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El agravio de Rusia

Putin cree que el intento de privarles del Mundial es un nuevo paso de occidente en el cerco a su país

Estado de las obras en el estadio de San Petersbugo.
Estado de las obras en el estadio de San Petersbugo.Dmitry Lovetsky (AP)

El fútbol en Rusia es un deporte nacional y el aficionado estos días está nervioso y preocupado: teme que le arrebaten el derecho a organizar el Mundial 2018, el primero que se celebraría en el país. Y lo más frustrante es que siente que las razones de ese posible castigo no tienen nada que ver con el deporte, sino que están en la esfera política.

La reciente detención en Suiza de un grupo de dirigentes de la FIFA en vísperas de las elecciones de presidente de este organismo es, para el Kremlin, una maniobra de EE UU para presionar en contra de la reelección de Joseph Blatter, pero cuyo objetivo final es dañar a Rusia, concretamente, conseguir que se anule la decisión que en 2010 convirtió al país en sede del próximo Mundial.

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El presidente ruso, Vladímir Putin, sostuvo el jueves que los arrestos en Zúrich estaban dirigidos a impedir que fuera reelegido Blatter, sobre el que “se ejerció presión para prohibir la celebración del Mundial en Rusia”.

Para Moscú, las detenciones en Zúrich, que Putin calificó de “cuando menos raras”, son un claro intento de aplicación extraterritorial de la legislación nacional por parte de EE UU, “de extender su jurisdicción a otros países”. Para el líder ruso, incluso si los acusados han quebrantado la ley, Washington “no tiene ninguna relación” con ello, “puesto que estos funcionarios no son ciudadanos estadounidenses. Y si ocurrió algo, no fue en territorio de EE UU”.

Los llamamientos a privar a Rusia del Mundial 2018 se han incrementado a raíz del conflicto en Ucrania. En abril, un grupo de 13 senadores norteamericanos envió una carta al presidente de la FIFA en la que abogaban por que el campeonato no se celebrara en Rusia. Como argumento escribían que “resulta inapropiado aumentar el prestigio del presidente ruso”, ya que Putin es un personaje que “debería ser condenado”, consideraban.

Moscú niega categóricamente tener relación con el escándalo de corrupción en la FIFA y afirma que su elección como sede del Mundial 2018 fue completamente limpia. Como dijo el ministro de Deportes ruso, Vitali Mutkó, después de que la Comisión de Ética de la FIFA declarara que durante esa elección no se produjo “ninguna violación o incumplimiento de las normas y reglamentos correspondientes”, Rusia “se comportó de manera honesta, en el marco de los principios y los reglamentos de la FIFA, y recibió merecidamente el Mundial”.

Una inversión de más de 11.000 millones de euros

El Mundial de Rusia exige grandes inversiones: 660.600 millones de rublos o unos 11.600 millones de euros. En 11 ciudades rusas se jugarán partidos del campeonato y más de la mitad de ellas tendrán que construir nuevos estadios, como Kazán, Nizhni Nóvgorod, Rostov del Don, Samara, Saransk y Volgodrado. En otras ciudades, como Sochi, Ekaterimburgo o Moscú habra que remodelar los recintos. También se modernizarán las infraestructuras. Así, bajo el alero del Mundial 2018 se reconstruirán varios aeropuertos (incluidos los tres internacionales moscovitas), y se ampliarán carreteras. Los gastos recaerán tanto en el Estado como en algunos de los multimillanorias rusos.

Con respecto a las detenciones recientes, Mutkó señaló que, a juzgar por las personas involucradas, no hay relación con la concesión del campeonato a Rusia, lo que habría sido corroborado por Kelly Currie, el fiscal del distrito Este de Nueva York, que representa a la acusación en este caso. En cuanto a la investigación abierta en Suiza por la adjudicación de los Mundiales a Rusia y Qatar, Mutkó se mostró dispuesto a colaborar, pero insistió en que Rusia está limpia.

El tema de la posible pérdida de la sede del Mundial preocupa a los hinchas locales, que rápidamente pierden la calma y comienzan a lanzar invectivas contra Occidente. Así, Víktor, un moscovita gran aficionado al fútbol, está convencido que tras el escándalo de la FIFA reside el deseo de quitarle la sede a Rusia para así dañar a Putin. “Esto es política pura y dura. Nos queda mucho por hacer, pero en democracia y derechos humanos estamos mucho mejor que países como Arabia Saudí, que cuenta con la benevolencia de Occidente. A los que nos gusta el fútbol, solo quisiéramos que dejaran al deporte tranquilo y no lo sacrificaran para obtener fines políticos”, sentencia.

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