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Reportaje:Atenas 2004 | NATACIÓN

Thorpe controla, Van den Hoogendband impresiona

El holandés se convierte en el favorito de los 200m libres tras ser una flecha en las semifinales

Santiago Segurola

A los organizadores de los Juegos nos les llegó el presupuesto y no cubrieron la piscina olímpica, que ayer sufría una marejada. Al fondo, en las montañas del Parnaso, amenazaba tormenta. El ventarrón molestaba a los nadadores, cuyo ideal es nadar en un espejo de agua y no entre turbulencias. Las difíciles condiciones añadieron un poco más de épica al primer duelo entre Ian Thorpe y Michael Phelps en el estilo libre, los 200 metros concretamente, castillo inexpugnable del campeón australiano. Se trataba de la semifinal, de una semifinal peculiar, porque una hora después los dos nadadores tendrían que regresar al tajo. Les esperaba la final de 4x100 metros libres, sin saber que sería el Waterloo de norteamericanos y australianos. Eso sucedería una hora después. Ahora les convenía les convenía reservar fuerzas. Phelps está empeñado en un maratón acuático y Thorpe no es la bomba de energía de Sidney 2000. Pero había detalles que observar, mensajes que atender, conclusiones que sacar. Ganó Thorpe, cómo no.

A Phelps le falta experiencia, dominio del arte de la distancia, en una prueba de libre
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Las semifinales convirtieron al holandés Van den Hoogenband en instantáneo favorito. Nadó la primera serie, un paseo militar que no encontró resistencia en Klete Keller, nadador que deja siempre su mejor versión para las finales. Le motivan. Otros se achican. No es el caso de Van den Hoogenband, el hombre que protagonizó el gran momento de Sidney. Frente a 18.000 fanáticos australianos, todos entregados a la causa de Ian Thorpe, el holandés ganó la final de 200 metros libres. Enmudeció la hinchada local ante lo que parecía imposible. Thorpe había dominado la distancia con puño de hierro. Aquella victoria de Van den Hoogenband le convirtió en una celebridad mundial. Cuatro años después vuelve a emerger, está vez como favorito. Ganó su semifinal con 1m, 46.00s. Fue una flecha en el agua, con su estilo de velocista y la determinación del nadador que vuelve a sentirse pletórico.

Van den Hoogenband hizo el mejor tiempo de las semifinales, 65 centésimas por delante de Thorpe, una enormidad en una competición de esta magnitud. También es cierto que el australiano necesitaba reservar gasolina para la final de 4x100 metros libres. Venía además de un esfuerzo brutal en el día anterior. Su victoria sobre Grant Hackett en la final de 400 metros libres estuvo presidida por el sufrimiento. El problema es que tenía a Phelps como adversario en la semifinal. El plan pasaba por ganar, no quemarse y proclamar su autoridad sobre el americano. Desde este punto de vista, le salió perfecto. Dominó la prueba desde el primer momento y jamás dejó que Phelps le adelantara. No quería ninguna concesión psicológica sobre el hombre que pretende apartarle de la cima de la natación.

Phelps es un nadador sin pulir en el estilo libre. Por supuesto que es un fenómeno en esta especialidad. No puede ser de otra forma cuando se tiene una marca de 1m 45.99s, la cuarta de todos los tiempos. A Phelps le falta experiencia, dominio del arte de la distancia, combates contra los grandes. En Atenas disputa por primera vez una prueba de libre en una competición mundial. Frente a campeones como Thorpe o Van den Hoogenband, especialistas puros en una prueba que conocen muy bien, Phelps es un novato. Eso le hace más grande. No le importa exponerse a la derrota. Prefiere el placer de la competición. Le esperaba Thorpe. Perfecto. Allá fue Phelps.

No pudo comprometer al australiano, aunque en algunos momentos le amenazó. Pero Thorpe era un prodigio de control. A cada arreón de Phelps, respondía con un latigazo que sacaba al americano de su estela. No quería dar impresión de debilidad. No demostró ninguna, excepto un registro que fue peor que el obtenido por Van den Hoogenband en la primera semifinal. Es la noticia que menos deseaba. El hombre que le venció en Sidney, está como un pincel.

Phelps (arriba) y Thorpe, en el momento de lanzarse al agua.
Phelps (arriba) y Thorpe, en el momento de lanzarse al agua.REUTERS

EL DIARIO DE PHELPS

- AYER. 9.35 horas. 200 m. libres. Eliminatorias. Phelps gana la carrera con facilidad. Marca un registro de 1m 48,43s, el quinto mejor tiempo de las series. Se clasifica para las semifinales. Confiesa que está un tanto fatigado tras las emociones de la victoria el día anterior.

- 18.55 h. 200 m. libres. Segunda semifinal. Por primera vez, Phelps se mide con Ian Thorpe en el estilo libre. Es un momento para que cada uno envíe mensajes. El australiano se impone con autoridad, sin ningún derroche. A ambos les espera la final de 4x100 metros libres apenas una hora después. Phelps se clasifica para la final con el tercer mejor tiempo 1m 47,08s.

- 20.10 h. 4x100 m. libres. El sueño de dorado de Phelps se derrumba ante la arrolladora actuación del equipo surafricano, que gana la carrera y bate el récord del mundo. Phelps nada el segundo relevo y produce una mediocre impresión.

- HOY. 9.25 horas. 200 m. mariposa. Eliminatorias. Quinta carrera de Phelps en Atenas. Durante los tres últimos años no ha tenido rivales en esta prueba.

- 18.43 horas. 200 m. libres. Final. La prueba que posiblemente no ganará. Lo sabe, pero no le importa. "Thorpe se enfrentó a mí en los 200 metros estilos el pasado año, en los Mundiales de Barcelona. Sabía que era mi territorio y perdió" ha dicho. "Para mí es un privilegio nadar los 200 metros libres frente al mejor del mundo".

- 19.31. 200 m. mariposa. Semifinales. El desgaste comenzará a pasarle factura. Competirá sólo 40 minutos después de nadar los 200 metros libres, frente a Thorpe, Van den Hoogenband, Keller y Hackett. Sin embargo, no necesitará acercarse a su récord mundial para clasificarse para la final en los 200 mariposa. Con 1,56 minutos, tres segundos por encima de su récord del mundo, entrará en la final.

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