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Xavi e Iniesta, jaqueca del Inter

Jordi Quixano

Xavi e Iniesta. Todo el Camp Nou se tiró las manos a la cabeza, pendiente de la alineación azulgrana, huérfana de Ibrahimovic y Messi por la inseguridad de que sus músculos soportaran el tute de un partido tan exigente como intenso. Incluso que un gato negro se cruzara por la tercera grada de la tribuna creó tal revuelo que los más cenizos y supersticiosos vaticinaron la derrota del Barça, a quien se le presuponía carencia de remate en la noche de ayer. Pero aparecieron dos pequeños muy grandes, dos futbolistas que simbolizan la ideología deportiva del Barça, el fútbol expresivo que gobernó Europa la temporada pasada y, en definitiva, el librillo del que Cruyff hizo el prólogo y Guardiola los últimos capítulos. Xavi e Iniesta retorcieron al Inter, marioneta a sus pies.

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No se ha cansado Guardiola de repetir que el estilo del Barcelona es innegociable, que el grupo está sobre los jugadores y que si éstos brillan es porque son parte de la suma de sus compañeros. Anoche no estaban Messi e Ibrahimovic, estrellas y punto y final de las jugadas azulgrana. Pero resaltó una vez más la marca de la casa. Basado en el juego posicional, el Barcelona apretó de lo lindo la salida de la pelota rival. Y, también tirando del juego posicional, circuló el balón por donde más daño hacía; Henry como poste de electricidad arriba, Pedro a la izquierda retando a Maicon y Sergio Busquets ayudando en la construcción desde la primera línea. Armas un tanto estériles porque el Inter, abrochado con cerrojo, domina la fase defensiva a las mil maravillas, escudado en las ayudas y en los dobles marcajes. Pero no todo fue un juego de tablero, posicional. Así, la excelente movilidad y el buen pie de Xavi e Iniesta rompieron las líneas de presión y, de paso, al Inter.

Iniesta actuaba de teórico extremo derecho. Una demarcación de pega, porque corrió por todas partes menos por su carril, donde Alves se entregó a las carreras hasta la línea de fondo. El 8 salió de la banda para buscar el balcón del área, el ala opuesta o la mejor línea de pase para Xavi, con tal de crear superioridad en la zona de creación o en la de definición. Chivu, su pareja de baile, se descolocó hasta el punto que abandonó su posición y rompió el equilibrio defensivo neroazzurro. El complemento ideal de Iniesta fue Xavi, capataz del juego, bota del equipo. Como un termómetro, puso la pausa cuando fue necesario, tocó al primer toque cuando el Inter atosigó y mezcló con todo el equipo sin fallos. Batutas de oro. Él lanzó el córner del primer gol. Y, tras combinar con Iniesta, atendió a la carrera de Alves para que centrara y Pedro rematara en el palo opuesto. Dos goles como rúbrica, como una jaqueca de arrea para el Inter. Lo expresó Chivu con Iniesta, cuando le soltó el codo a la yugular sin buscar la pelota. Lo agradeció el Camp Nou; incrédulo al principio, convencido a la conclusión.

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