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JUEGOS OLÍMPICOS | BALONCESTO MASCULINO
Columna
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El primer análisis no salió muy lucido

La confianza tarda mucho en lograrse y poco en desvanecerse, pero este grupo tiene una contrastada capacidad de ir creciendo durante el campeonato

Pau Gasol, durante el partido ante Croacia.
Pau Gasol, durante el partido ante Croacia.FERNANDO BIZERRA JR (EFE)

Después de hacerse unos cuantos autochequeos, la selección española fue a ver por primera vez al médico y este le dijo que todavía le queda mucho para tener la salud adecuada para escalar altas montañas. Supongo que no les sorprendió el diagnóstico, pues curtida como está en estos menesteres, son ellos mismos los que mejor conocen su estado. Es más, desde dentro ya nos lo advirtieron, repitiendo como letanía en los días previos, que llegaban cortos de casi todo, que van poco a poco, que la idea, ya testada en otros campeonatos, no es deslumbrar en los inicios sino competir cuando ya no se dan segundas oportunidades. Hasta ahí, todo en orden, pues el primer partido simplemente confirmó las sensaciones ya expuestas. No todas, pues mucho se había elucubrado sobre Pau Gasol y su finura competitiva y nuestro santo y seña estuvo un punto por encima de lo esperado, lo que siempre es una buena noticia.

Además de la derrota, que quieras o no añade algo de presión para los próximos partidos, empezando por el siguiente ante los anfitriones, el partido ante Croacia deja una larga lista de aspectos para mejorar. España jugó de forma ciclotímica, con buenos arranques de partido y tercer cuarto y nefastos minutos posteriores, sobre todo en el tramo final, donde además de cometer errores impropios como el balón perdido del Chacho, pecó en exceso de tener a Pau como única solución buscada. Si lo comparamos con los inicios del europeo del año pasado, defensivamente hubo más tensión y coordinación, lo que no impidió que se abrieran dos grietas por donde Croacia se vino arriba. Bogdanovic, imperial y decisivo para que los croatas no se fueran del partido en los mejores momentos de nuestro equipo, y los rebotes, algo que sospecho puede ser una constante en este torneo, pues andamos un poco cortos de potencia física interior.

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Si al quinteto formado por los dos Sergios, Rudy, Mirotic y Pau se le vio relativamente solvente (salvo al final) más preocupante fue observar que del resto no tuvimos casi noticias quitando un momento de inspiración de Felipe en el primer tiempo. A Ricky se le fundieron los plomos cuando tuvo que sufrir la afrenta de ver como le invitaban descaradamente a tirar mientras su defensor se incrustaba en mitad de la zona a molestar. La táctica funcionó pues le sacó del partido al intentarlo tres veces sin éxito, y quién sabe si esto se va a convertir en algo habitual. A Navarro le hicieron todo lo contrario que a Rubio, perseguirle con saña, y la cosa se saldó con un par de mandarinas y otro jugador sin aportar mínimamente, lo mismo que se puede decir de Claver o Hernangómez. Tanta distancia entre unos y otros hizo que las rotaciones, numerosas en los dos primeros cuartos, fueran poco a poco limitándose (Pau y Mirotic sobrepasaron los 30 minutos de juego, Rudy y el Chacho se quedaron cerca) y puede que se llegase algo justo de fuerzas y claridad a los minutos de definición.

Como esto es un juego entre dos equipos, hay que darle el mérito que tiene a Croacia. Por primera vez en muchos años, a su talento natural ha añadido colmillo competitivo. Ya no es un grupo que se derrumba en cuanto las cosas no le salen bien. Recordando cómo era de jugador su actual entrenador Aleksandar Petrovic, no bajó nunca los brazos, peleó con fiereza, nadie hizo la guerra por su cuenta y todos entendimos mejor cómo fue capaz de cargarse a Italia en un preolímpico jugado en ambiente adverso.

Viendo el histórico de nuestra selección, sería aventurado ir mucho más allá en el análisis de sus primeros cuarenta minutos de una larga travesía, por muchas dudas que haya dejado. Cierto que siendo el objetivo quedar entre los tres primeros del grupo para no tener a EE UU enfrente en cuartos de final, la derrota limita los márgenes de error que todo equipo tiene en esta primera fase. Pero aunque la confianza tarde mucho en lograrse y poco en desvanecerse, la contrastada capacidad de este colectivo en ir creciendo durante el campeonato hace que, a la espera de las próximas entregas, lo de Croacia no vaya más allá de un primer análisis clínico que no salió muy lucido.

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