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Reportaje:TOUR 2007

El futuro del Euskatel

Igor Antón levanta el pie y pierde 12 minutos el día que Landaluze se queda sin fuerzas

Lo intentó el Euskaltel y no pudo. "En el descenso no tenía fuerzas", reconoció Iñigo Landaluze al atravesar, segundo, la meta en Le Grand-Bornard. Todo lo que le quitó a Gerdemann subiendo lo perdió bajando el vizcaíno, al que le dio una pájara. "No había curvas, era una bajada para dar pedales y no podía. Se me ha hecho más duro el último kilómetro en la bajada que todo el ascenso a La Colombière", dijo. No pudo ayer y no pudo en Gueret el Tour de 2004: se escapó con Simeoni y a 10 metros de la meta les pasó el pelotón. Quedó noveno. Total, que el Euskaltel, que ganó su primera etapa en la ronda gala en 2001 (Laiseka; Luz Ardiden) no recoge un leoncito desde los Alpes de 2003, cuando Mayo se impuso en el Alpe d'Huez. "Quien da todo lo que tiene, no está obligado a más", le disculpó González de Galdeano, secretario técnico del Euskaltel-Euskadi.

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Si Landaluze se vació, Igor Antón, la gran promesa del ciclismo vasco, hizo todo lo contrario: levantó el pie y se descolgó del grupo de cabeza perdiendo 12 minutos. "He venido a eso", advirtió camino del hotel convencido de que él ya ha cumplido todas las expectativas del año, pase lo que pase en este Tour: "Era una temporada para aprender y he aprendido que ni te lo imaginas". Antón vive ajeno a las expectativas que ha creado su progresión tras ganar una etapa en la Vuelta del año pasado. No se plantea ganar una etapa. "¡Me cago en la mar, que esto es el Tour!", exclama. Por mucho que en Galdakao (Vizcaya) los vecinos se reúnan para ver juntos las etapas de montaña con la esperanza de verle llegar primero, Antón levanta el pie y se queda tan tranquilo. "Tendrán que esperar, para este año tengo otros planes", dice. "Subir, subo, y si la gente cree en mí será por algo, pero tiempo al tiempo", pide al que llaman Fuji desde la ikastola [escuela vasca]: "Era la marca de mi primera bici y como no me separaba de ella, Fuji me quedé".

Mitómano, aprovechó su paso por el Giro para visitar la tumba de Pantani. "Era uno de los ciclistas que más me gustaban y ya que estaba allí...", cuenta como disculpándose. "Está por madurar, pero es un encanto de chaval. Y ama el ciclismo, se le nota", le señala Igor González de Galdeano. "Es un despistado", le achucha Gorka Gerrikagoitia, segundo director deportivo del equipo, que le augura futuro: "Físicamente es un crack y ha nacido para subir puertos. Pero debe aprender y no hay prisa". "Es un crío, inquieto, travieso, preguntón. Y es el futuro de este equipo", le define Haimar Zubeldia. "Si sigue así, tranquilo, va para figura", insiste. Y el chaval se encoge de hombros. "Lo que tenga que llegar, llegará. Soy profesional, corro en el equipo de casa y estoy en el Tour. Soy un privilegiado sólo por estar aquí; cada día aprendo algo", prosigue Antón.

"Podía enganchar, pero he preferido subir tranquilo y no vaciarme", explicaba sobre la etapa de ayer. Sabe que llegará su hora en el Tour y disfruta cada minuto de su primera cita francesa. En Castroviejo, en La Rioja, la abuela le espera para asarle unas chuletillas.

Landaluze acelera antes de cruzar segundo la meta.
Landaluze acelera antes de cruzar segundo la meta.EFE

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