Los alemanes anuncian que jugarán al ataque
Dadas las características de ambos equipos, van a llover los goles esta noche en Hampden Park. Eso es, al menos, lo que sugirieron ayer los entrenadores. En el caso de Klauss Toppmöller, su discurso fue el mismo de toda la temporada. No ha variado después de perder a última hora la Liga y, más tarde, la Copa alemana. 'No nos vamos a esconder. Esta final es la cita de clubes más grande del mundo. No podemos dejarla escapar sin disfrutar de ella', declaró el técnico germano, que, eso sí, apeló también a la 'disciplina alemana' para aprovechar las 'lagunas' que presentará el Madrid.
La expedición del Bayer se despertó ayer en Leverkusen a las 7.00 para llegar a Glasgow a tiempo para la conferencia de prensa que ofreció el técnico junto a dos de sus jugadores, el portero Butt, y el defensa y capitán Ramelow. Los tres repitieron la palabra outsider, en inglés, como el papel que ha representado tan gustosamente su equipo en esta edición de la Liga de Campeones: el de un conjunto modesto, que no era favorito, y que ha ido dejando en la cuneta a clubes más poderosos como el Juventus, el Arsenal, el Liverpool y el Manchester. Después, el preparador y sus jugadores se recluyeron en East Kildbride, a unos 40 kilómetros de Glasgow.
En los 18 partidos que le han llevado hasta la final, ganando nueve, empatando cuatro y perdiendo cinco, el Bayer ha utilizado a 20 jugadores; el Madrid, a 29, lo que da una idea de las limitaciones de la plantilla del club de la aspirina. Eso se une a las importantes bajas cruciales del central Nowotny y del interior izquierdo brasileño Zé Roberto.
El Leverkusen no llegó a la Primera División alemana hasta 1979 y su único título europeo fue la Copa de la UEFA que le ganó al Espanyol de Clemente en 1988. Su presupuesto es un secreto, aunque se baraja que es el tercero de Alemania detrás del Bayern y del Borussia, y que no llega ni a la mitad que el del Real Madrid.
