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Casillas se reencuentra con Mourinho

El portero del Oporto se enfrenta en Champions al Chelsea, con cuyo entrenador libró uno de los conflictos más ruidosos de la historia del fútbol

Diego Torres
Casillas y Mourinho, en enero de 2013.
Casillas y Mourinho, en enero de 2013.JUAN CARLOS CARDENAS (EFE)

Protagonista principal de un mundo en el que todo se dramatiza, el seleccionador español, Vicente del Bosque, posee el preciado don de la desdramatización. Cuando le recuerdan que José Mourinho volverá a cruzarse con Iker Casillas mañana martes en el Oporto-Chelsea de Champions, el castellano viejo masculla su sentencia: “Estamos en una época en la que todo se convierte en espectáculo. ¡Y que no falte!”.

Tomárselo con filosofía tiene mérito. Nunca en la historia del fútbol el conflicto entre un portero y su entrenador adquirió tintes más trágicos. Pocas personas sufrieron más que Del Bosque las consecuencias de la campaña de demolición profesional que encabezó Mourinho contra el capitán del Madrid y de España a partir del verano de 2011.

Exactamente, a partir del 20 de agosto de 2011, fecha en que se hizo pública la llamada de Casillas a Xavi Hernández y Carles Puyol para disculparse, en un intento por pacificar el vestuario roto del equipo nacional. Ese día Casillas decidió poner fin a prácticas que consideraba antideportivas, promovidas por Mourinho con su ayuda, y que incluían, principalmente, declaraciones propagandísticas sistemáticas de tinte acusatorio o difamatorio en los medios de comunicación, y presiones a los árbitros. Casillas se juramentó para no insistir y admitió ante sus homólogos del Barça que había escogido un camino equivocado.

Mourinho acababa de meterle el dedo en el ojo a Tito Vilanova, por entonces segundo entrenador del Barça, en la vuelta de la Supercopa. El Madrid no había tomado ninguna medida disciplinaria al respecto. Al contrario, el técnico pareció socialmente reforzado. A su regreso a Chamartín, en vísperas del Trofeo Bernabéu del 24 de agosto, dirigió una carta abierta “al madridismo”. La encabezó con una llamativa introducción: “Tengo un presidente fantástico, con una gran inteligencia, y al que además me une una gran amistad...”. Y la concluyó en términos retadores: "Yo ni aprendo ni quiero ser hipócrita”.

Cuando viene a la selección le veo cómodo y feliz. Como debe ser un empleado", dice Del Bosque

La primera de las medidas punitivas que adoptó Mourinho contra Casillas fue dejarle en el banquillo en el amistoso contra el Galatasaray que concentró la celebración del Trofeo Bernabéu. Jugaron todos los convocados menos el capitán, que permaneció sentado todo el partido. Esa misma noche Casillas advirtió a sus compañeros que le estaban castigando, que el entrenador era “una mala persona”, que estaba dividiendo al vestuario y que había dejado de creer en sus estrategias extradeportivas. La frase del capitán anunciando a sus colegas que ya no cumpliría con el repertorio de Mourinho todavía resuena en el oído de los empleados del club:

—¡No me sale de los cojones hacerlo!

La lista negra del entrenador más influyente

José Mourinho no es el entrenador del Real Madrid, pero en el club hay empleados que aseguran que es el entrenador más influyente en el Real Madrid. Su ascendiente se verifica en la directiva, cuyos miembros aseguran que periódicamente el técnico del Chelsea habla por teléfono con el director general corporativo, José Ángel Sánchez, y con el presidente, Florentino Pérez, que se consideran sus amigos.

Mourinho es el principal consejero en la sombra de la cúpula directiva madridista. Los dirigentes dan por sentado que Pérez y Sánchez anhelan su regreso al banquillo de Chamartín, pero él, señalan, se muestra esquivo. Por el momento. Se limita a hacer recomendaciones. Según fuentes del Bernabéu, el hombre alberga un resentimiento invencible hacia los jugadores que cree que le traicionaron y advierte sobre la necesidad de su remoción para lograr el buen funcionamiento del club. Iker Casillas estaba en la lista negra.

