, el monstruo, 1-0 arriba, a cinco sets… Demasiado, y más ahora que el mallorquín ha recobrado el esplendor y progresa como una locomotora, a todo trapo, echando humo y despejando el paso con una facilidad insultante, intimidatoria, tan imponente que alcanza ya ese punto en el que se agiganta y da miedo, mucho miedo.

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Resolvió el balear su tercer compromiso con la suficiencia de las dos jornadas anteriores. En esta ocasión, 6-1, 6-4 y 7-6 (en 2h 15m). Inapelable, por mucho que luego él, en la intimidad con los periodistas, pueda ponerse algún pero. Siempre lo hace Nadal y eso, lo que él llama “la duda”, es lo que le hace día a día grande, lo que le hace crecer y jugar cada punto como si fuera el último y como si delante estuviera Roger Federer y no un jovenzuelo que, a sus 21 añitos, tiene formas y tenis. Pero… Lo dicho: Nadal, Rafael Nadal. El Nadal que conforme va cogiendo ritmo se transforma en una pesadilla.

Los torneos también se dividen en estaciones, y al español el veranillo que se ha instalado en Londres estos días le está sentando de maravilla. Decía el protagonista que lo importante este año, aquí, era superar la fase invernal, los tres primeros partidos imprevisibles en los que se puede producir el resbalón, y que “a partir de ahí pueda pasar cualquier cosa”. Encubre el mensaje, en cierta manera, lo que verdaderamente hay detrás de la dialéctica: Nadal, ahora sí, se ve con opciones de todo. ¿Puede caer? Sí, por supuesto, pero del mismo modo puede levantar su tercer trofeo en La Catedral. Así de claras están las cosas.

Adaptado ya plenamente al césped y acoplados los mecanismos –saque y volea, servicio, la flexión de piernas y el juego en la red–, Nadal aterrizará en la segunda semana del torneo en la dinámica óptima. Tres desfiles contundentes contra John Millman, Donald Young y en última instancia Khachanov. Demostró el jugador ruso muy buenas maneras, la pegada de la que se habla y promete, pero delante tenía una quimera. Nadal, a las bravas desde la salida, impuso rápidamente su voluntad de cerrar sin apuros la historia para acceder a los octavos de Wimbledon por la puerta grande.

El luxemburgués, un cañón al servicio

Lo hará sin ceder un solo parcial, algo que únicamente logró hace seis años, en 2011. Entonces magulló en sus tres primeros compromisos a Michael Russell, Ryan Sweeting y Gilles Müller, este último el adversario con el que se topará en la siguiente parada. Un veterano de 34 años que esta temporada, después de 17 ejercicios en el circuito profesional, descorchó la botella de los títulos en Sidney, enero, y hace tres semanas obtuvo su segundo premio en Hertogenbosch, luego llega fuerte el luxemburgués, quien además es el sacador más poderoso en este Wimbledon (72 aces) y apenas deja escapar puntos con sus primeros servicios: ha retenido un 84% hasta ahora.

Primero, una embestida salvaje, y después la fórmula de siempre. Maduró al ruso hasta que cayó por su propio peso

En este sentido, a Nadal le vendrá bien el careo con Khachanov, porque el moscovita es de los que le pega duro a la bola, como Müller; en estático y bien perfilado hace daño, pero los desplazamientos y la sentadilla a la que obliga el césped le cuestan. El ruso, un bigardo arquetípico de la nueva ola (1,98 y 88 kilos), seguramente dará que hablar. A pesar de su juventud ocupa el puesto 34 del ranking y le propuso batalla al balear, que comenzó como un cohete, con una embestida sublime: doble rotura, al segundo y cuarto juego; 4-0 en 13 minutos. Luego tuvo que amasar un buen rato los otros dos parciales.

En el segundo logró la rotura también rápido (para 2-1), aunque Khachanov le exigió, y en el definitivo se dilató el desenlace, pero también llegó. El de Moscú tuvo incluso una bola de set (con 5-4 en contra), pero Nadal soliviantó el enredo y acto seguido selló en el tie-break (7-3) con la misma fórmula de siempre: va madurando a los rivales hasta que estos caen, por demolición o bien por su propio peso. Desembarcó en los octavos y cumplió su objetivo. Superó el corte, la criba, luego tiene licencia para todo.

“DURANTE UN RATO EL NIVEL HA SIDO CASI IRREAL”

En un clima distendido, Nadal atendió a los periodistas y en un discurso relajado dijo estar satisfecho de su rendimiento en la primera mitad del torneo, especialmente del primer parcial ante Khachanov.

"He hecho una muy buena primera semana, he jugado tres partidos buenos. Hoy, durante un rato, he jugado a un nivel muy alto; hacía tiempo que no jugaba a este nivel. Después era imposible mantenerlo porque era casi irreal... En un momento dado he sido capaz de producir algo especial", manifestó.

"Si consiguiera mantener el nivel de los cuatro primeros juegos sería candidato a grandes cosas, pero sé que es muy difícil. Jugar como he jugado al comienzo no es viable, pero intentaré acercarme al nivel del primer set. Si consigo mantenerlo... Ha sido muy alto", incidió.

Y respecto a Müller, el de Manacor indicó que solo tiene una receta en la mente: "Juego contra un especialista, así que voy a intentar ser valiente y agresivo. Creo que es la única manera".

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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