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La ‘resurrección’ de Rybarikova

Castigada por las lesiones, la eslovaca sopesó dejar el tenis este año y ahora pisa las semifinales de un grande. Jugadora de bola plomiza, de camino al choque con Muguruza eliminó a la número uno

Rybarikova celebra su victoria ante Vandeweghe en cuartos.
Rybarikova celebra su victoria ante Vandeweghe en cuartos.NIC BOTHMA (EFE)

Hoy día, Magdalena Rybarikova (Piestany, Eslovaquia; 28 años) sonríe y sueña, pero unos meses atrás la historia era bien diferente para la adversaria que se encontrará este mediodía Garbiñe Muguruza en las semifinales de Wimbledon (a partir de las 14.00, Movistar+ Deportes).

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“Creí que no iba a volver a jugar al tenis. No me encontraba nada bien y hubo un día en el que decidí que no quería ni oír hablar de otra operación. Estaba dispuesta a soportar el dolor, pero en un entrenamiento sufrí mucho y creí que iba a destrozarme la rodilla”, explicaba después de alcanzar las semifinales de Wimbledon, las primeras que disputará en un grande en toda su carrera; de hecho, la eslovaca (87 del mundo) nunca había aterrizado en la segunda semana de un Grand Slam y en el All England Tennis Club, en sus nueve participaciones previas, cayó en todas ella en la primera ronda a excepción de 2015, cuando cedió en la tercera.

“Aunque hasta ahora no se me había dado bien, este es mi torneo favorito”, contaba hace un par de días esta jugadora con planta (1,80), pero liviana (65 kilos), que estuvo cerca de abandonar el ejercicio de la raqueta. Después de dos intervenciones quirúrgicas, en una muñeca y una rodilla, su cuerpo no terminaba de responder y a las puertas de esta temporada se planteó dejarlo cuando no llegó a tiempo al Open de Australia. “Sufría mucho, pero un día me levanté, me encontré mejor y a partir de ahí todo fue a mejor”, relató frente a los periodistas.

Rybarikova —cuatro títulos, uno de ellos en hierba— siguió adelante y sin hacer el más mínimo ruido ha ido dejando un pequeño reguero de sorpresas en Londres. En su recorrido hacia las semifinales apeó a cinco rivales, dos de ellas de pedigrí: Karolina Pliskova, la virtual número uno después de las caídas de Angelique Kerber y Simona Halep, y Coco Vandeweghe, una pegadora de raza ante la que muy pocos le concedían esperanzas.

“Estoy viviendo un sueño. Voy a darlo todo y tal vez ocurra un milagro, ¿por qué no?”, desliza antes de su careo con Muguruza, a la que ya derrotó en la superficie dura de Brisbane hace dos años. No obstante, el precedente global (2-1) refuerza a la hispano-venezolana, a la que Rybarikova, tenista de bola plomiza y muy táctica, define como asombrosa y agresiva.

“Garbiñe es la favorita”, dice la eslovaca, a la que le agrada el sushi y disfruta viendo jugar a Roger Federer y Martina Hingis, y también la película Pretty Woman. “Garbiñe es una de las más fuertes. La vi contra Kuznetsova y me impresionó. Saldré a disfrutar y que pase lo que tenga que pasar... Ye la gané, así que, ¿por qué no otra vez?”, comenta la rival de semifinales, que por su estilo exigirá paciencia y fe. La misma que tuvo ella para seguir jugando.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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