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El doble puñetazo de Nadal

El español, que cita a Gasquet, no ha cedido el saque pero sirve más lento que en 2010

Juan José Mateo
Nadal, en Nueva York con una bandera de apoyo a Madrid 2020.
Nadal, en Nueva York con una bandera de apoyo a Madrid 2020.joe scarmici (afp)

Este es un bombardero sin bombas. Rafael Nadal compite este sábado contra Richard Gasquet las semifinales del Abierto de EE UU (a partir de las 20.50) sin haber cedido un break en todo el torneo. El español apenas ha tenido que discutir seis bolas de rotura. Lleva 82 juegos seguidos defendiendo sus parciales del abordaje de los contrarios. Sin embargo, el mallorquín está sacando a velocidades muy inferiores a las que le llevaron a convertirse en 2010 en el campeón que ha perdido menos servicios en la historia del torneo (cinco). Si entonces alcanzó puntas de 209 kilómetros por hora, ahora no ha superado los 201. Si entonces promedió 191 kilómetros por hora con el primer saque y 172 con el segundo, ahora se conforma con 174 y 138. ¿Qué pasa?

“¡No será porque Rafael sea el que mejor saque!”, sonrió Toni Nadal, su tío y entrenador, cuando se le preguntó por los breaks. “Muchas veces Rafael no pierde el saque porque lucha bien los puntos desde el fondo. No tiene un saque como para ir a hacer puntos gratis”, dijo. “Cuando no tienes tanta potencia, un saque tan ganador como otros, significa que tienes que empezar muchas veces con primer saque. Tienes que ir a sacar un buen porcentaje, que aquí además no está tan alto como en otras ocasiones, y estar atento en el inicio de la jugada. Lo que le hace ganar a Rafael es que está jugando bien de fondo, le está pegando bien y la pelota le corre. Aprovecha cualquier pequeña ventaja con el saque”.

Nadal manda desde un doble puñetazo. El saque colocado estratégicamente deja la primera magulladura en la cara de sus contrarios. El siguiente tiro, sobre todo si es con el drive, les noquea.

Lo que le hace ganar a Rafael es que está jugando bien de fondo

“Está usando el saque muy eficazmente”, explicó Novak Djokovic, que ganó 6-3, 6-2, 3-6 y 6-0 al ruso Youzhny en cuartos y se medirá en semifinales a Wawrinka.“Apuesta por la precisión. Tiene uno de los mejores segundos tiros de este deporte [el golpe con el que contesta al resto del rival]. Puede apoyar así su saque”, continuó. “Por eso no siente tanta presión, por eso está más relajado y por eso puede variar con su servicio. Es zurdo, lo que es una ventaja: saca cortado y se abre la pista”.

En las estadísticas de Nadal en el Abierto de EE UU no hay ninguna de las señales de los sacadores. Para llegar a semifinales solo se anotó 14 aces. Su servicio no evitó que le devolvieran el 75% de los saques, lo que le obligó a sumar la mayoría de los puntos desde el fondo. Ni siquiera igualó sus estadísticas de 2013: solo puso en juego el 67% de sus primeros saques, por el 70% que promedia este curso.

“Se ha llegado a la conclusión de que no necesariamente para jugar bien necesito sacar como en el 2010 aquí”, resumió Nadal. “Las probabilidades de que me desestabilice mi juego en general son grandes. La bola me vuelve más rápida y suele bajar bastante mi porcentaje de primeros”.

Nadal no quiere asumir ese riesgo. Prefiere ir a la guerra con pistola y chaleco antibalas que combatir con metralleta y a pecho descubierto. De esa forma se plantó ante Gasquet en semifinales. Afrontando la competición como un reto emocionante y no como un peligro. Así lo describió cuando empezaba a atacar el título y el número uno. “Estoy preocupado hoy, en 2010, siempre. Tenso. Nervioso. No soy arrogante. Respeto al rival. Cuando no esté nervioso será porque ya no siento el deporte como lo he sentido toda mi carrera y será un motivo para plantearse que no tengo que estar aquí. Quiere decir que te importa lo que haces”.

Ante Gasquet, al que domina por 10-0 en sus enfrentamientos, Nadal y su doble puñetazo de fuego.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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