_
_
_
_
_

Un triángulo y un laberinto

Deschamps trata de armar una Francia sólida y dañina a la contra pese a las lesiones de Diaby y Mavuba y la sequía goleadora de Benzema

LADISLAO J. MOÑINO
Ribéry y Benzema, ayer en el Calderón.
Ribéry y Benzema, ayer en el Calderón.JUANJO MARTÍN (EFE)

“Yo nacionalizaría francés a Xabi Alonso”. La pregunta estaba dirigida a Karim Benzema, pero entredientes, Didier Deschamps le susurró la respuesta a su delantero. No pudo contener el seleccionador francés el mediocentro equilibrado que fue en la Francia que conquistó el Mundial 98, en la que formaba un poderoso triángulo en el centro del campo con Karembeu y Petit. Por eso sopló el nombre de Alonso, en vez de los de Iniesta o Xavi. La solidez en el medio de aquella selección tan metálica como eficaz le ha marcado su libreto como entrenador del Mónaco, del Juventus, del Marsella y también su diseño de la nueva Francia. Una de sus primeras decisiones como seleccionador apuntó al corazón del juego. Desterró a Malouda, por cambio generacional, y M’Vila, por baja forma, como acompañantes de Cabaye, el único centrocampista que se mantiene de la era Blanc y al que Del Bosque define como “el jugador más parecido a Xavi que tiene Francia”.

“Prefiero que me marque Sergio que Puyol o Piqué” Karim Benzema

En el mes de septiembre, Deschamps jaleó la recuperación de Abou Diaby, el futbolista en torno al cual pretendía nuclear y definir su medio del campo. El centrocampista del Arsenal llevaba un año fuera de la selección cuando le dio la titularidad ante Finlandia en el primer partido de clasificación para el Mundial 2014. Lo alineó justo por detrás de Benzema para aprovechar su zancada desde la segunda línea y su capacidad para robar la pelota cerca de la portería contraria. Las lesiones, primero de Diaby y después de Mavuba, le han destrozado esa pizarra inicial que planeó para su proyecto. En torno a la fortaleza Diaby quería conformar una selección competitiva, pero en cuatro partidos no ha podido repetir ese triángulo en el medio que considera imprescindible para plasmar su propuesta: “Para nosotros Diaby es un jugador muy importante, es un centrocampista muy completo”. La misma percepción tiene Del Bosque respecto a la trascendencia de Diaby: “Deschamps ha cambiado cosas importantes respecto al equipo de la Eurocopa, principalmente en el centro de la defensa y en el centro del campo, donde la baja de Diaby es importante para ellos”. Para reemplazar al gunner y a Mavuba, Deschamps ha tirado de Matuidi (PSG) y de Capoue (Toulouse). El primero, al que en Francia apodan el hombre de goma, por su forma de correr y de estirar la pierna en los pases forzados, es el que más le ha convencido. De Capoue le gusta su envergadura y su despliegue, pero le achaca uno de los males que cree que condicionan a la Francia actual: la falta de experiencia. Por ello piensa en Gonalons, el mediocentro del Lyon, sin tampoco demasiadas horas de vuelo con la selección, pero sí en la Liga de Campeones.

El seleccionador francés no da con el medio campo sólido de sus tiempos

Sin grandes pasadores para deslizarse a la espalda de los centrocampistas españoles, Deschamps pretende una simplificación tan pragmática como la lectura que él mismo hacía del juego: robar y pasar rápido. En la segunda premisa aparece su otra gran prioridad desde que es seleccionador: obtener la mejor versión de Benzema, al que defiende frente a los ataques por su más de un año sin marcar un gol con Francia en partido oficial. Intentar que Benzema juegue con una referencia centrada ha sido otra de las intentonas fallidas de Deschamps. Eligió a Giroud para ello y ha tratado de mezclarlos de todas las formas posibles sin obtener grandes resultados. En su estreno en el amistoso de agosto ante Uruguay (0-0) los alineó a la misma altura, como cabezas de área. Frente a Bielorrusia (3-1) en París jugó Benzema a la derecha y frente a Japón, también en la capital gala, a la izquierda (0-1). Lo más probable es que hoy se decante por Benzema escoltado a la izquierda por Ribéry y a la derecha por Ménez, aunque este compite con Valbuena.

“Los grandes jugadores aparecen en los grandes partidos, y este lo es”, dijo ayer Deschamps cuando le preguntaron por la importancia de Benzema, con el que un periodista francés quiso hacer un juego de palabra con su nombre de pila. “¿Karim o Karisma?”, le inquirió, al delantero madridista, al que se le dibujaba media sonrisa cada vez que tenía que traducir al francés lo que respondía en español: “Fuera del terreno de juego soy reservado, pero dentro del campo no”, respondió Benzema, que dijo preferir enfrentarse a Ramos antes que a Puyol o Piqué “porque le conozco más”. Con solo 15 goles en 52 partidos, en Francia se cuestiona tanto esa sequía como su falta de liderazgo. Durante la semana incluso se han alzado voces como la del entrenador Rolland Courbis, actual seleccionador de Níger, que proclaman la necesidad de darle la capitanía para calentarle: “El brazalete no es solo un trozo de tela, sino que puede servir para movilizar a un jugador y darle lazos psicológicos que le ayuden a liderar al grupo”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

LADISLAO J. MOÑINO
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_