Esa misma semana Casillas le dijo a Mourinho que debían reconocer que personalmente no se caían bien y que solo obedecería sus indicaciones futbolísticas. Nada de ruedas de prensa prefabricadas. Nunca más una denuncia a los árbitros, o a los programadores televisivos, o a sus compañeros de selección culés. La brecha se agrandó. Las discusiones y las escaramuzas entre el técnico y el jugador se sucedieron por dos años, pero la marcha de Mourinho al Chelsea no puso fin al proceso. Lo denunció José Luis Casillas, el padre del portero, y lo confirmaron varias fuentes del club. Entre 2011 y 2015 los entrenadores y los directivos del Madrid se plantearon el relevo del ídolo. Mientras sus jefes discutían sobre su salida, Casillas ganó lo que la inmensa mayoría de los porteros de Primera no son capaces de ganar en toda su carrera: una Eurocopa, dos Ligas, una Copa, una Champions y una Intercontinental.

Los jugadores y el personal auxiliar de Valdebebas coinciden en señalar que Casillas sufrió algo parecido a una depresión. Cambió su aspecto físico, se mostró apagado, perdió la ilusión por el fútbol. Lo que más le dolió fueron los pitos de la hinchada en el Bernabéu.

César Sánchez, que junto con Casillas defendió la portería del Madrid entre 2000 y 2005, contempla lo sucedido con asombro: “El Casillas de 2014-15 no fue el mejor de siempre, pero nadie está nunca en su máximo nivel. Puedo entender los pitos cuando el público entiende que no lo has dado todo, pero no puedo comprender los pitos a quien no rinde a la altura de las expectativas generadas. Y menos cuando se trata de una institución como Casillas. Cuando jugaba en el Tottenham, el público inglés me enseñó que no hay mejor manera de ganar un futbolista para la causa que apoyarlo en sus momentos de dificultad. Cuando el futbolista siente ese cariño da la vida. Si tu público te pita, una de dos, te vienes arriba o te hundes”.

Casillas se aferró al Oporto como a la tabla en el medio del mar. Allí encontró el afecto que le negaron en Madrid. Con un punto de fanatismo que le dejó atónito al principio, pues los hinchas de O Dragao viven su afiliación de un modo angustioso, y al abrigo de Julen Lopetegui, un técnico que conocía bien. En el club del Duero aseguran que le vieron sumarse al grupo con un entusiasmo y un profesionalismo poco frecuentes. Como si el portero se sintiese de nuevo dueño de su oficio. Está jugando muy bien y se ha ganado el respeto de los seguidores y de la prensa.

“El Oporto es un club bien gestionado”, dice Del Bosque. “A Julen le trato desde que era portero del Castilla. Es un buen entrenador para Iker. Cuando viene a la selección le veo cómodo y feliz. Como debe ser un empleado. Los empleados felices trabajan mejor. Así las empresas les sacan más provecho”.

Media Portugal habla del culebrón que se avecina en O Dragao cuando se enfrenten Mourinho y su Némesis. Dos héroes locales contrapuestos. El recién llegado y el técnico que proporcionó al Oporto dos Ligas, una Copa de la UEFA y una Champions entre 2003 y 2004. La voz autorizada que descalificó la contratación del español nada más producirse. “Es increíble el sueldo que cobrará Casillas en el Oporto”, dijo.

Lopetegui asegura que hasta ayer no había conversado del tema con su portero. Hay cosas más importantes que resolver en un equipo que se rehace después de vender jugadores por valor de 114 millones de euros este verano y reforzarse con 37.

La temporada acaba de comenzar. Septiembre no ha concluido y el Oporto está reconstruyéndose, como Casillas. Pero el espectáculo no espera a nadie y llega Mourinho. El propio Del Bosque está pensando en viajar a Portugal para ver el partido in situ.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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