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ALEMANIA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El gran momento de Toni Kroos

Sus dotes de estratega hacen de él un jugador sobremanera valioso para dar sentido y unidad a las acciones del grupo. Es un extraordinario conductor del juego

Kroos celebra un gol a Brasil.
Kroos celebra un gol a Brasil.LEONHARD FOEGER (REUTERS)

Entre la gente de la hípica se estila un viejo proverbio, según el cual un buen caballo salta lo que tiene que saltar, esto es, lo justo para salvar los obstáculos, ni un centímetro más. Algo parecido puede afirmarse de Toni Kroos, a quien no tengo, dicho sea de paso y con todos mis respetos, por caballo. Ocurre simplemente que la referida sentencia es aplicable a su manera pragmática de emplearse en el campo.

Juup Heynckes, un entrenador fundamental en su carrera deportiva, dijo en cierta ocasión de él que necesita de vez en cuando una patada en el trasero. No se trata de castigar al jugador. Kroos es todo disciplina, aplicación, eficiencia. Tiende (y a ello aludía Heynckes) a la flema cuando al equipo le va bien, de ahí que de vez en cuando haya que clavarle un poquillo la espuela. Basta entonces, para que se le reactive la pasión, con asignarle un grado elevado de responsabilidad en el terreno de juego, con levantarle como quien dice la altura de la valla. Entonces Kroos cumple; no por nada, sino porque Kroos cumple siempre.

A fuerza de rendimiento constante, libre de lesiones, ha sabido ganarse con su estilo exento de adornos la titularidad tanto en el Bayern Múnich como en la selección. No lo ha tenido del todo fácil. En ambos equipos hubo de superar obstáculos y demostrar que no valía menos que los favorecidos por la opinión de quienes mandan y deciden. Lejos de desanimarse, los vientos a veces contrarios lo estimularon a redoblar esfuerzos.

En el Bayern Múnich nunca se ha sentido querido de verdad. Lo quisieron, sí, sus entrenadores. Lo quiso Heynckes, que lo aupó; lo ha querido Guardiola, que no ha logrado convencerlo para que se quede. La dirección, en cambio, se mostró de costumbre tibia con él, juzgándolo bueno sin más y emplazándolo, cosa que ha determinado su marcha, en la franja media de los salarios. Kroos ya fue cedido en su día al Bayer Leverkusen, lo que a la postre se reveló como un hecho afortunado para él. En vista de su progresión, Karl-Heinz Rummenigge dispuso su vuelta al Bayern.

Con los bávaros fue, al principio, un jugador no exactamente cuestionado, pero sí puesto a prueba constante y siempre a la sombra de Bastian Schweinsteiger, del brasileño Luiz Gustavo y de otros centrocampistas. Silencioso, discreto, esperó su oportunidad y, cuando esta le vino, la aprovechó, contribuyendo decisivamente al triplete de la temporada 2012-2013 y a los títulos de este año.

Sus dotes de estratega hacen de él un jugador sobremanera valioso para dar sentido y unidad a las acciones del grupo. Es un extraordinario conductor del juego, lo mismo pasando en corto que en largo. Corre sus diez u once kilómetros por partido y con frecuencia, como se ha visto estos días en Brasil, es el jugador de su equipo que más veces toca el balón. Trabajador incansable, se implica con eficacia en tareas defensivas y cada cierto tiempo obsequia a la afición con un disparo desde fuera del área que acaba en gol.

En el Bayern Múnich nunca se ha sentido querido de verdad

Lanza tiros libres y saques de esquina. Tiene el instinto de la verticalidad sin el cual el tiqui-taca es una balada tediosa. No le van el juego bonito ni el lucimiento personal. La renuencia al protagonismo y una ostensible parquedad de palabras inducen a pensar erróneamente que carece de carisma. Atlético, abnegado, con buena técnica, buena preparación y enormes pulmones, Toni Kroos es un típico jugador de la escuela alemana.

Dicen, cuentan, y él no lo desmiente, que la dirección del Bayern le ha escatimado el reconocimiento que públicamente ha dispensado a otros jugadores. La contratación en verano de 2013, para ocupar su puesto, de Thiago Alcántara y Mario Götze fue interpretada por la prensa deportiva como una muestra de que no se termina de confiar en sus aptitudes. Los periodistas hicieron cola para preguntarle al jugador si temía por su titularidad.

A principios de este año, en vista de que no eran aceptadas sus reclamaciones económicas, el jugador declaró, murrioso, que había decidido postergar las negociaciones para la renovación de su contrato. Deseaba, dijo, tener la cabeza libre de cuestiones ajenas al fútbol para dedicarse de lleno a su equipo y a la preparación del Mundial de Brasil. El Bayern estaba dispuesto a subirle el sueldo, pero sin equipararlo al de los mejor remunerados.

Se va y todos sabemos adónde. Lo que pasa es que no se puede decir porque el jugador y su nuevo equipo han decidido hacer público el traspaso después de la Copa Mundial, cuya final disputará Toni Kroos hoy con su selección. La prensa deportiva alemana hace semanas que se refiere a él con el apelativo de “el todavía jugador del Bayern”.

El martes pasado, Toni Kroos tuvo una actuación memorable en la descomunal victoria de su selección contra la de Brasil. No en vano la FIFA lo eligió el mejor del partido. La proeza le mereció el título de héroe en Alemania, donde su cara se usa estos días para acompañar titulares de triunfo. Su entrenador, Joachim Löw, no se muerde la lengua a la hora de afirmar que lo considera indispensable. Kroos está ahora mismo, con 24 años, en un momento cimero de su carrera deportiva. Pronto, tras el descanso vacacional, lo veremos vestido con la camiseta del... Bueno, que lo revele él, como tiene prometido, tras la final de hoy en Maracaná.

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