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Muguruza ya pisa los cuartos

La hispano-venezola bate a la rusa Kuznetsova (6-3 y 6-4, en una hora y 38 minutos) y se enfrentará en la siguiente ronda a Rogers (108). Tendrá la opción de superar la ronda que alcanzó los dos últimos años

Alejandro Ciriza
Muguruza devuelve la pelota de revés.
Muguruza devuelve la pelota de revés.ROBERT GHEMENT (EFE)

De no haber sido tenista, Svetlana Kuznetsova bien podría haberse dedicado al fútbol. La rusa, de 30 años, con unos cuádriceps como los de un potro, empleaba una y otra vez los pies para recoger las bolas que Garbiñe Muguruza incrustaba al otro lado de la pista. No le falta pericia a la de San Petersburgo, con malabarismos propios de Romario, Ronaldinho o cualquier virtuoso de la fábrica brasileña de peloteros, pero cada vez que hacía una de esas muestras era una mala señal para ella, que al final, desesperada, chutó una de esas bolas contra un soporte publicitario, aunque en esta ocasión con un derechazo más parecido al que lanzaba Ronald Koeman las faltas que a una delicatessen brasileira.

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Venció Muguruza, con todas las de la ley (6-3 y 6-4, en una hora y 38), y ya pisa los cuartos de Roland Garros, barrera a la que ha llegado en dos ocasiones (2014 y 2015), pero que nunca ha conseguido sortear. Ganó Garbiñe a una rival de envergadura (15 del mundo) y de momento ya tiene la licencia para soñar. En la próxima escala, el martes, se enfrentará a la joven estadounidense Shelby Rogers, 108 del mundo (6-3 y 6-4 a Irina-Camelia Begu).

No es nada fácil arrancarle una victoria Kuznetsova. La rusa, ganadora del grande francés en 2009 y del US Open en 2004, es una tenista de la vieja escuela. Quizá no tiene el patrón unidireccional de las jugadoras de ahora, pero sabe pensar y mastica cada punto; birlárselo suele exigir un extra de paciencia y control. Muguruza estaba sobreaviso, pero luego, sobre la arena, ya es otra cosa. A la caraqueña le suele costar echar el freno de mano y aún está aprendiendo a elaborar más su juego; tiende al nerviosismo cuando los partidos entran en zonas calientes. Es puro nervio, o bien todo calma; de blancos y negros, pero ahora está en busca de los grises.

Kuznetsova golpea la pelota en dirección a la grada.
Kuznetsova golpea la pelota en dirección a la grada.MARTIN BUREAU (AFP)

Y esta vez supo desenvolverse en los términos intermedios. Al final del pulso, cuando Kuznetsova le apretaba y amenazaba con la rotura, actuó con cabeza y supo reducir a la rusa, aunque hasta la quinta bola de partido no la apuntillase. Ella llevó la iniciativa. En el primer set, después de un buen rato a la carga, chocando contra una buena defensa, rompió para 5-3 y puso la semilla. En el segundo, bajo los mismos parámetros, demarró al tercer juego (break para 1-2), pero hubo réplica de Kuznetsova (para 4-4). Podía haber acabado todo mucho más rápido, porque Muguruza tuvo una opción clara de firmar el 4-1 y abrir brecha, pero el smash se fue a la red y se prolongó la mañana.

Luego, ya sí, una respuesta firme. Su revés, durísimo, hizo estragos en las cuerdas de la rusa y selló su presencia en los cuartos. Apretó el puño derecho, dio ese giro suyo de 360º y enseñó los hoyuelos. Euforia. Lo festejó su palco: José Antonio (su padre), Igor (su hermano); el técnico Sumyk, este siempre contenido. El paisaje se aclara y su candidatura cobra fuerza. De ahí ese "Allez" (acompañado de un corazón) que firmó antes de abandonar la pista.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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