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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Más reconocible que nunca

Ramon Besa

Acostumbrados a escuchar su parte diario, tanto en las épocas de bonanza como de miseria deportiva, sorprende ahora que el presidente del Barça guarde silencio y tomen la palabra el entrenador y los vicepresidentes afines, que han convocado para hoy una junta extraordinaria cuando aplazaron las ordinarias hasta que el equipo ganó la Liga, y justo en el momento en que se reencontraron no supieron qué decirse. Desde que son campeones, resulta que se ha sabido por parte del club que hay una "minoría organizada" que sabotea a una "mayoría estable". Ocurre que ha dimitido un directivo y a la vista de que otros dos pueden tomar las de Villadiego, la plana mayor ha tocada a rebato y, después de contraprogramar la actuación que venían protagonizando los disidentes, se propone solucionar la crisis en una tarde-noche.

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Ultimátum a Rosell y a su grupo

Una vez se ha conquistado el título, cuantos no se alinean con Laporta han regresado a la cancha y procuran dejar fuera de juego al presidente, sorprendido por el estruendo mediático que se ha montado, obligado a replegarse y aplicar el rodillo parlamentario. Hay la sensación, por vez primera, de que Laporta es vulnerable, y se cuentan unos cuantos dispuestos a medir su debilidad. A simple vista, no ha lugar o, cuanto menos, no se presenta como justo. El Barcelona ha dado un salto de calidad espectacular en sólo dos años. La pujanza del club es extraordinaria y el equipo es tan ganador como convincente. Difícil resulta explicar, consecuentemente, a qué viene tanto alboroto. A juzgar por lo que dicen los que se quejan, sucede que Laporta ha cambiado tanto que es irreconocible.

Laporta ganó las elecciones entre otras cosas por su capacidad de liderazgo y ascendente. El candidato procuró disimular su pertenencia al colectivo Elefant Blau y su relación con Johan Cruyff, a tal punto que el fichaje de Txiki Begiristain no se anunció hasta después del triunfo, y se emparentó con grupos que dieron a la lista un carácter integrador. Aparecieron los pinyols o catalanistas, los cluster o economistas y los rosellons, por Sandro Rosell, encargado de capitalizar a la plantilla por su condición de ex directivo cualificado de Nike, relación que entonces se defendió con la misma determinación que ahora los oficialistas la utilizan para ir contra el vicepresidente.

Frente al reformismo, se impuso la ruptura, y Laporta despertó la ilusión barcelonista porque conectó con la gent blaugrana. A medida que ha pasado el tiempo, sin embargo, la diversidad ha perdido peso y las caras viejas han podido a las nuevas, de manera que lo que antes sumaba, ahora resta. De repente se ha visto al presidente abrazado con Gaspart, que se ha sacado de debajo de la alfombra la llave de la ciudad, y le ha dado las gracias a Cruyff. Desde entonces, Cruyff aparece hasta en la sopa, utilizado como demonio por los disidentes y como amigo por los gobernantes, porque en su consejo encontraron consuelo cuando Rosell ya iba por el plan B, que consistía en poner a Gratacós a la espera de Scolari.

La figura de Cruyff ha menguado la de Laporta, y Rosell ha sacado ventaja porque los que están con el presidente saben más de números que de fútbol, y ya se sabe que las cuentas no salen si no hay jugador que venda camisetas. A día de hoy, cuesta reparar en la buena salud del club y, en cambio, se pregunta por qué los chinos no ponen el dinero prometido por publicidad, qué pasa con la ciudad deportiva, para qué sirve la fundación. Interesadas o consecuentes, las explicaciones de cuantos directivos o asesores dejan el club suenan a razonables frente a la dificultad que tienen para explicarse los que se quedan.

Rosell parece dispuesto a disputar el liderazgo a Laporta, al que no se le ha ocurrido nada mejor que combatir al personal que entró en el club con el vicepresidente sin reparar en su aportación. La falta de madurez y responsabilidad de ambos ha sido descorazonadora, y más en el caso del presidente y sus compañeros de consejo, porque después de negar la crisis la han magnificado con la convocatoria de un junta extraordinaria, que igual no se celebra porque los implicados dimiten con anterioridad.

A Laporta le toca intervenir, pues, ante quienes dicen que no le reconocen, curiosa percepción porque para los que supieron de su barcelonismo antes de ser candidato aparece hoy más reconocible que nunca. Ahora, llegado a la presidencia, le toca responder a Cruyff, que se precia de haber recomendado al entrenador y al secretario técnico, y combatir a Rosell, cuya bandera es Ronaldinho. Y si después aún hay quien se pregunte cúal ha sido entonces la aportación de Laporta, no le quedará más remedio que proclamar que los dos trabajan para el club que preside y los ha defendido y reforzado hasta alcanzar el título.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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