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Pedro León acaba con un gris Sevilla

Vital triunfo del Getafe ante un conjunto andaluz plagado de bajas, que jamás encontró el ritmo y la intensidad de anteriores jornadas

Rafael Pineda
Pedro León celebra el gol del triunfo ante el Sevilla.
Pedro León celebra el gol del triunfo ante el Sevilla. Ballesteros (EFE)

Pedro León le dio tres puntos de oro al Getafe, que superó a un Sevilla plagado de bajas, a años luz de su mejor versión, ofrecida en muchos partidos de la temporada y a ratos, por ejemplo, el pasado miércoles en el Santiago Bernabéu. Fue un mal partido del Sevilla, al que se le lesionaron Mbia y Aspas, incapaz de conservar el empate después de que un golazo de Krychowiak igualara el tanto de penalti de Álvaro Vázquez. Abusó el Sevilla del juego directo, en busca siempre de Iborra. La fórmula salió bien ante el Madrid, pero parece complicado que cuaje siempre.

No hubo pausa ni criterio, con hombres fundamentales, como Bacca, en mal momento. El Getafe salió airoso del envite. Fue intenso y tuvo la virtud de defender muy bien. Además, supo rehacerse después del tanto de Krychowiak. Cuando más difícil lo tenía, una contra de Freddy fue rechazada por Rico. Pedro León, como si de un auténtico delantero se tratara, se tiró en el área pequeña para cazar el rechace y dar tres puntos de oro a su equipo.

GETAFE, 2-SEVILLA, 1

Getafe: Jona; Alexis, Naldo, Velázquez, Roberto Lago; Lacen, Juan Rodríguez; Sarabia, Sammir (Freddy, m. 71), Diego Castro (Felip, m. 88); y Álvaro (Pedro León, m. 78). No utilizados: Codina; Arroyo, Vigaray e Ivi.
Sevilla: Sergio Rico; Coke , Pareja, Kolo, Fernando Navarro; Krychowiak, Mbia (Diogo, m. 14), Banega; Iborra, Bacca (Denis, m. 74) y Aspas (Juan Muñoz, m. 56). No utilizados: Barbosa; Arribas,  Deulofeu y Carlos.
Goles: 1-0. M. 29. Álvaro, de penalti. 1-1. M. 66. Krychowiak.  2-1. M. 85. Pedro León.
Árbitro: Estrada Fernández. Amonestó a Banega, Jona y Diogo.
Coliseum Alfonso Pérez. Unos 9.000 espectadores.

No le hizo falta prácticamente nada al Getafe para dominar al Sevilla. Un poco de orden, la ingenuidad de Diogo al hacer un penalti absurdo (otro más) y una impresionante falta de fútbol se conjugaron para que el conjunto madrileño dominara con absoluta comodidad. Habría que aclarar algunas cuestiones con respecto a la falta de fluidez del Sevilla en su nefasto primer tiempo. En primer lugar, la gran cantidad de bajas con la que llegaba el cuadro andaluz al Coliseum, que obligó a Emery a disponer de un once algo extraño. Un montón de centrocampistas de corte muy físico, con Iborra repitiendo en la mediapunta, y dos delanteros, Aspas y Bacca. A ambos, los separaba un mundo de la zona de la creación.

Sin bandas, con el balón como enemigo, botando de forma extraña en el duro césped madrileño, el Sevilla apenas hilvanó alguna acción de calidad. Eso sí, solo una, pero fue fantástica. Un pase de Banega, el tuerto en el país de los ciegos, habilitó a Aspas en el área, que la dejó de cine a Iborra. El valenciano falló un gol cantado. Fue la única acción de calidad de un Sevilla espeso, que regaló un penalti. Algo riguroso, pero que se podía pitar.

No tuvo el equipo de Emery fútbol para buscar la igualada. Por el camino, se lesionó Mbia y Emery colocó a un lateral, Coke, de mediocentro. Con su fútbol desesperante, el Sevilla habilitaba la victoria del Getafe, intenso y seguro en defensa, en espera de un contragolpe que le diera más ventaja en el marcador.

El equipo de Quique desperdició la posibilidad de hacer el segundo tanto por mediación de Álvaro. Un fallo de Kolo lo dejó solo, pero su tiro salió desviado. El Sevilla era un fantasma, sin orden ni concierto, perdido en su ausencia absoluta de fútbol. Lo rescató una jugada aislada. Un balón que acabó enganchando al borde del área Krychowiak tras una buena acción del joven Juan Muñoz, que debutaba en Primera. Quiso el Sevilla más y se perdió en un absurdo ida y vuelta cuando el empate, en un mal día, siempre es un buen resultado. Eso se encontró el Getafe, dinamizado por Pedro León. Un gol cuando faltaban cinco minutos que vale su peso en oro. Le permite respirar y colocarse a cinco puestos del descenso.

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