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MONTERO | Central del Juventus | FÚTBOL | Semifinales de la Liga de Campeones, partidos de vuelta

El rascador de tobillos

Diego Torres

Paolo Montero siempre ha estado a la altura de su padre, Montero Castillo, que hizo del Granada de los setenta un equipo peligroso para los tobillos de los delanteros. Hoy en Delle Alpi será mejor para Raúl que el campo esté duro para escabullirse con más impunidad de su marcador. Si el campo está blando, el patrón de la defensa del Juventus se calzará las botas con los tacos que más aprecia: de aluminio, bien largos. Como decía Jorge Valdano ayer en Barajas, durante el embarque del Madrid: "Montero es duro; es de los que te rascan los tobillos. Fuera del área pega".

De Montero se sabe poco. Se sabe un cliché: que a falta de un salto prodigioso y una velocidad sorprendente, es un castigador de delanteros, eso que en Italia llaman garra. Lo que pocos recuerdan en Italia es su enorme talento para defender. Su capacidad, hoy casi en desuso, para engañar a los delanteros, para amagar y llevarlos a su terreno hasta quitarles el perfil y la pelota sin hacer falta, sin imponerse por la fuerza.

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Lo que dicen las fichas biográficas es que tiene 31 años y que nació en Montevideo. También se sabe que fue el líder de la selección uruguaya hasta su retirada tras el Mundial de Corea y Japón. Que comenzó a jugar en el Peñarol y que prolongó su carrera en el Atalanta de Bérgamo donde coincidió con el que ahora sigue siendo su entrenador, Marcello Lippi. Lippi lo recomendó para el Juventus en 1996 y desde entonces ha ganado cuatro campeonatos de Liga, dos Supercopas, y una Copa Intercontinental.

Fuera del campo es esquivo, de imagen gris, parco. Se lo consideró un soltero empedernido hasta que contrajo matrimonio el verano pasado. Pero de su vida privada sólo trascendió una cosa: apareció en la presunta lista de clientes habituales de un lenocinio de Turín, en un caso de redes de prostitución que escandalizó Italia hace unos años.

Montero nunca habla para la prensa, salvo cuando lo acorralan, y si está de humor. El sábado pasado, cuando el Juventus festejaba la conquista del scudetto, abandonó el estadio por un pasadizo, entre una pared y una valla publicitaria. Le sorprendió un cámara de televisión y el redactor le pidió unas palabras por el éxito logrado. "¡No me mates ahora! ¡No tenemos tiempo ni para festejar!", dijo, y se marchó. Ganar la Liga de Campeones es su obsesión desde la final de Amsterdam. La que perdió frente al Madrid.

Las estadísticas dictan que con Montero en el centro de la defensa el Juventus rebaja los goles en contra. En Madrid no jugó por sanción, pero estuvo en la grada del Bernabéu escudriñando al rival. Un rival como Raúl, que se lo volverá a encontrar después de la final de Amsterdam. "Es un gran central", dijo el español; "es contundente y sabe jugar el balón. Es complicado para cualquier delantero".

Montero.
Montero.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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