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Crónica:Liga de Campeones | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

El AEK salva al Madrid de su despropósito

El campeón empata en Genk tras un pésimo partido, pero se clasifica primero por un gol griego a última hora en Roma

José Sámano

En el escaparate europeo, descuartizado en todas sus líneas, el Madrid despachó un encuentro espantoso frente a un rival de medio pelo al que dio carrete de forma increíble.

GENK 1| REAL MADRID 1

Genk: Moons; Tomasic, Soley, Zokora, Roumani; Beslija, Thijs,Skoko, Ingrao (Suzuki, m.60); Vandenbergh (Chatelle, m.68) y Sonck. Real Madrid: César; Miñambres, Hierro (Helguera, m.29), Pavón, Roberto Carlos; Flavio Conçeiçao, Celades; Figo (McManaman, m.66), Tote, Guti; y Morientes (Solari, m.76). Goles: 0-1. M.21. Córner que lanza Figo desde la izquierda, fallo estrepitoso del meta belga, Moons, Pavón cabecea en el segundo palo y Tote, bajo palos, la empuja a la red. 1-1. M.85. César falla al despejar en un córner y Sonck marca de cabeza. Árbitro: Jacek (Polonia). Amonestó a Sonck, Zokora, Morientes, Helguera y Roberto Carlos. 22.000 espectadores en el estadio Fénix.

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En el escaparate europeo, descuartizado en todas sus líneas, el Madrid despachó un encuentro espantoso frente a un rival de medio pelo al que dio carrete de forma increíble. En su competición favorita, en la que como siempre estaba en juego su prestigio y esta vez el primer puesto del grupo, el equipo madridista fue un muñeco de trapo en manos de un enemigo pírrico. Si en Vallecas, hace unos días, sus estrellas le rescataron tras un partido penoso, anoche fueron los jugadores del AEK de Atenas los que le dieron un flotador. Su inesperado empate de última hora en Roma sostuvo al Madrid en lo más alto de la clasificación y le evitó enrolarse en una noria diabólica en el sorteo del próximo viernes.

Como ya hicieran el AEK y el Roma, también el irrelevante Genk hizo atragantarse al Madrid, que se abandonó de forma lamentable en muchos tramos del partido. Fue puesto en evidencia por un equipo tan mesetario en todo como el Genk, que le arrinconó junto a César y le creó una ocasión tras otra. Sobre todo en el primer tiempo le dio una tunda considerable, por las orillas y por el centro, porque al Madrid le faltó consistencia en todo. No pudo domar a un rival que no expuso otra cosa que ardor, a un equipo que se jugó el pellejo en cada jugada. Otra cosa no tiene, pero anoche el bastó para retratar al campeón de Europa, para desnudar a algunos jugadores colgados con alfileres en la plantilla. Caso de Flavio, Celades y Morientes, con un peso fantasmal en el partido, turbados no se sabe muy bien con qué ni por qué.

El caso de Morientes es el más significativo. Su aire de asceta ha contagiado su juego, deprimente como nunca en su carrera en el Madrid. El jugador no se ha recuperado de las turbulencias veraniegas por el desembarco de Ronaldo. Meses después parece sentirse tan ninguneado como entonces. Poco importa que le destierren en Oviedo o le den vuelo en Genk. Hoy por hoy es un jugador cuesta abajo, a la deriva, todo lo contrario que Tote, que ha sido capaz de ganarse un guiño de Del Bosque cuando no hace mucho era el chico invisible de la Ciudad Deportiva. No es que Tote hiciera el partido de su vida, pero al menos se le vio enchufado al partido. Su actitud chisposa fue recompensada por Moons, un amiguete bajo palos. El meta belga se mareó solo en un córner lanzado por Figo, y tras un remate imprevisto de Pavón, Tote sopló la pelota a la red. Para desconsuelo de Morientes, en dos de las pocas estiradas del Madrid, en un ratito del segundo periodo en el que remendó un poquito su actuación, su zurda y el poste le dejaron a un palmo del gol. Ni la suerte le acompaña.

El tanto de Tote fue un hecho aislado, una pura carambola, porque el Madrid siempre estuvo a la intemperie. Sin gobierno alguno pasó un trance malísimo, al que contribuyó en gran medida la confusión creada por el tobillo derecho de Hierro. El capitán se lastimó en un despeje en el minuto nueve y, tras ser atendido por los cuidadores, se mantuvo veinte minutos más cojo sobre el campo, con gestos de dolor al tiempo que frenaba verbalmente el cambio. Ni por esas acertaron los delanteros belgas, hasta que el central Zokora se lanzó a la aventura, Flavio se quitó del medio y el corpachón de Hierro se desplomó al suelo. La jugada no acabó en gol, pero, por fin, activó el relevo.

Una situación esperpéntica, en un partido sin gran trascendencia, que ejemplificó el desatino total del Madrid, al que el Genk dejó escapar con un punto a causa de su bajísimo perfil. Cierto que el Madrid pudo remediar el asunto en los últimos instantes; tan cierto como que el Genk, al que invitó a jugar a la ruleta, también pudo socavar aún más el bache del actual campeón. Por cada llegada del Madrid hubo una del equipo belga, que puso de manifiesto la debilidad del sistema defensivo del conjunto de Vicente Del Bosque. Por un momento el empate dio la impresión de exponer al Madrid a una dura segunda fase, en su posición de segundo de grupo. Pero en la Copa de Europa siempre hay un rayo de luz para este equipo. Qué otra cosa se puede decir cuando el AEK empata en Roma en el último minuto y deja las cosas como estaban en la clasificación.

Morientes, entre dos defensas belgas.
Morientes, entre dos defensas belgas.REUTERS

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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