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El crucigrama de Valverde

El técnico del Athletic ha resuelto sus dudas personales, ahora le falta descuadrar el Barça

Valverde, en una rueda de prensa en el Camp Nou.
Valverde, en una rueda de prensa en el Camp Nou.Toni Albir (EFE)

Cuando Ernesto Valverde volvió al Athletic todo el mundo sabía que tenía que volver un año u otro. Hay entrenadores que no se van, simplemente se van de viaje por distintas circunstancias, pero llevan billete de ida y vuelta. Quizás resultó más sorprendente que Valverde asumiera seguir un año más, el tercero en el club de sus sueños, pero también de sus desvelos. Más aún cuando la temporada que recién concluye comenzó con chubascos, nubarrones, rachas atemporaladas e incluso alguna tormenta con chuzos de punta, aunque acabase con un sol de primavera y amenazando sudor con la final de Copa que el Athletic hoy le disputa al Barça, su enemigo pertinaz en los últimos años. Más aún, en su campo, y con el equipo azulgrana en la segunda fase del suelo para alcanzar el triplete, su despertar.

El crucigrama de Valverde no era sencillo de resolver. En las palabras horizontales figuraban su sentido de pertenencia, su ascendencia en el vestuario, su complacencia con la Junta, su familia, su afinidad con una tropa en la que se incluye sin demérito de su jerarquía. En las palabras verticales figuran los acertijos que tienen que ver con el riesgo, la inversión en la cantera y el cemento de un equipo que lo mismo te avisa de aluminosis que presenta una pasta sin fisuras, resueltas las prolongaciones de contrato y con los pilares asegurados por unos cuantos años. Nadie se irá del Athletic en breve y por lo tanto Valverde tampoco. Y menos con una final de Copa que ha sacado de Bilbao a 50.000 personas (incluidos los 12.000 que viajan sin entrada) y que va a reunir en San Mamés a otros tantos y muchos más en el resto de pantallas gigantes esparcidas por toda Bizkaia.

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Resuelto el crucigrama vital, Valverde tiene otro crucigrama deportivo. Todo el mundo sabe qué hay que hacer para desactivar al Barça, peor nadie sabe cómo hacerlo. Valverde lo intentó en la Liga, en San Mamés, buscando arriba a los azulgrana y se llevó cinco goles en lo que para muchos fue un suicidio. Ahora, la baja de De Marcos quizás le obligue a alinear a tres centrales y mover a sus peones abrumadoramente en el centro del campo, allí donde el Barcelona elige los canales del partido y los altera según la programación.

Si algo ha acreditado Valverde son dos cosas: la lectura de los partidos e imponer la tranquilidad a la ansiedad, Bilbao se ha volcado con el Athletic. Su acceso a la Liga Europa, cuando no hace tanto parecía un equipo abocado a apelar por la permanencia, ha excitado a Bizkaia y se antoja un Camp Nou mayoritariamente rojiblanco. El crucigrama de Valverde se resolverá en breve. Solo hay una palabra que no combina con ninguna otra: Messi. Una expresión de extraño significado.

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