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So conquista León tras un vibrante duelo con Anand

El estadounidense, de 23 años, se impone en el desempate y confirma su gran clase

Wesley So, vencedor de la trigésima edición del Magistral Ciudad de León, hoy durante la final
Wesley So, vencedor de la trigésima edición del Magistral Ciudad de León, hoy durante la finalLuque
Leontxo García

Quienes ven a Wesley So como la principal amenaza para Magnus Carlsen tienen ya un nuevo argumento. El estadounidense de origen filipino ganó el XXX Magistral Ciudad de León en el año de su estreno tras imponerse por 3,5-2,5 a Viswanathan Anand en una final electrizante, que se resolvió en la tanda de partidas relámpago tras cuatro empates en las rápidas. El indio se queda a las puertas de su décimo triunfo en León.

Al actual presidente de Filipinas, una bestia de dos patas que responde al nombre de Rodrigo Duterte y propugna -entre otras barbaridades-, el asesinato de los drogadictos (no sólo los traficantes, también los consumidores), le vendría muy bien conocer a personajes tan serenos e inteligentes como So, filipino de nacimiento y educación, y Anand, quien pasó varios años en Filipinas durante su niñez. Duterte, cuyas atrocidades han sido aplaudidas por otro espécimen con galones, Donald Trump, aprendería entonces que el ajedrez es una magnífica forma de sublimar y desahogar la violencia que, en mayor o menor medida, todo ser humano lleva dentro de sí, convirtiéndola en juego, deporte, ciencia, e incluso arte en algunas ocasiones.

Viswanathan Anand, durante la segunda partiida de hoy
Viswanathan Anand, durante la segunda partiida de hoyLuque

Todo eso se ha visto hoy en el Auditorio de León durante la magnífica pelea entre So y Anand para dirimir la trigésima final de un torneo ejemplar en cuanto a su puesta en escena. Incluso el primer asalto, que si aceptamos la metáfora del boxeo mental podríamos denominar de tanteo, fue interesante como ciencia y como deporte, con un alto nivel técnico y cierta tensión hasta que se firmó el empate.

So apareció con el mismo crucifijo colgante dorado que el de la semifinal con el polaco Duda -ese día se lo quitó después, para la conferencia de prensa-, y con las gafas negras que ha empleado en todas las partidas desde que se dejó la dama en el primer asalto con Duda. Cabe preguntarse si la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) no debería prohibirlas, salvo a los ciegos, porque disminuye uno de los elementos más interesantes del ajedrez de competición: la lucha psicológica. La ventaja de Anand en ese ámbito no es sólo su veteranía, sino su hieratismo: parece siempre impasible, aunque quienes le siguen desde su juventud saben que es mucho más nervioso de lo que indica esa frialdad aparente.

Anand y So, hoy, durante la segunda partida de la final de León
Anand y So, hoy, durante la segunda partida de la final de LeónLuque

El segundo asalto incluyó todos los elementos citados, incluido el arte. Fue un largo intercambio de mandobles de gran interés técnico y varios momentos muy espectaculares. Todo indicaba que So iba a imponerse con negras, lo que hubiera puesto el duelo en franca ventaja, pero la sabiduría y tenacidad del indio le permitió salir del ataúd cuando todos le daban por muerto, con un empate milagroso.

El tercero fue el menos vibrante, pero no careció de interés ni combatividad. So logró una clara ventaja con blancas, pero no acertó a conservarla antes las precisas maniobras defensivas de Anand, quien además obligó al estadounidense a repetir jugadas para no quedar peor. Como debería ocurrir en toda gran final, se llegaba al último asalto con la máxima emoción posible: la cuarta partida definiría al ganador u obligaría a un desempate aún más electrizante.

Y Anand volvió a bordear el abismo, pero se libró otra vez. So, sin las gafas negras desde la partida anterior, lo que confirma la creencia de que su razón de ser era psicológica y nada tenía que ver con supuestos brillos de la luz en el tablero, adquirió una clara ventaja con las piezas negras, pero el pentacampeón del mundo logró zafarse una vez más. Y así llevó el duelo al escenario que más le convenía, las partidas relámpago (tres minutos para toda la partida, más dos segundos por jugada). No en vano le llaman El Rápido de Madrás.

Los dos jugadores junto a Miguel Illescas, en la conferencia de prensa tras el duelo
Los dos jugadores junto a Miguel Illescas, en la conferencia de prensa tras el dueloLuque

Sin embargo, el desempate no fue como se esperaba porque Anand fue cazado en plena apertura por So y quedó en clara desventaja, que el estadounidense aprovechó de manera implacable y rápida. Anand, muy decaído, no logró una ventaja sustancial en el segundo asalto, que terminó en tablas. La clave pudo estar en la resistencia física, en este caso muy relacionada con la edad de ambos. Anand lo admitió implícitamente, cuando dijo en la conferencia de prensa: “He tenido mis oportunidades, pero al final he sido yo quien ha colapsado. He entrado en una conocida variante con un tiempo de menos, lo que es casi un suicidio”. So, que esta vez no se quitó el crucifijo tras las partidas, elogió a su rival: “Ha sido durísimo, y él ha hecho honor a su palmarés y su fuerza”.

La trigésima edición del Magistral Ciudad de León terminó así con la brillantez que su historia y prestigiosa organización merecen. La vida sigue: So y Anand seguirán utilizando su cerebro para deleitar a millones de aficionados, incluidos muchos niños. Duterte y Trump porfiarán en emplear el suyo para fastidiar a diestro y siniestro. Es una lástima que no conozcan el ajedrez.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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