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Marcelino y la gestión del grupo en el Villarreal

El rival del Madrid está cerca de completar una temporada para recordar con las rotaciones como argumento

Marcelino da instrucciones durante un partido.
Marcelino da instrucciones durante un partido.FILIP SINGER (EFE)

Venía a decir el eterno y añorado Luis Aragonés que, llegado el tramo final de la temporada, en los dos últimos meses de competición, cuando se deciden los títulos y se definen realmente los objetivos, para aspirar a alcanzar los logros marcados los equipos debían estar bien posicionados, con opciones, vivos. Y pletóricos de forma. Lo conseguido en tres cuartas partes del curso puede esfumarse en un desvanecimiento final. En el momento actual, el Barça es un ejemplo válido de la teoría del sabio de Hortaleza. Apeado de las semifinales de la Champions por el Atlético, los culés han dilapidado en cuatro partidos la ventaja que le daba como seguro ganador de Liga que, al parecer, tendrá que pelear hasta la última jornada con el Atlético y el Madrid.

La alquimia en el fútbol es lograr el equilibrio entre defensa y ataque, y que los futbolistas alcancen el pico de forma, o al menos que lleguen con fuerzas suficientes para el sprint final del curso. El Villarreal ha mantenido una regularidad durante ocho meses que le ha proporcionado instalarse en la cuarta posición de la Liga con 60 puntos, a seis de ventaja sobre el Athletic, el equipo que le sigue en la clasificación a falta de cinco jornadas. Y ha alcanzado las semifinales de la Liga Europa, que le enfrentará al Liverpool tras eliminar a reputados rivales como el Nápoles o Bayer Leverkusen. En la Liga, en El Madrigal, el equipo castellonense ha derrotado al Madrid, Atlético o Sevilla, no pudiendo pasar del empate el Barça. La competitividad del Villarreal se debe a la buena gestión de Marcelino de una plantilla escasa, con apenas 20 jugadores de campo, dos de ellos (Samu García y Musacchio), lesionados de larga duración, más cuatro futbolistas del filial disponibles en caso de necesidad.

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Tuvo claro Marcelino desde el inicio del curso que la buena salud del vestuario requería la cohesión y el compromiso del grupo, que todos sus componentes se sintieran partícipes e importantes en el Villarreal. Los iba a necesitar a todos. En la Liga, 14 jugadores han participado en más de 1000 minutos de juego y seis de ellos más del doble, destacando a Víctor Ruiz, el jugador de campo que más partidos ha dispuesto con 31 y 2745 minutos disputados. El central zurdo no tiene recambio natural en el equipo castellonense y ha tenido que redoblar esfuerzos también en competición continental, con 10 partidos y 900 minutos acumulados.

La Copa y la Liga Europa han servido a Marcelino para mantener rodada a la plantilla. En la fase de grupos el técnico asturiano dispuso de los jugadores menos habituales hasta llegar a las eliminatorias, dando entrada entonces a sus jugadores más determinantes, utilizando las rotaciones en la Liga en función del rival y gracias al colchón de puntos que le ha mantenido en posición de Liga de Campeones.

Semanas atrás, Marcelino dijo que la cuarta plaza de la Liga la alcanzaría finalmente el equipo con opciones que tuviese menos percances físicos. Al Villarreal le están llegando en el momento decisivo. Ante el Madrid, Marcelino no podrá contar con Soldado, Jaume Costa, Pina, Samu Castillejo, además de Musacchio, ausencias todas por lesión, completando la convocatoria con Pablo Íñiguez y Rodri del filial. Problemas para acudir al Bernabéu, un estadio maldito para el Villarreal que no ha logrado conquistar ni una victoria en sus 15 visitas en Liga al santuario blanco. “Para nosotros no es el mejor momento para romper esta dinámica de no ganar en el Bernabéu. Tenemos muchos problemas a la hora de elegir futbolistas, con muchas bajas. Vamos a jugar el tercer partido en seis días y es una dificultad añadida. La suma de circunstancias hace que no vayamos en una situación óptima, pero sí con toda la ilusión de sacar algo positivo”, advierte con humildad Marcelino, el gestor de un Villarreal cerca de certificar una temporada para recordar.

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